Por Marcelo F. Resico*
Publicado en Revista Criterio
http://www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/2015/07/15/un-solo-capitalismo-o-varios/
La obra Un análisis moral y económico de la economía de mercado. Fundamentos y desafíos en una era global (Ediciones cooperativas, Buenos Aires 2015) de Samuel Gregg resulta una lectura muy interesante y estimulante por diversos motivos. En primer lugar es una descripción fundamentada y amenamente redactada de los elementos esenciales de lo que el autor denomina la “sociedad comercial,” es decir, de los aspectos centrales del desarrollo económico en la modernidad, que se realiza sobre todo en la primera parte. Esta descripción de los fundamentos del sistema económico, que se han dado ligados al despliegue de la libertad, es importante hoy día puesto que por un lado sociedades como las denominadas “países emergentes,” buscan ese desarrollo económico. Por otro lado en muchos países, denominados avanzados, debido a que el fenómeno se produjo hace ya siglos, se encuentran ante disyuntivas al respecto, y particularmente los principales elementos han sido dados como por supuestos y quizás descuidados.
Otro aspecto destacable de esta presentación es que el autor se distancia de planteos espontáneos, mecánicos y evolutivos para enfatizar la necesidad de condiciones éticas e institucionales específicas para su funcionamiento. En cuanto a los elementos más importantes el autor se basa en la tradición que va de los antecedentes medievales, pasando por el Iluminismo escocés y el continental, hasta los autores actuales. Señala la importancia del rol del “interés propio,” la racionalidad del cálculo comercial y la virtud del “autocontrol”. Asimismo destaca el “imperativo creativo” en el rol del empresario, junto a la “sabiduría práctica” para la realización de emprendimientos. Explica la división del trabajo, la competencia, el rol del dinero, del crédito y de la banca, así como la necesidad crucial de la “confianza” en la vida comercial. El autor hace gala de imparcialidad al mencionar asimismo las críticas que tanto Adam Smith, como especialmente Adam Ferguson, realizan a la sociedad comercial en cuanto a las consecuencias de la pérdida de humanidad en el trabajo, de los vínculos afectivos y sociales.
Luego desarrolla los elementos y condiciones del orden institucional como el derecho a la propiedad privada, la libertad de asociación, la libertad contractual, el imperio de la ley, y las garantías constitucionales contra el gobierno arbitrario. El constitucionalismo, nacido de la convicción de imponer límites legales al gobierno, apunta a reducir la arbitrariedad, inconsistencia e incertidumbre con respecto a la aplicación de la ley que, se argumenta, tiene consecuencias en la inversión y el crecimiento económico. El estado en la sociedad comercial tiene el rol fundamental de hacer cumplir las leyes. Con respecto al problema de la concentración del poder privado y su influencia sobre el ámbito público, el autor asocia estos fenómenos en forma exclusiva a la acción del estado y al “corporativismo,” Por lo que no se mencionan las leyes de defensa de la competencia que otros autores incluirían en el marco legal de la economía de mercado.[1]
En segundo lugar la obra constituye una argumentación importante acerca de los peligros o desafíos que encuentra la sociedad comercial, que se realiza en la parte dos. A este respecto el autor destaca el expansionismo de la esfera política, las demandas igualitarias, y la democracia. En esta sección el hilo conductor es la tendencia a erosionar los principios y valores de la sociedad comercial por la injerencia del principio de igualdad, sustentado sobre todo por la lógica democrática. Con respecto a la concepción de la igualdad, el autor distingue entre igualdad a nivel de la “dignidad humana,” que sería compatible con la sociedad comercial, de la “igualdad de resultados” que sería incompatible. El argumento es que si bien la sociedad comercial, debido a su productividad, mejora con el tiempo el estándar de vida de todos, requiere la aceptación de la desigualdad, dado que esta constituye el incentivo para el avance y el crecimiento económico.
A partir de este punto de vista se despliegan una serie de argumentos que critican los diversos intentos de impulsar la igualdad, desde propuestas como el comunismo, el keynesianismo, el populismo, el estado de bienestar y la “tercera vía”. Los dos primeros, según el autor, fracasaron en la práctica por la caída del muro de Berlín y el desprestigio de la economía keynesiana a fines de los años 70s. Los dos últimos, caracterizan al modelo del centro y norte de Europa que, en su opinión, no sería sostenible. El argumento central es que la redistribución debilita los incentivos a trabajar y producir, así como el espíritu empresarial, mientras que los impuestos y las regulaciones –sobre todo laborales– obstaculizan el funcionamiento del mercado y la creación de puestos de trabajo.
En cuanto a estos puntos de vista la obra resulta, sin dudas un gran estímulo al debate intelectual y de políticas comparadas. Si bien los argumentos del autor en la crítica de los diversos sistemas igualitaristas son importantes, es probable que resulte polémico el esfuerzo por reducir a un segundo plano –con respecto a la libertad– los principios de la igualdad y de la democracia, que muchos consideran centrales en la evolución de las sociedades modernas. En conclusión la obra constituye un importante desarrollo de los principios económicos, institucionales y morales del aspecto económico de la sociedad moderna, y una valoración desde una interpretación bien argumentada, que sin dudas es una gran oportunidad para la reflexión y el debate académico y de políticas públicas.
* Departamento de Investigación, Facultad de Ciencias Económicas, UCA.
[1] Acemoglu Daron and Robinson James, (2012) Why Nations Fail? The Origins of Power, Prosperity, and Poverty, Crown Business, New York.
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