Temas para un encuentro con la tradición liberal clásica[1]
Por Mario Šilar
Para Instituto Acton Argentina
Agosto de 2014
‘If social phenomena showed no order except in so far as they were consciously designed, there would indeed be no room for a theoretical science of society and there would be, as is often maintained, only problems of psychology.’[2]
‘Si se aprecia la unidad en la diversidad entonces es posible hablar de orden natural, si en cambio no se puede conocer la unidad en la diversidad, no se puede hablar de orden natural. Entonces todo orden es artificial, vale decir, elaboración racional humana.’[3]
Entre 1882 y 1960 calaron en el puerto de Buenos Aires más de 2300 barcos transportando inmigrantes –principalmente de Europa–, que arribaron en busca de nuevas oportunidades de trabajo y progreso. Los eslovenos, provenientes de una pequeña región en los Alpes julianos –fronteriza con el noreste de Italia y el sur de Austria y en la bisagra entre Europa central y Europa del este– llegaron principalmente en tres oleadas a la Argentina: 1878-1914, 1919-1938 y 1947-1949. En los barcos de aquella tercera oleada, conocida como la “emigración política eslovena” (conformada por familias anticomunistas que huían de las represalias de los partisanos de Tito) llegó Milan (Emilio) Komar…; también alguien menos conocido, mi padre Marjan Šilar.
No tuve a Komar de profesor y sólo pude escucharlo en unas pocas conferencias entre 1998 y 2003 –recuerdo particularmente una en el Ateneo de Rodríguez Peña donde junté valor para presentarme y hablar brevemente con él–. Afortunadamente tuve a grandes profesores que gozaron de las enseñanzas de Komar y marcados por su impronta maduraron lo que en el ambiente filosófico universitario se conocía como “los komarianos”[4]. También pude disfrutar de la amistad de compañeros que sí tuvieron a Komar como profesor, constituyendo algo así como una tercera o cuarta generación de “komarianos”, por medio de quienes pude conocer más anécdotas, precisiones conceptuales y comentarios de las enseñanzas del ilustre y humilde profesor. No llego a la suela de los zapatos de la articulación y las intuiciones metafísicas komarianas, por lo que no me considero un komariano. No obstante las grandes líneas de su propuesta conforman buena parte de mi visión del mundo; sus advertencias sobre el valor y la “prepotencia” de la realidad, y el peligro de los intelectuales de encerrarse en quimeras analítico-conceptuales constituyen un saludable llamado de atención para evaluar frecuentemente mis prácticas y hábitos intelectuales[5].
Mi investigación gira en ámbitos periféricos y no centrales a la metafísica como son los de la relación entre la racionalidad económica y la filosofía moral, la relación entre instituciones y teoría de la acción, o la relación entre la teoría de la empresarialidad y el pensamiento social cristiano. Sin embargo, sigo desde la distancia los textos que se publican de Komar, cosa que me permite seguir aprendiendo de su enseñanza y poner en blanco sobre negro lo esencial y lo accesorio en la vida intelectual. El paso de los años y la fortuna de haber conocido distintas tradiciones de pensamiento me ha permitido revalorar la originalidad, la profundidad, la “salud” intelectual y el carácter profético de buena parte del pensamiento de Komar. Asimismo, esto me ha permitido tener una actitud más constructiva y tender puentes respecto de mi formación en Tomás de Aquino y la particularidad de la aproximación komariana al doctor angélico.
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A primera vista, el título de este escrito puede causar algo de estupor al lector desprevenido. No pretendo argumentar que se debe hacer una lectura ideológica en clave liberal del pensamiento de Komar. Tampoco pretendo hacer caso omiso de la incompatibilidad metafísica (fenomenismo, subjetivismo, rechazo de la metafísica, agnosticismo) entre importantes referentes del pensamiento liberal y la perspectiva metafísica robusta que propone Komar. Son conocidas las advertencias de Komar sobre la confusión que existe en el liberalismo[6], y no duda en señalar a la masonería y al liberalismo (in lato sensu) como los causantes de las recurrentes crisis que padece la Argentina[7].
