Por Mons. Javier del Río Alba
Mayo 2025
La tristeza que nos embargó por la partida de nuestro querido Papa Francisco, se ha visto menguada por la alegría que nos ha causado la elección del primer Papa peruano en la historia de la Iglesia. En efecto, aunque el Papa León XIV nació en Chicago (Estados Unidos de América), en el año 2015 solicitó, y le fue concedida, la nacionalidad peruana y cuenta hasta ahora con su DNI. Su solicitud no fue un acto meramente formal, sino que respondió a su identificación con nosotros, los peruanos, a quienes conoció desde muy joven. Llegó al Perú en el año 1985, con treinta años de edad y tres años de sacerdote. Inicialmente, el entonces P. Roberto, así lo llamaban los fieles, fue misionero en la Prelatura de Chulucanas, en el norte de nuestro país, desde donde fue después trasladado por su congregación religiosa, la Orden de San Agustín, a la Arquidiócesis de Trujillo, en la cual ocupó diversos cargos tanto en la formación de futuros sacerdotes como siendo párroco de la parroquia “Nuestra Señora de Monserrat”. Después de catorce años en Perú, volvió a Chicago al haber sido elegido Prior de la Provincia Agustina “Nuestra Señora del Buen Consejo” y de ahí pasó a ser Prior General de la Orden de San Agustín. Concluidos esos servicios, retornó a Perú en el año 2014 y fue nombrado Obispo de Chiclayo, hasta el 2023 en que el Papa Francisco lo trasladó al Vaticano como Prefecto del Dicasterio para los Obispos, uno de los cargos más importantes en la Santa Sede. Así, pues, podemos decir que el Papa es peruano no sólo porque tiene nuestra misma nacionalidad, sino también porque de los 42 años transcurridos desde su ordenación sacerdotal, 23 los ha pasado en el Perú, lo que significa que buena parte de la formación y experiencia pastoral del ahora Sucesor de Pedro las ha adquirido en tierras peruanas.
Todo ello sería suficiente causa de alegría para nosotros los peruanos. Pero todavía hay más: haber pasado una buena parte de su vida en Estados Unidos (hemisferio norte) y otra buena parte en Perú (hemisferio sur), le ha permitido conocer ambas realidades de modo directo. A ello se une que, en los doce años como Prior General de la Orden de San Agustín, pudo conocer la realidad de la Iglesia a nivel mundial, ya que su Orden está presente en 50 países de América, Europa, Asia y África. Conocimiento que se ha incrementado durante los últimos dos años transcurridos en la Santa Sede. Podemos decir, entonces, que nuestro Papa conoce bien la realidad de la Iglesia y de la humanidad a nivel global. Si a ello añadimos su excelente formación en Ciencias y Matemáticas, Teología y Derecho Canónico, nos encontramos con un hombre con excelente formación y numerosas virtudes humanas, cristianas y pastorales que hoy pone al servicio de todos.
Desde esa perspectiva, podemos comprender que, en medio de las difíciles situaciones por las que atraviesa el mundo, en sus primeras palabras haya expresado su deseo de «una paz desarmada y desarmante», nos haya recordado que Dios nos ama a todos y que el mundo necesita la luz de Cristo porque la falta de fe ocasiona a menudo la pérdida del sentido de la vida, la violación de la dignidad de la persona, la crisis de la familia y tantas heridas más.
¡Larga vida al peruano Papa León XIV!
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa
18.V.2025
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