Por: Carlos Newland
Marzo 2024
Emilio Coni fue un economista argentino muy destacado, que ha sido completamente olvidado. Profesor de Economía Rural de la UBA y Experto de la Liga de las Naciones, escribió sobre temas económicos, rurales, históricos y filosóficos. Publicó en 1933 un texto extraordinario que tituló “El proceso económico de un Pedazo de Pan”. 25 años más tarde Leonard Read escribiría “I, Pencil”, un trabajo que adquirió difusión internacional que explicaba la complejidad económica de fabricar un lápiz. El ensayo de Coni merecería haber tenido esa misma fama internacional. Allí buscó describir la complejidad de los intercambios realizados en el mercado con el objeto de producir un simple pedazo de pan. Esta complejidad muchas veces no era entendida y ello generaba que se cometieran gruesos errores de política económica. Primero, marcará Coni, están los consumidores demandantes del alimento, un grupo fraccionado ubicado frente al vendedor al público, el panadero. Este tiene que contratar y retribuir a su mano de obra, abonar los impuestos, computar las amortizaciones de sus maquinarias y pagar la energía consumida. Luego Coni se ocupa de uno de los insumos del panadero, la harina. El molinero debe adquirir el trigo y abonar también salarios, considerar la amortización de sus equipos y pagar impuestos y seguros. El precio del trigo incorpora los fletes ferroviarios necesarios para traerlo del campo a la ciudad. Entre el agricultor y los molinos estaba el acopiador, que a la vez de reunir y clasificar el grano brindaba financiamiento a los productores. Coni destaca los distintos niveles de empresarialidad requeridos en cada fase del proceso. El economista marca la importancia del crédito, ya que el pan que se consumía habían tenido un largo proceso previo a su compra, transito que necesitaba del crédito en cada etapa. La producción de un pedazo de pan –como el de cualquier otro bien- tenía una extraordinaria complejidad que no se entendía siempre. La intervención pública al proceso de producción encarecía el producto, fueran impuestos o regulaciones laborales.
Claramente de orientación favorable al libre mercado Coni redactó la “Carta a un Marciano” (1933) donde explicaba a los extraterrestres muchas consecuencias de la intervención pública en la Tierra: la mayor regulación de la actividad económica reducía la producción y generaba desocupación. Las empresas estatales generaban pobreza ya que sus ingresos no cubrían sus gastos y todos debían recurrir a ingresos impositivos para mantenerlas. Ortega y Gasset, del cual Coni era discípulo, había indicado que los argentinos tenían incorporada en su cultura la idea de un Estado hipertrófico y excesivo. Desarrollando las ideas de este filósofo, Coni escribiría “El hombre a la Ofensiva” (1930) donde enfatizaba que el argentino era un gran creyente en el “Estado-Providencia”, una entidad que el ciudadano creía le solucionaría sus problemas laborales ofreciéndole empleo sin pedirle mucho a cambio. En otro trabajo se ocupó de la proliferación de la emisión de títulos públicos de deuda iba absorbiendo todo el crédito disponible dejando poco y nada para la inversión privada. La alta tasa de interés que pagaba los bonos haciendo que fuera más redituable a los empresarios vender sus empresas, que tratar de producir intentando lograr esa rentabilidad con alto riesgo.
La vida de Emilio Coni finalizaría abruptamente en 1943. En ese momento se desempeñaba como Presidente de la Comisión Nacional de Granos. Una de sus medidas había sido cesantear uno de los empleados que presentaba continuos problemas de comportamiento e indisciplina. Este empleado había sido trasferido a la sede central del organismo en una práctica común de las dependencias públicas de “sacarse de encima” a los trabajadores problemáticos. Una mañana esta persona esperó a Coni a la entrada del Edificio Tornquist donde se alojaba la Comisión y sacando una pistola le descerrajó cinco tiros. El economista murió casi inmediatamente.
*Carlos Newland es Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA y Miembro del Consejo Cultivo del Instituto Acton Argentina.
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