No obstante, como el mismo Komar afirmaba creo que una lectura de autores de la tradición liberal que intente “hacerse lo otro en cuanto otro” permite “descubrir las razones que están en el otro punto de vista” para estar “en condiciones óptimas de encontrar el lenguaje que al otro le llega”[8]. Confieso que quiero ejercer aquí una actitud de realimentación, también deseo encontrar el lenguaje que exprese la realidad que se ve desde el pensamiento liberal para “que llegue” al pensador formado en Komar. Esto lograría en definitiva, hacer “factible el diálogo benévolo, en el cual se plantean las preguntas y se formulan las respuestas ‘sin envidia’”[9]. En definitiva, creo que esta actitud que tan bien han desarrollado Komar y sus discípulos en su lectura del marxismo, de la obra sartriana o de la Escuela de Frankfurt por mencionar solo algunos ejemplos, es la que no he visto muy desarrollada, todavía, respecto de algunas intuiciones presentes en la obra de pensadores como Eugen Böhm-Bawerk, Carl Menger, Ludwig von Mises, F. A. Hayek, Israel Kirzner o James Buchanan, por mencionar algunos autores que se integran una tradición de pensamiento pero con importantes diferencias entre sí, obviamente.
La idea de buscar una confluencia de horizontes entre la tradición liberal clásica y el pensamiento de Komar viene inspirada por la reciente lectura de la muy cuidada traducción española de Pot iz mrtvila (“La salida del letargo”), edición de 1965[10], que reúne una serie de trabajos escritos en esloveno –dirigidos en gran medida a la comunidad eslovena en su reciente llegada a la Argentina–, y elaborados mayormente durante los años ‘50. Se puede observar la agudeza desarrollada por una persona enfrentada a la barrera idiomática y el desarraigo para aprender a leer gestos, actitudes e intenciones en las personas y el entorno. También se puede observar la influencia de la comparación y contraste entre su experiencia vital pasada en Europa central y el encuentro con los nuevos desafíos y tensiones que enfrentaba la comunidad inmigrante y la sociedad argentina en aquellos años. Sin duda esta singular experiencia de cruce cultural contribuyó a fortalecer la finísima capacidad de análisis psicológico y espiritual que dota a la metafísica de Komar de un fuerte anclaje existencial.
Del amplio abanico de temas y puntos de confluencia, en lo que sigue me concentraré en relacionar algunas ideas que encontré en el filósofo esloveno con un autor de la tradición liberal clásica y, en concreto, en un tema que podría servir de punto de partida para un programa de investigación futuro. Se trata de una de las tesis centrales de la obra de Friedrich A. Hayek vincuada con su análisis del problema cognoscitivo que acaece en las sociedades extensas: la “fatal arrogancia”(the fatal conceit)[11] que invade la concepción tecnocrática de la tecnocracia. Hayek supo detectar el fuerte impacto que esta actitud genera en la acción gubernativa y en concepción de las instituciones de la vida social.
Los comentarios que hace Komar en los que encuentro algún punto de contacto con lo que destaco de Hayek constituyen un punto menor y algo tangencial de los temas centrales de La salida del letargo. Aunque me parece oportuno destacar la agudeza intelectual que manifestó el filósofo esloveno para intuir tempranamente la raíz de algo que en la década del cincuenta estaría todavía en ciernes, pero que actualmente constituye el centro del drama de la crisis institucional imperante[12]. Asimismo, detrás de la crítica hayekiana a la fatal arrogancia (consecuencia del ‘racionalismo constructivista’[13]) subyace un problema filosófico de gran calado como es el del status del orden social. Hayek propondrá una distinción fundamental entre dos tipos de órdenes que se observan en la vida social. Esta distinción sirve para poner de manifiesto el nudo central del problema. En efecto, de la aceptación de la existencia de los órdenes emergentes o espontáneos –no directamente identificables desde la dicotomía clásica entre orden natural y orden artificial– se desprenden importantes consecuencias en la comprensión de la agencia gubernamental y el rol de las sociedades intermedias (personas, familias, asociaciones, etc.) en la vida social.
