por Armando Ribas
Octubre 2016
“Las tierras producen menos en razón de su fertilidad que de la libertad de sus habitantes.”
Alexis de Tocqueville
La globalización es un hecho incontrovertible, y ha sido el resultado del avance de la tecnología que tuviera lugar como consecuencia del descubrimiento de la libertad. Globalización no significa que ahora somos iguales, sino que podemos enterarnos de quienes son los otros. Hasta hace unos doscientos años la gente no sabía qué ocurría a treinta kilómetros de su vivienda. Hoy tomamos por dado la posibilidad de comunicarnos con la China caminando por la calle. Lo que podemos no saber es qué ocurre en los otros países, y que es posible que también se ignore en el propio, pues la política mantiene sus incógnitas.
No confundamos la globalización con la cultura o la libertad de comercio. Empecemos por la Cultura y veamos su definición original en el Diccionario de la Lengua Española y en el The English Language. No me voy a explayar en las definiciones, sino que solo pretendo iniciar el debate ante nuestra aparente percepción de las mismas. Así dice el Diccionario Español: “Cultura: 1) Cultivo; 2) Culto, homenaje reverente que se tributa a Dios; 3) Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos…El diccionario Inglés: Cultura: 1) El cultivo del suelo; 2) Actividad Intelectual y Artística”. Como podemos ver a partir de las anteriores definiciones el contraste evidente con la aparentemente versión política de la cultura que en si implica la creación de un engendro que determina la situación ética, política y económica de la sociedad. Si este fuera el sentido universal de la cultura la misma implicaría la imposibilidad de los países en desarrollo de lograr la libertad y el desarrollo. Pero más aún si sí hubiese sido en la historia el mundo viviría hoy como vivía Jesucristo bajo las diferentes premisas culturales.
Fue solo desde hace unos doscientos años que el mundo tal como lo señala William Bernstein en su “El Nacimiento de la Abundancia”, comenzó el proceso de crecimiento económico que disfrutamos en estos días. Hasta cerca del siglo XX no había electricidad, teléfonos, autos, aviones, y por supuesto tampoco internet. Hoy tomamos por dada la evolución tecnológica que vivimos, en tanto que aparentemente se ignora o se descalifica el sistema ético, político y jurídico que permitió ese logro. Entonces me voy a permitir una frase apoteótica. Si la cultura fuese el patrón del comportamiento y con él se determina el proceso histórico, estaríamos viviendo en la Edad Media. La pregunta relevante entonces es ¿Qué fue lo que permitió y determinó el proceso de crecimiento económico que se ha alcanzado? Al respecto me voy a permitir citar a un señor por el que siento mi más hondo desprecio y descalificación, por más que lamentablemente está presente en nuestro mundo Occidental y Cristiano. Se llama Karl Marx y dijo en su Manifiesto Comunista: “La burguesía durante su gobierno de escasamente cien años ha creado más masivas y más colosales fuerzas productivas que todas las generaciones precedentes juntas”. Pero al mismo tiempo la descalificó éticamente como la explotación del hombre por el hombre-los capitalistas a los trabajadores y creado una actitud egoísta que se define por el “efectivo”.
Esta discusión está presente en el llamado mundo Occidental del cual, mal que le pese a mi exprofesor Samuel Huntington, está incluida América Latina, y hoy peligrosamente se presenta en Estados Unidos Trump y Hillary mediante. Y consecuentemente está en peligro la permanencia del sistema que permitió la libertad y la creación de riqueza por primera vez en la historia, al cual se le llama descalificatoriamente capitalismo. Así se ignora el carácter ético, político y jurídico del mismo, y se le considera económico en favor de los ricos. Al respecto hoy The Economist se refiere a la pretensión de culpar al avance tecnológico del desempleo. Por tanto la tecnología estaría perjudicando a los trabajadores. Pero más aún en el medio de la globalización Donald Trump ha propuesto desmantelar el NAFTA y salir del Transpacific Parnership. Hillary igualmente propone el descrédito del TPP al cual ella había contribuido. Y siguiendo con el tema los líderes europeos se han opuesto al acuerdo de comercio de la UE con EU.
No obstante la globalización la mayor parte de la sociedad pretende ignorar el sistema que permitió el progreso en la historia. Como antes dije Marx está presente vía Eduard Bernstein quien en su libro “Las Precondiciones del Socialismo” en discusión con Lenin propuso que al socialismo se podía llegar democráticamente y sin revolución. A pesar de las críticas de Karl Popper a Aristóteles, me voy permitir una observación del Filósofo de Estagira quien 2500 años atrás predijo: “Cuando el pueblo se hace monarca viola la ley y se hace déspota. Y desde entonces los aduladores del pueblo tienen un gran partido…Y recuerden que los pobres siempre van a ser más que los ricos”. Esa es la demagogia que impera a través de los derechos del pueblo y el bien común, en la búsqueda de la igualdad, para alcanzar el poder democráticamente. Y como bien señala David Hume, lo que importa no son las mayorías sino las asambleas que pretenden representarlas. La búsqueda de la igualdad genera la desigualdad de los gobernantes. Y al respecto dijo Alexis de Tocqueville: “Socialismo y concentración del poder son frutos del mismo suelo”. Y lo estamos viendo en la medida que aumenta el gasto público.
