La respuesta corta es sí. Los obstáculos técnicos y financieros que se suelen citar son mitos. No se necesita el 100% de las reservas para dolarizar—Ecuador y El Salvador lo demuestran. El proceso puede ser gradual (9 meses a 2 años), aprovechando el sistema bancario y el pago de impuestos. Argentina ya está informalmente dolarizada y tiene apoyo público. La única restricción real es la voluntad política. El costo de no hacerlo: seguir sufriendo crisis cambiarias recurrentes.
El problema recurrente
Otra vez sopa. Una vez más, Argentina atraviesa volatilidades cambiarias que ponen en riesgo no solo el plan económico del gobierno, sino también su capital político. De haber dolarizado al inicio del mandato, hoy ni la inflación, ni el tipo de cambio, ni la astronómica tasa real de interés serían siquiera tema de conversación. Sin embargo, persiste el mito de que Argentina no podía dolarizar en aquel momento por falta de dólares.
Desmitificando la dolarización
El mito del respaldo total
Este mito sostiene que, si no hay suficientes dólares para respaldar un agregado monetario como M2 o M3, entonces no es posible dolarizar. Una postura más acotada sería sostener la necesidad de respaldar al 100% de la base monetaria (BM). La realidad, sin embargo, muestra que esto sí es posible.
Si fuese cierto que se necesitan reservas netas equivalentes al 100% de la BM para poder dolarizar, Argentina no podría haber implementado ninguna de sus cajas de conversión, ni Ecuador ni El Salvador podrían haber dolarizado a principios del siglo XXI. Si hay que elegir entre hechos históricos y analogías como «pasta sin tuco», mejor elegir los primeros.
Las dos restricciones ficticias
La idea de que es necesario que las reservas netas equivalgan el 100% de un agregado monetario (BM, M2, o M3) para poder dolarizar descansa en dos restricciones que son ficticias, en el sentido de que no se aplican:
Primera restricción: La necesidad inmediata de dólares
Supuestamente, esos dólares son necesarios al día siguiente de anunciar la dolarización. Si tomamos los casos de Ecuador y El Salvador como guía, el proceso de cambio del circulante por dólares puede llevar entre 9 meses y 2 años. No hace falta tener los dólares al momento de anunciar la dolarización; lo que hace falta es la credibilidad de que, al momento de intentar cambiar el circulante por dólares, dicho cambio va a ser posible. En cuanto a los encajes bancarios, no es necesario rescatarlos; simplemente se redenominan a dólares.
Segunda restricción: La cobertura del 100% de un agregado monetario (BM, M2, o M3)
Una conclusión apresurada es que, a medida que se cambia el circulante en pesos por dólares, las reservas del banco central caen; por lo tanto, es necesario tener un respaldo del 100% de la oferta monetaria en pesos. Ecuador, una vez más, nos muestra que ese no es el caso. A la par que se rescataban los sucres en circulación, las reservas de libre disponibilidad (RILD) del banco central aumentaron en 300 millones (un notable 34%). ¿Cómo es esto posible?

El mecanismo real de dolarización
El motivo detrás de este «curioso» comportamiento es que el banco central no es la única fuente de dólares de la economía. El efectivo en circulación representa solo el 20% de la oferta monetaria; el resto es dinero bancario creado mayormente por el sector privado (inside money).
Si bien al dolarizar, el canje de pesos a dólares puede llevar varios meses, la dolarización de los depósitos bancarios (y otros activos y pasivos financieros) es inmediata. El motivo es que una dolarización implica el cambio de la unidad de cuenta, no solo del billete en moneda local.
Dado que los depósitos bancarios se dolarizan instantáneamente, depositar billetes en moneda local en una cuenta bancaria implica dolarizar el efectivo. Otra manera es a través del pago de impuestos. Al pagar los tributos en efectivo en moneda local, dichos pagos entran a la cuenta bancaria del Tesoro, efectivamente dolarizándose.
¿Cuándo hace falta un respaldo del 100%?
¿Cuándo hace falta un respaldo del 100% de un agregado monetario? En el hipotético caso de liquidación total e inmediata del banco central. O de una masiva corrida bancaria. La liquidación total e inmediata del banco central es una decisión política. Por ejemplo, en Ecuador y en El Salvador aún hoy mantienen sus bancos centrales. El rol de un banco central en una economía dolarizada puede ser diverso. Un uso que puede mantener es el de acumular y administrar reservas, por ejemplo, del sector público. Esta puede ser una buena o mala idea, pero es una opción sobre la mesa.
