Por Richard M. Ebeling

Para el Centro Adam Smith

El 30 de enero de 1933, el presidente alemán Paul von Hindenburg designaba a Adolf Hitler canciller de Alemania. Una semana más tarde, el 8 de febrero, Wilhelm Röpke, profesor de economía en la Universidad de Marburg, de 32 años, daba una conferencia en Frankfurt am Main con el título de “¿El fin de una era?”. Röpke comunicó a su audiencia que Alemania se hallaba en las garras de una “revuelta contra la razón, la libertad y la humanidad”. El Nacionalsocialismo de Hitler era en aquel momento la fuerza dominante en el ataque contra los principios fundamentales del liberalismo y la civilización Occidental. El liberalismo, correctamente entendido, representaba una herencia intelectual, de 2.000 años de antigüedad, de libertad política, civil y económica. La libertad requería del imperio de la razón, apoyada en “la veracidad en lugar del oscurantismo, la claridad en lugar de la histeria, el avance del conocimiento en lugar del sensacionalismo para las masas, la lógica en lugar del revuelco en ánimos y emociones…Sólo el ideal liberal del uso de la Razón en servicio de la verdad que ha engendrado la ciencia…Sólo eso ha liberado a Europa del estupor y la desgracia de la barbarie”.

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