Volviendo a la Edad Media, como bien lo explica Hume en su historia de Inglaterra refiriéndose a la época anterior a la Glorious Revolution de 1688:“Tal estado de la sociedad estaba muy poco avanzado más allá del rudo estado de la naturaleza. La violencia universalmente prevalecía en lugar de máximas generales y equilibrios. La pretendida libertad de aquel tiempo era solamente la incapacidad de someterse al gobierno”. Y concluye: “Los ingleses en aquella época estaban tan totalmente sometidos, que como los esclavos del Este, ellos estaban inclinados a admirar aquellos actos de violencia y tiranía que eran ejercidos sobre ellos y a sus expensas”.
Debemos recordar que los pilgrims se fueron a los Estados Unidos porque en Inglaterra no había libertad. Entonces lo que estoy seguro es que la libertad no surgió de una raza o una cultura, sino precisamente del sistema que partió de tomar conciencia de la naturaleza humana. Por ello Locke recordando que los monarcas también eran hombres propuso la necesidad de controlar el poder político y por supuesto reconocer la propiedad privada. Y así reconoció que la búsqueda de la propia felicidad era el principio fundamental de la libertad. El determina que los intereses privados no son per se contrarios al interés general en la medida de que no perjudiquen a terceros. Ello implica haber tomado conciencia de la naturaleza humana y no la pretensión de Rousseau de crear un hombre nuevo, de donde surgió el origen del totalitarismo como racionalización del despotismo. Pero lamentablemente nos han enseñado que la libertad surgió d la Revolución Francesa, cuando en la realidad fue el origen del totalitarismo en nombre de la Diosa Razón.
Al respecto, como lo reconoce Peter Drucker: “No puede negarse que la Ilustración y la Revolución Francesa contribuyeron a la libertad en el siglo XIX. Pero su contribución fue totalmente negativa. Ellas fueron la dinámica que hizo volar los escombros y los restos de la antigua estructura. El gran descubrimiento de la Ilustración fue que la razón humana es absoluta. Tan difundida y tan falaz como la creencia de que la Ilustración engendró la libertad del siglo XIX es la creencia de que la Revolución Americana se basó en los mismos principios que la Revolución Francesa y que fue efectivamente su precursora”. Esa confusión persiste e ignoramos de dónde provino el totalitarismo. Consecuentemente se ignora que los desastres de la historia política y filosófica no provienen de América Latina por más que los errores políticos han sido la razón de ser del subdesarrollo envuelto en el nacionalismo y el socialismo.
Los Estados Unidos no fueron construidos por los Pilgrims en función de sus religiones protestantes, sino que tuvieron que esperar la aparición de los Founding Fathers- Washington, Madison, Hamilton, Jefferson y Adams, para lograr acordar la Constitución de 1787 y el Bill of Rights de 1791, donde establecen los principios del respeto por los derechos individuales: A la vida, la libertad, la propiedad y la búsqueda de la felicidad y fundamentalmente la limitación del poder político. No fue fácil en aquella época llegar a un acuerdo entre los estados tal como lo explica elocuentemente Catherine Drinker Bowen en su El Milagro en Filadelfia. Y por si hay alguna duda al respecto me voy a permitir citar a Hamilton en la Carta 15 de The Federalist Papers: “Podemos decir con propiedad que hemos alcanzado casi la última etapa de la humillación nacional. Hay escasamente algo que pueda herir el orgullo, o degradar el carácter de una nación independiente que nosotros no experimentemos”. Creo que es evidente que no ha sido la cultura la determinante de la creación del mundo desarrollado, sino su consecuencia.
He tratado esta larga descripción histórico filosófica a fin de que tomemos en cuenta una vez más los logros de los Padres Fundadores de Argentina: Alberdi, Mitre, Sarmiento y Urquiza. Y recordemos que sin Urquiza la Argentina no existiría. Y así la Argentina dio un salto cuántico en la historia pasando de ser uno de los países más pobres de América en tiempos de Rosas a uno de los más ricos del mundo a principios del siglo XX. Y no fue por la cultura de un país que en 1853 tenía un 80% de analfabetos. Esperemos que el proyecto de Macri de cambiar a la Argentina se dirija no en la dirección de cambiar la cultura del país, sino de seguir políticamente los principio reconocidos en la Constitución de Alberdi y no olvidemos que el principio del derecho del hombre a la búsqueda de la felicidad está contenido en el artículo 19 de la Constitución Nacional.
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