l siguiente artículo fue escrito por un alumno de la Diponline2025 – Diplomatura Online en Antropología de Mercado y Doctrina Social de la Iglesia- en el marco de la formación recibida durante la misma, desarrollada entre marzo y junio de 2025. Su contenido forma parte del proceso académico y reflexivo que los participantes llevan adelante a lo largo de la cursada.

 

Por Mario Roque Sorhondo
Para el Instituto Acton Argentina
Julio 2025

Estando cerca de Betsaida, en Galilea, Jesús está hablando del Reino a la muchedumbre, se acercaba la noche, empiezan a tener hambre, solo tenían cinco panes y dos peces, eran miles de personas. ¿Qué hacer? ¿Cómo harán para comer? Los apóstoles preguntan al maestro y él les dice:

 “Denles de comer ustedes mismos” (Lc 9, 13)

 ¿Ellos quedan desconcertados!

En otro pasaje de la vida de Jesús, nos habla de un dueño de un campo que salió temprano y en distintos momentos del día, a contratar obreros; pero al fin del día, sorprende a todos los jornaleros porque le pagará un denario a cada uno, sin considerar el tiempo trabajado. 

Nuevamente el maestro desconcierta; también en este relato nos dice que ese dueño, al fin del día les paga a todos por igual, sin considerar el tiempo trabajado de cada uno; repito, habiendo aun diferentes esfuerzos realizado en el horario trabajado.

Según la cosmovisión cristiana, emerge una nueva forma de evaluar, de generar y de distribuir la riqueza.

El anuncio del reino de los cielos y su justicia no termina solo en lo espiritual con su posterior conversión, sino que el reino de Dios se completa con las riquezas que generan los bienes materiales y que alcanza, según la necesidad, a cada prójimo. 

En definitiva, esta es la conclusión que un creyente saca del caso. 

Se podría decir que esta conducta planteada en el evangelio, desde ya repetidas veces expresadas en este relato, nos hace crujir el ordenamiento del pensamiento humano. 

Primero hay que darles de comer y luego pagarles a todos, el valor de la jornada, dando por igual, el importe de un denario, cubriendo así las necesidades de todos. Es natural de entender que luego de distribuir la paga a cada uno, la riqueza sobrante, si las hay, quedará en manos del propietario de dicho campo.

El Maestro, también hoy siglo XXI, nos desconcierta también a nosotros; dueños, empresarios, trabajadores y profesionales, que queremos ir tras de Él.

La vocación del empresario, con su llamada clara a resolver la escases de la riqueza con su impronta creativa, se debate dentro del sistema de libre producción llamado sistema capitalista, aunque imperfecto hoy por hoy, acompañado por el aporte también creativo de la fuerza laboral que contrata; ambos buscan de manera mancomunada generar riqueza para la humanidad.

“Busquen el reino de Dios y su justicia que el resto se les dará por añadidura”

A juzgar por sus palabras el Maestro nos vuelve a desconcertar; nos hace ir más allá de la realidad de escases que se nos presenta a diario, en las necesidades de alimentación, de habitad, de educación, etc. etc. etc. Nos propone creer en sus palabras proponiéndonos una nueva jerarquía de elección en la vida cristiana.  Nos propone primero de creer en su amor de padre eterno que vela por sus hijos. Capital y trabajo son esos dos peces y cinco panes, que el maestro necesita para saciar a la humanidad de sus necesidades, para la salvación y concreción del reino de Dios y su justicia. Su palabra no debe terminar en un anuncio, si se quiere espiritual, sino debe realizarse su querer en la encarnación humana.

Es desconcertante pensar, que, compartiendo los frutos de las riquezas con los hermanos, al modo del evangelio, genere mediante la llamada economía del DAR, la solución para un vivir de modo adecuado a las necesidades humana y en paz y que alcance a todos en su propósito.

Nos es fácil comprender los procesos que nos direccionan, a través del tiempo, hacia ese compartir de manera en Paz y reciproca de los bienes, según la cosmovisión cristiana; atravesando difíciles diferencias de resolver, donde sistemas contrapuestos deben sentarse a dialogar para evitar conflictos, distanciamientos, huelgas, exclusiones y hasta guerras que solo y únicamente, dichos bienes, fueron creadas por Dios creador del universo.

La verdadera amenaza del Sistema Capitalista reside en la corrupción que habita tanto en empresarios, estado y trabajadores, que, beneficiándose de una posición dominante y estratégica, dañan el fruto de lo generado de manera comunitaria, aunque ello no se busque con dicho fin de conseguir.

San Pablo en una de sus cartas a las comunidades, les subraya que aquel que no trabaja: “que no coma”; pudiéndose decir hoy, que dicho consejo alcance a los políticos, donde deberían administrar los impuestos en función del bienestar común y no propio;  o al empresariado, con su genio creador y generador de soluciones, ofreciendo productos y servicios producidos de manera lícita;  y a trabajadores representados por organizaciones sindicales, representantes  de las fuerzas laborales, compartiendo riesgos a la par del empresariado.