En este sentido, la crítica komariana a la actitud de dominio presente en el espíritu de “sistema” y en el racionalismo contemporáneo, diseccionando el fondo metafísico subyacente a esta actitud ofrece un marco de conceptual muy sólido para situar más adecuadamente la intuición hayekiana. A su vez, el análisis de Hayek propio del quien es un ‘filósofo de frontera’ con inquietudes interdisciplinares y un conocimiento más específico –propio de su formación en ciencias jurídicas y economía– de los problemas concretos que genera la tecnocracia en la vida social, serviría para dotar de mayor contenido a las intuiciones komarianas en esta materia. Por citar un ejemplo, Komar destacará la descomposición social incipiente presente en la expansión de la burocracia pero no explicitará el proceso concreto por el que esta se lleva a cabo. Hayek a través de distintas distinciones (conocimiento formal vs. el conocimiento tácito o contextual de los agentes), y observaciones concretas (problema de incentivos perversos, consecuencias no intentadas que afloran en el actuar del agente gubernamental, etc.), permite dar mayor forma a la intuición komariana. ignorar
Dicho en términos más amplios, creo que algunas intuiciones presentes en autores de la tradición liberal pueden suponer un buen aporte para el progreso en el contexto de la filosofía social de inspiración komariana. Ello permitiría destrabar algunos callejones sin salida que encuentro en el debate actual. En efecto, muchos pensadores cristianos aunque coinciden en señalar los problemas de la expansión burocrática de la administración contemporánea siguen apostando por la defensa de un Estado de bienestar no burocrático. En mi humilde opinión, esto es una quimera fruto de cierto atavismo afectivo del que es difícil establecer bases conceptuales sólidas que permitan un programa de investigación progresivo y auténtico. Del mismo modo, se suele mirar con buenos ojos la expansión de políticas y derechos sociales pero no se extrae la consecuencia implícita en términos de aumento de la tecnocracia y de amenaza a la libertad de las personas y de las asociaciones intermedias que esta expansión generaría.
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En el primer volumen de Law, Legislation & Liberty (1973), Hayek establece la distinción entre dos tipos de órdenes sociales: el orden “espontáneo” o emergente (grown orders = ‘cosmos’) y el orden “artificial” o “construido” (made orders = ‘taxis’)[14]. El orden concebido como cosmos remite a un orden no planificado que es fruto de la acción humana pero no del designio o planificación explícita de la mente humana (órdenes autogenerados o endógenos). El orden concebido como taxis remite a los órdenes deliberados o planificados por el ser humano (órdenes exógenos). Se trata del orden artificial construido por el ser humano. Este tipo de orden adquiere cierta visibilidad en la relación de mando y obediencia, en las estructuras jerárquicas y en la presencia de un agente investido de autoridad para introducir, pautar o dar forma a ese orden. Para Hayek esta distinción es fundamental para comprender los procesos de coordinación y cooperación en la vida social y el rol que juegan las políticas públicas[15].
Cualquier conocedor del pensamiento de Komar sabe que la obediencia a la realidad y el respeto al orden natural tantas veces señalado por el filósofo esloveno tiene más puntos en común con la asunción de órdenes emergentes que con la reducción de toda noción de orden a la de orden artificial o deliberado. En el ensayo sobre El Fascismo[16] Komar afirma:
“Si no hay un orden natural tiene que haber inevitablemente un orden artificial impuesto desde afuera y en ese caso no se puede dejar ningún rincón de la organización social sin estar convenientemente reglamentado”[17].
