9 de octubre de 2017
Fuente: Revista Criterio
El sacerdote Rafael Braun murió el domingo 8 de octubre a los 82 años, en la casa familiar. Filósofo, docente y director de la revista Criterio entre 1978 y 1993, influyó en varias generaciones de católicos tanto en su crecimiento espiritual como el desarrollo profesional, acompañando a las familias y a las comunidades para que dieran frutos en abundancia.
La misa de cuerpo presente se realizó en el parroquia del Patrocinio de San José, tras la cual los restos fueron inhumados en el Cementerio de Recoleta.
Rafael Braun nació en Buenos Aires el 19 de marzo de 1935 y fue ordenado sacerdote el 22 de septiembre de 1963. Era doctor en Filosofía por la Universidad de Lovaina (Bélgica) y licenciado en Teología por la Universidad Católica Argentina.
Además de sus años como director de la revista, fue miembro del Consejo de Redacción durante 40 años, y a la fecha, del Consejo Asesor. Por otro lado, era miembro de la Academia Nacional de Periodismo.
Fue un importante promotor de la Pastoral Universitaria, rector de la iglesia Santa Catalina de Siena, donde floreció una gran comunidad de laicos voluntarios ofreciendo servicios espirituales a las miles de personas que cada día trabajan en el Microcentro porteño, y también integró el Consejo Directivo de la Fundación Banco de Alimentos.
 
¿Quién no estaba en deuda con Raffy Braun?
por Vicente Espeche Gil
Sacerdote ante todo, Raffy fue fiel al camino, la verdad y la vida de su Señor.
Hombre de oración, su prédica sabía a autenticidad.
Consciente de ser instrumento, se ocupó de perfeccionarse, adquiriendo una formación académica de excelencia.
Amigo sin reserva, fue generoso con su tiempo, cuando se pedía su consejo y compañía en momentos difíciles.
Supo leer los signos de su tiempo como pocos lo hicieron en la Argentina. Iluminó así el camino en los pasajes tortuosos de nuestra historia violenta.
La política fue para él el terreno donde podía germinar la semilla del Evangelio.
Sabía también endurecer su rostro y afilar la lengua cuando el error, la mentira o la pereza se colaban en un discurso.
Hizo rendir con creces los diez talentos que recibió y ahora goza, junto al Señor de la viña, el premio prometido al servidor fiel.
El recuerdo de su sonrisa franca y serena seguirá siendo para nosotros otra prueba irrefutable del amor de Dios.