Por último, el Maestro nos vuelve a condicionar el accionar diario, al anticiparnos de como será el juicio final, al cual cada uno deberá responder a un examen, de como utilizo y fructifico los bienes recibidos.

Solo dando se recibe. Y dando nos habilitamos a pretender entrar en ese reino que nos decía cerca de Betsaida, en Galilea.

 

Introducción

Democratización del bienestar:

Hasta hoy, cumpliéndose el primer cuarto del siglo XXI, no se puede negar que el sistema Capitalista, ha ayudado a la humanidad a organizar la vida de supervivencia, hasta el día de hoy mejor encontrado. La liberación en el método de producción y comercialización, fruto de la libre creatividad en sus acciones, dan a la sociedad oportunidades de resolver sus problemas vitales. Puede sustentarse lo antes dicho, observando los avances logrados en materia de resolver las necesidades básicas del ser humano; referido al hábitat, alimentación básica, instalaciones sanitarias, progreso, comunicación, salud, educación, necesidades comunitarias, etc. etc.

La base de la verdadera justicia social se basa en la comunión del conocimiento, el capital y el trabajo, donde el Estado acompaña con la creación de soluciones que favorezcan al desarrollo de ambas fuerzas que generan la riqueza.

El Estado por sí mismo no genera riqueza, es el capital y las fuerzas creativas encerradas en el esfuerzo cotidiano del ser humano, sea emprendedor, financista, profesional, investigador o trabajador, quien las proporciona en el intercambio en una unidad económica, llamada empresa, productiva o de servicios.

El sistema capitalista de mercado, teniendo en cuenta a sus factores de generación de riqueza, es el que invierte, produce y genera bienes que necesita satisfacer la sociedad.

Dueños, inversores y asalariados se ven beneficiados generando una verdadera cadena de valor, donde todos pueden acceder a los beneficios básicos generados por todos.

También el asalariado comparte porcentualmente, mediante un salario o no, de los frutos del sistema capitalista, donde el Estado debe intervenir de la manera menos perjudicial, ya sea con imposiciones que obstaculicen el verdadero espíritu de riesgo y desafiante en la generación de riqueza.

No es malo obtener del sistema generativo de riqueza emprendedora, impulsado por resolver carencias, los progresos realizados tanto individuales como colectivos, con procedimientos lícitos.

Se cometieron muchos errores…

No hay sistema de generación de riqueza sin libertad individual, sobre todo en lo referente a la creatividad. 

El principio de hacerle al otro, aquello que no nos guste que se haga como a uno mismo, existe en la mayoría de las confesiones religiosas, como ser: cristianas, judías, mahometanas, hinduistas, taoístas, otras. Incluso dentro de las personas agnósticas que no tienen experiencia religiosa alguna, que se manejan con buena voluntad en los hechos de la vida, sobre todo en acciones hacia las personas.

Con el advenimiento de la industrialización y del progreso de la conformación del sistema democrático, no aceptado en algunas regiones en parte; se abrió un proceso de idas y vueltas en el campo de lo económico y de derechos individuales, explicitados en las decisiones, con errores y aciertos, en hechos productivos, con sus retrocesos también en abusos.

Entre las personas, que llevaron a excesos a la condición humana; agravados por la falta de diálogo que hubieran evitado malos entendidos, generaron una mala imagen con hechos repudiables, impulsados por personas no éticas, que edificaron una falsa imagen del sistema capitalista de mercado, como construcción individualista.

Las organizaciones religiosas, enfocadas en los perjuicios sobre la vida de las personas, llevaron a calificar de manera injusta, a aquellos empresarios éticos y financistas que desarrollando su accionar y apuntando a resolver carencias humanas, quedaron sumergidos en una mala opinión hacia un mercado impulsado por un libertinaje, lejos de una verdadera libertad honesta, en el ámbito del intercambio de bienes y servicio transables.

El leguaje ético, lleno de valores religiosos, quedo hasta desvalorizado a falta de referencia. Por ello quedó señalado como dureza de corazón, con mezquindades humanas, el verdadero y lícito espíritu emprendedor.

“La industrialización creó posibilidades laborales desconocidas hasta ese momento y elevó el nivel de vida de todos, incluso de las capas más bajas.” …

“Las guerras mundiales forzaron al Estado a convertirse en el principal agente económico”.

El Estado pasa a ser el verdadero problema cuando quiere constituirse en actor industrial y comercial, prescindiendo de la creatividad del empresariado trabajador y no especulador; al verdadero factor de progreso.

