15 de marzo de 2018
Por Ben Johnson
Acton Institute
«En este momento, quienes mejor implementan la doctrina social de la Iglesia son los chinos», dijo el obispo Marcelo Sánchez Sorondo, el canciller de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. Comparó favorablemente a China, que tiene una «conciencia nacional positiva», con el presidente estadounidense Donald Trump, a quien cree que está excesivamente influido por el «pensamiento liberal» (léase mercado libre).
Uno podría objetar esta descripción del presidente Trump. Sin embargo, China viola los pilares más fundamentales de la doctrina social católica:

  1. Negar la libertad de religión. «La reducción de la libertad religiosa de los individuos», escribió el Papa Juan Pablo II en Redemptor Hominis, «es sobre todo un ataque contra la misma dignidad del hombre, independientemente de la religión profesada». China ha sido un represor de la igualdad de oportunidades, haciendo de la supresión de la fe una experiencia ecuménica. Como escribí en la revista Providence, «China persigue a sus musulmanes uigures, budistas tibetanos y una parte creciente de su población cristiana». Esto no toma en cuenta a los miembros de Falun Gong, que están «sujetos a violaciones generalizadas y graves de derechos humanos», según Freedom House.

El principal de los perseguidos es la población católica de China. Beijing reconoce solo a la Asociación Patriótica Católica de China, no a la jerarquía oficial leal al Vaticano. El papa emérito Benedicto XVI alguna vez consideró a esto «incompatible con la doctrina católica». The New York Times reporta que el Papa Francisco está considerando un plan para reemplazar a dos obispos clandestinos con jerarcas seleccionados por Pekín, uno de los cuales ha sido excomulgado, provocando amplias reacciones.

  1. Negar la dignidad humana, especialmente a través del aborto forzado. «La justicia social solo puede obtenerse respetando la dignidad trascendente del hombre», según el Catecismo de la Iglesia Católica. «La persona representa el fin último de la sociedad, que le es ordenado». Además, el Papa Juan Pablo II escribió que «el respeto incondicional del derecho a la vida de toda persona inocente —desde la concepción hasta la muerte natural— es uno de los pilares de que toda sociedad civil sostiene».

China continúa practicando el aborto forzado, si los futuros padres no pueden pagar multas que llegan a los $39,000 (dólares americanos). Aunque el Partido Comunista modificó su política de un solo hijo para permitir que la mayoría tenga un segundo hijo, «los funcionarios continúan imponiendo el cumplimiento de los objetivos de planificación de la población utilizando métodos que incluyen multas, terminación de empleo, detención arbitraria y aborto forzado», según la Comisión Ejecutiva del Congreso estadounidense en el informe de 2017 sobre China. «La política de dos niños de China continúa con los abusos contra los derechos humanos y la violencia de género de la política de un solo hijo», dijo Reggie Littlejohn, defensora de los derechos humanos de Women’s Rights Without Frontiers.

  1. Negar el estado de derecho. El Papa Pablo VI escribió que «el gobierno debe velar por que nunca se viole la igualdad de los ciudadanos ante la ley, que es en sí misma un elemento del bien común». Si bien especificó la discriminación religiosa, la Santa Sede ha declarado en la ONU que «aunque el estado de derecho no es en sí mismo suficiente, sigue siendo un instrumento indispensable para la protección de la dignidad humana».

Sin embargo, la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China ha informado de una «discrepancia significativa entre declaraciones oficiales [chinas] que afirman la importancia del gobierno basado en leyes … y la capacidad real de los ciudadanos para tener acceso a la justicia». Los eventos observados en 2017 «continuaron demostrando que las personas y grupos que intentan ayudar a los ciudadanos a abogar por sus derechos lo hacen con un riesgo profesional y personal significativo».

  1. Negar los derechos de propiedad privada. «Todo hombre tiene por naturaleza el derecho a poseer propiedades como propias», escribió el Papa León XIII en la encíclica sobre justicia social, Rerum Novarum. «Debe estar dentro de su derecho de poseer cosas no solo para el uso temporal y momentáneo, como lo hacen otros seres vivos, sino para tenerlos y mantenerlos en posesión estable y permanente».

Desde 1978, China ha implementado reformas de libre mercado que han sacado de la pobreza extrema a 800 millones de personas. Sin embargo, ni los derechos de propiedad personal ni los derechos de propiedad intelectual permanecen «estables». Un estudio de 2012 encontró que el gobierno había confiscado tierras del 43 por ciento de las aldeas chinas. Los agricultores recibieron una compensación promedio de $17,850 por acre, «una fracción del precio medio que las propias autoridades recibieron por la tierra (778,000 yuanes por mu o $740,000 por acre, principalmente en casos de proyectos comerciales). Las violaciones chinas de los derechos de propiedad intelectual son notorias, costando a las empresas estadounidenses $48 mil millones solo en 2009.

  1. Negar la libertad política. Si bien el Magisterio permite la existencia de diferentes formas de gobierno, el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia sostiene que «una fuente de preocupación se encuentra en los países gobernados por regímenes totalitarios o dictatoriales, donde el derecho fundamental a participar en la vida pública es negado en su origen» (énfasis en el original). La United States Conference of Catholic Bishops agrega, «Creemos que las personas tienen el derecho y el deber de participar en la sociedad». China figura entre las 10 naciones con la menor cantidad de libertad electoral, en un nuevo informe de la Fundación para el Avance de la Libertad. Beijing restringe la libertad política al cuadro de miembros del Partido Comunista, a quienes el presidente Xi Jinping ha dicho que deben ser «ateos marxistas inflexibles». La participación política se ha reducido aún más bajo Xi, a quien algunos han descrito como «las primeras etapas de un culto a la personalidad».

Estas son solo algunas de las muchas razones por las que China no es un ejemplo de la enseñanza social católica. Motivos adicionales son presentados por el colaborador de Religion & Liberty Transatlantic, Philip Booth, en su artículo del Catholic Herald, «No mires a China como un ejemplo de enseñanza social católica».
 
Nota
La traducción del artículo «5 reasons China is not ‘best implementing’ Catholic social teaching» publicado por el Acton Institute el 8 de febrero de 2017, es de ContraPeso.info: un proveedor de ideas que sostienen el valor de la libertad responsable y sus consecuencias lógicas. El Rev. Ben Johnson es Senior Editor del Acton Institute.