8 de febrero de 2017
por Nicolás Cachanosky
Fuente: Infobae
El déficit fiscal es el mayor desequilibrio de la economía argentina. Cambiemos ha optado por una corrección gradual de los desequilibrios económicos y sostiene que en el 2016 se ha cumplido la meta fiscal de un déficit primario del 4,6% del PBI (360 mil millones de pesos). Este éxito vendría acompañado por una caída nominal del déficit primario (luego de descontar las transferencias de Anses y BCRA del 2015). Estos resultados parecen sugerir que el Gobierno está gradualmente corrigiendo el problema del déficit fiscal. Sin embargo, una mirada más cuidadosa sugiere que el problema fiscal de hecho ha empeorado.
El tema es que el déficit primario no representa la totalidad de ingresos al Tesoro. Luego de la línea de déficit primario, se encuentran «rentas de la propiedad», que se componen por transferencias recibidas de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) y el Banco Central (BCRA), e interesas pagados por deuda. Al agregar estos tres conceptos se llega al déficit financiero que sí representa el resultado final del Tesoro. Esta línea cuenta una historia distinta. El kirchnerismo tenía la costumbre de aplicar «contabilidad creativa» al contabilizar las transferencias de Anses y BCRA como ingresos primarios corrientes. Cambiemos mantiene la costumbre de contabilizar estas transferencias como ingresos, pero ya no en ingresos primarios corrientes, sino que figuran luego del déficit primario y antes del déficit financiero.
Si al déficit primario le restamos los pagos por intereses, pero no contabilizamos las transferencias de Anses y BCRA como ingresos genuinos, entonces el déficit financiero asciende a unos 545 mil millones de pesos. Con una inflación anual en el 2016 del 40%, el déficit financiero se incrementó en el 2016 un 5,8% en términos reales. Esto quiere decir que, en términos fiscales, el gradualismo de Cambiemos se ha movido en el sentido contrario. De mantenerse esta tendencia durante los cuatro años de gestión, el déficit financiero se incrementaría un significativo 25 por ciento.
El déficit financiero, o total, no es menos importante que el déficit primario si este no está bajo control. Si usted es dueño de una empresa y nombra a un nuevo CEO por cuatro años para que solucione su problema de pérdidas y al cabo del primer año el CEO le dice que las pérdidas antes de pagar intereses están alineadas con los objetivos pero el déficit total ha aumentado un 5%, difícilmente esté satisfecho con su desempeño.
¿Cuánto representa este agujero fiscal en términos de PBI? Si tomamos como correcto que el déficit primario es de un 4,6% del PBI, entonces el déficit financiero representa el 7% del PBI; mismo valor en el que se ubicó el déficit financiero en el año 2001. Este 7% del PBI es, a su vez, un número conservador dado que hay que tener en cuenta, por un lado, los ingresos no regulares (de única vez) que representó el blanqueo de capitales y, por otro, el déficit cuasifiscal del BCRA. El cuadro completo debería incluir también el déficit de las provincias, que, si bien es responsabilidad de los gobernadores, no deja de ser parte del deteriorado cuadro fiscal del país.
El ministro de Economía Nicolás Dujovne ya ha aclarado que en el 2017 no va a haber grandes cambios en materia fiscal dadas las dificultades y las restricciones que representa un año electoral. Si tomamos sus dichos como ciertos, entonces Cambiemos ha confirmado con el gradualismo que se le ha ido al menos medio mandato en corregir el mayor desequilibrio económico del país. Lo que se ve al finalizar el primer año es que el gradualismo ha empeorado, no mejorado, el déficit total del Tesoro. El Gobierno, en particular Mauricio Macri, ha sostenido en repetidas ocasiones que la gente comprende lo pesado que ha sido la herencia recibida. Si Cambiemos quiere el apoyo de la opinión pública para llevar adelante los cambios y las reformas necesarias, entonces debe ser más transparente en el desempeño fiscal y no prestar a la confusión de que el problema fiscal está bajo control cuando de hecho ha empeorado.
 
 
El autor es doctor en Economía por Suffolk University. Actualmente es Assistant Professor of Economics en Metropolitan State University of Denver. Administra el blog Punto de Vista Económico. www.ncachanosky.com