Con la pretendida injerencia en la justicia social y humana, termina lesionando el verdadero valor de la creatividad y emprendimiento, y como consecuencia desfigurando la justicia social. Contaminadas las decisiones con prácticas, sin riesgos asumidos, dejando en muchos casos el interés de progreso económico, dando paso a una actividad política donde se hace creciente la corrupción de las relaciones sociales y públicas.

Nace el clientelismo político corporativo que termina asfixiando una sociedad comunitaria y democrática, transformando la sociedad en una sociedad corporativa. Utilizando al sindicalismo como herramienta de agresión para el empresariado en general y en su mayoría, no en defensa de injusticias verdaderas.

Por otro lado, el mercado al no poder autorregularse frente a la condición humana, exigidas en el exceso en horas de trabajo, bajas remuneraciones que no permiten la subsistencia a las personas, coartándole al trabajador su progreso humano, en la educación, habitad y salud; termina por deslegitimarse a sí misma.

Encontrar en los hechos el equilibrio fundamentado en ese proverbio religioso de       

                    “amar al prójimo como a uno mismo” 

generaría esperanza e ilusión de una vida mejor y legítima, por parte del Sistema Capitalista de mercado enfocado a la persona y no solo al dinero independizado de la condición humana. Autorregulado por sí mismo y no por ninguna organización llamada Estado.

Estamos en una encrucijada; entre un soñado proceso de desarrollo por alcanzar ese tan añorado equilibrio de convivencia económica y humana, orientada a la vida en comunidad, o una Política prebendaria, con múltiples exesos y desordenes con consecuencias nefastas, orientado a un individualismo que no se salva solo.

Se hace necesario de generar un verdadero sistema que garantice la condición humana, libre y generadora de riquezas unidas a lo financiero. Donde la necesidad de uno y de otros, pivoteen el progreso inmediato humano.

La falta de diálogo ético y comprensivo entre las partes, impide hasta hoy, primer cuarto de siglo XXI; por un lado, frenar desvíos tanto del orden sindical, con feroces huelgas con imposiciones sindicales agresivas; como por otro lado del uso coercitivo de la fuerza para sostener un orden injusto a todas luces, donde el capital no podrá desarrollarse en su potencial legítimo. 

Es necesario un ético desarrollo de sistemas de acuerdos, tanto políticos, económicos y sociales, de orden universal, con respaldo institucional; tanto de la ONU y organizaciones menores, que lo garanticen, llevándonos a evitar guerras fratricidas entre pueblos o sectores, que empañan la condición humana; retrotrayendo a tiempos remotos, donde la fuerza era generadora de derechos.

Las diferencias de ingresos, entre los pueblos y naciones, generan desigualdades patrimoniales, que impulsan conflictos locales, regionales y nacionales.

Las últimas crisis financieras del 2008, desempleo en diversos sectores, como distintas formas del lavado de dinero, por decir algunos emergentes; conspiran con la realización de una sociedad más justa, equilibrada y asimétrica.

“Lo decisivo no es que reine la igualdad, sino que aumente el efectivo y palpable bienestar de todos, también en las capas más humildes de la Sociedad”

La riqueza sólida y verdadera lejos de esfumarse, nace del capital de la inversión, puestas a trabajar. Subsidios exagerados distorsionan precios y salarios que terminan por desequilibrar toda sana sociedad. La inflación hace más ricos y más pobres. El bien común es atacado, generando desintegración, por varios sectores, sobre todo por el opulento Estado que, con su potestad de emisión de dinero, representando falsamente riqueza, proporciona desequilibrio y más allá de pauperizar el ingreso del asalariado, hoy por hoy, es fuente de desintegración de un sistema de mercado fraterno y solidario.

Finalizando.

Seguimos buscando en el tiempo y en la humanidad, un sistema que genere y proteja los bienes propios y el bien común, que alcance a todos de manera justa.

Para lograr una economía libre, igualitaria y fraterna, deberá ser construida por personas con ideales nuevos. De ahí la impronta de generar una economía del dar.

La experiencia fallida de ideales marxistas, nos indican que, al desarrollarse en sociedades socialistas, luego de haber pasado por una economía planificada, anulando el espíritu emprendedor, han dejado pobreza o conviven hoy con ella. 

En una economía de mercado, que no tenga en cuenta el desarrollo mínimo de la persona con sus necesidades, corre el riesgo de dejar insatisfecha a las mayorías, favoreciendo huelgas y protestas, generando adversidades propias de los sectores desatendidos. 

Considero que el Estado debe salvaguardar una sociedad equilibrada, con leyes y normas, según las regiones y estados; cuidando el libre ejercicio de la producción y el trabajo, cuidando los ingresos mínimos y necesarios para el desarrollo equilibrado de las personas, donde el individuo; sea empresario, trabajador financista o funcionario; se desarrolle en Amor y unidad. Donde esa pequeña porción de inválidos, marginados y enfermos; desde el espíritu religioso sean atendidos.

MARIO R. SORHONDO

L.A. / Cdor.