Una masiva corrida bancaria es improbable dada la alta participación de dinero transaccional en los bancos argentinos (pagar cuentas, proveedores, recibir pagos, etc.). Es dinero que está en los bancos para hacer uso de las cadenas de pagos. Es, por lo tanto, dinero que si sale de los bancos rápidamente volverá al sistema.
También es un escenario improbable por experiencia. Luego de levantar (parcialmente) el cepo no se ha visto ninguna corrida bancaria. Si no hay una corrida cambiaria con un peso aún agonizante, ¿por qué habría de haberla en una dolarización donde las cuentas bancarias y otros activos y pasivos financieros pasan a estar denominados directamente en dólares?
Aclarando conceptos
Que no sea cierto que es necesario respaldar el 100% de la BM para dolarizar no quiere decir que se puede dolarizar sin dólares en el banco central. La confusión se origina en el concepto de reservas netas, que es utilizado para evaluar la capacidad de un banco central de enfrentar shocks externos. Pero este concepto no sirve para evaluar la viabilidad de una dolarización oficial.
Al anunciar una dolarización y comprometerse a una tasa de conversión, los billetes en circulación son una deuda del Estado que no paga intereses. En la Argentina representan 2,5% del PBI. En caso de una dolarización, simplemente se suman a la deuda total. En tanto y en cuanto esta deuda no sea astronómica, el banco central tenga reservas brutas positivas y el Tesoro muestre un superávit primario creíble, la dolarización es viable financieramente.
La crítica de “dolarizar sin dólares” no es más que un “hombre de paja” que evita confrontar los costos y beneficios de una dolarización formal que no deja de confundir cómo la historia nos muestra que se lleva adelante un proceso de dolarización. Asumir que una dolarización es imposible hace que sus potenciales beneficios sean irrelevantes, cancelando un debate muy necesario en la Argentina.
¿Cómo se podría haber dolarizado al cambio de gobierno?
Los detalles de una manera de dolarizar están explicados en nuestro libro y extensamente en este blog. Me voy a enfocar solamente en la dolarización del circulante.
Una propuesta híbrida, pero difícil: combinando Ecuador y El Salvador
Quizás una alternativa interesante para Argentina sea una combinación de lo que hicieron Ecuador y El Salvador:
- Caso Ecuador: El gobierno dio un plazo predeterminado, luego del cual el sucre perdía su validez como moneda de curso legal. En este caso, el banco central está “obligado” a cambiar los sucres por dólares.
- Caso El Salvador: Los colones nunca pierden validez legal, por lo que el banco central puede no tener la obligación de cambiar la moneda local por dólares. Quien quiere dolarizarse es libre de hacerlo a través de depósitos bancarios o pagando sus impuestos al fisco en moneda local.
Una ley de dolarización en Argentina podría tener la siguiente cláusula:
- Primera etapa (12 meses): Se da un plazo de 12 meses, luego del cual se observa el nivel de circulante que no se ha dolarizado voluntariamente a través del sistema bancario (de manera directa o indirecta vía pago de impuestos).
- Evaluación del umbral: Si el efectivo circulante no cruza el nivel predeterminado (por ejemplo, el 50% del nivel de circulante al momento de anunciar la dolarización), entonces se continúa en un esquema similar al de El Salvador, donde el peso no pierde validez y el BCRA no está obligado a convertir esos pesos por dólares.
- Segunda etapa (esquema ecuatoriano): Si el nivel de circulante en pesos es menor que el nivel predeterminado, entonces se pasa automáticamente a un esquema ecuatoriano, donde se inicia un nuevo plazo (por ejemplo, otros 12 meses) luego del cual el peso pierde su validez como moneda de curso legal. Ahora sí el banco central tiene la obligación de cambiar los pesos remanentes por dólares.
En este escenario, el BCRA tiene dos beneficios:
- Tiempo para acumular reservas: Gana tiempo para acumular reservas, lo cual es más sencillo una vez anunciada una dolarización que intentando mantener el peso a flote, como este año y medio demuestra.
- Reducción del circulante: Se reduce el monto de circulante que el BCRA estaría obligado a cambiar por dólares.
Los plazos y el umbral del circulante remanente que gatilla un paso al esquema ecuatoriano pueden ser ajustados, dándole flexibilidad a la implementación de una propuesta de este estilo.
Una propuesta más accesible: El Salvador
La dificultad del caso híbrido es que el Congreso argentino preste su voto para eliminar el peso. Esto no hace imposible una dolarización, como muestra el caso de El Salvador, donde el dólar y el colón poseen estatus de curso legal y el sistema financiero está dolarizado.
En términos legales, el colón mantiene vigencia legal. En los hechos, tanto el circulante como el dinero bancario son dólares americanos. El Salvador dolarizó formalmente su economía al darle al dólar estatus de curso legal sin quitárselo a sus colones, y al transformar los depósitos bancarios en dólares.
Este esquema es más fácil en términos políticos dado que no requiere el capital político de quitarle curso legal al peso. Es también una manera “legal” de hacer frente a las dudas sobre la constitucionalidad de una dolarización.[1] La desventaja de una dolarización al estilo salvadoreño sobre el ecuatoriano es que el primero deja la puerta abierta a un retorno al uso del peso como instrumento de extracción de rentas (alta inflación, crisis cambiarias, etc.)
Competencia de monedas vs bimonetarismo
Es importante separar términos. Hoy Argentina continúa funcionando en una economía bimonetaria donde el gobierno ofrece una moneda (el peso) que el mercado no demanda, y el mercado demanda una moneda sin estatus de curso legal y sujeta a diversas restricciones en el mercado de capitales, el dólar.
Argentina, hoy, no tiene un régimen de competencia de monedas, lo cual requiere que las monedas en competencia estén en igualdad de condiciones. Un genuino régimen de competencia de monedas requiere darle al dólar estatus de curso legal. Una “dolarización” endógena bajo el actual régimen bimonetario es muy poco probable.
Los verdaderos requisitos para dolarizar
Si los dólares que se necesitan para dolarizar son exagerados por los críticos, ¿qué hace falta para dolarizar? Al menos tres cosas:
(a) Apoyo de la opinión pública: Argentina es una economía informalmente dolarizada; ni siquiera las autoridades monetarias del país ahorran en pesos. Este punto no es una restricción.
(b) Un plan técnico de implementación: Hay diversas maneras de dolarizar. La propuesta en este blog es una de ellas. Las condiciones ideales para dolarizar no son las condiciones necesarias para poder hacerlo. Por lo tanto, este punto tampoco es una restricción.
(c) Voluntad y poder político: La restricción que enfrenta una dolarización en Argentina es de poder y/o motivación política. Esta es la restricción que una dolarización en la Argentina debe resolver. Este post ofrece dos ejemplos que permiten afrontar distintos niveles de restricción política. Por supuesto, se pueden pensar muchas otras maneras de hacerlo.
Conclusión
La pregunta del título tiene una respuesta clara: sí, Argentina se podría haber dolarizado al cambio de gobierno, de haber existido la voluntad y capital político. Los obstáculos técnicos y financieros que suelen citarse son, en gran medida, mitos que no resisten el análisis de experiencias internacionales exitosas.
La evidencia histórica de Ecuador y El Salvador demuestra que no se necesita el 100% de respaldo en reservas para dolarizar. El proceso puede ser gradual, aprovechando tanto el sistema bancario como los mecanismos de recaudación fiscal para facilitar la transición. Las reservas del banco central, lejos de agotarse, pueden incluso incrementarse durante el proceso. Entre los beneficios, se suma que la recaudación fiscal pasa a ser en dólares eliminando el descalce cambiario del Tesoro.
Lo que realmente falta no son dólares, sino voluntad política. Argentina ya es una economía informalmente dolarizada con amplio apoyo público a esta moneda. El esquema híbrido como el salvadoreño son dos ejemplos de cómo se puede afrontar el problema técnico de diversas maneras.
El costo de no dolarizar se hace evidente cada vez que el país enfrenta una nueva crisis cambiaria. La volatilidad monetaria seguirá siendo un lastre para el crecimiento y la estabilidad mientras persista el mito de que la dolarización es técnicamente imposible. Es hora de que el debate se centre en los verdaderos trade-offs de política económica, no en obstáculos imaginarios.
Deja tu comentario