Se puede decir que tanto Hayek como Komar dan cuenta de que el poder y la administración sólo pueden actuar sobre el orden artificial o planificado. En cambio, los órdenes espontáneos se aproximan más a lo que en la taxomía clásica que utiliza Komar es el orden natural. Ambos, el orden natural y la el orden espontáneo poseen una propiedad común: su carácter no manipulable. Esto no significa que se tenga que identificar la concepción hayekiana de orden espontáneo con la komariana de orden natural, de inspiración clásica. Se trata simplemente de señalar insistencia, presente ambos pensadores –aunque esté apoyada en distintas razones y bases conceptuales– por defender la existencia de un ámbito ‘meta-orden artificial’, que no se identifica con el caos y la arbitrariedad. Por el contrario, este ámbito obedece a patrones de orden ajenos al solo diseño deliberado del ser humano, que se formaría como consecuencia de que la interacción humana está revestida, parafraseando a Adam Feruson[18], de mayor capacidad de orden del que explícitamente se proponen los agentes al actuar. Insisto, no se trata de decir que hay una simetría perfecta entre orden espontáneo en Hayek y orden natural en Komar. Lo que sí existe es un paralelismo entre lo que ambos señalan como orden artificial o diseñado, y una común defensa de una esfera de orden no diseñable por el ser humano y que es anterior al orden artificial. En síntesis, sí creo que se puede afirmar que en la noción de orden natural hay espacio para una esfera de órdenes emergentes o espontáneos que constituyen un punto central en la obra hayekiana. Finalmente, afirmar la existencia de estos órdenes no es contradictorio con la noción de orden natural, bien entendido que no son lo mismo.
Alguien puede pensar cómo es posible que se vincule la intuición hayekiana del orden espontáneo con la posición komariana que habla explícitamente de orden natural o artificial y no de orden espontáneo. Esta empresa supondría forzar el pensamiento de Komar. Esto sería vedad si se afirmar que el orden natural es un orden espontáneo. Sin embargo, lo que se defiende es otra cosa: que los órdenes espontáneos comparecen en un contexto próximo al del orden natural –considerado en sentido amplio– en la medida en que se trata de órdenes que surgen como resultado de la interacción naturalmente social del ser humano, mediadas determinadas condiciones institucionales (reglas de juego y pautas de acción inteligils) y antropológicas (capacidad de aprendizaje, interacción comunicativa).
Por otra parte, habría cierta base textual para intuir que el mismo Komar no se opondría a esta proximidad. El filósofo esloveno llega incluso a interpretar el clásico principio liberal del laissez faire como inteligible, en última instancia, por la existencia de un marco previo de orden natural: “‘Laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même’. ¿Qué implica esta afirmación sino un orden natural?”[19]
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En el ensayo “El derecho a ser diferente”, del año 1954, Komar aborda la noción del universo concebido como orden (kosmos) destacando su carácter de unidad en la diversidad. El activismo contemporáneo, que pierde de vista el valor de la contemplación teocéntrica del universo y del ser humano, sienta las bases para una consideración meramente utilitarista del mundo. En este escenario la diversidad y la diferencia se hacen incomprensibles. La diversidad termina siendo algo sospechoso para quienes detentan el poder. Komar afirma:
“El organizador moderno con frecuencia tiene miedo a lo espontáneo, a lo impredecible y por eso incontrolable. Quiere prever todo, encapsular la vida para que todo ocurra sólo según sus esquemas. Lo que ocurre fuera de su orden o aún en contra de él, limita y empequeñece las posibilidades de dominio (…) lo espontáneo, lo imprevisto, lo diferente y lo distinto son sinónimos de anarquía y desorden. ‘Nada fuera del Estado, nada sin el Estado, especialmente nada contra el Estado’, decía Mussolini, y con esto expresó la mentalidad prevaleciente en la organización actual. La organización y el orden existen con una especie de autonomía respecto de todos los fenómenos, que radicalmente excluye y persigue toda heterogeneidad: lo que se hace valer más allá de las iniciativas controladas es malo, peligroso y digno de aniquilación. El sistema de la organización se reduce a un sistema de dominio. Y esto no funciona sin reprimir la espontaneidad y sin cortar cabezas. (…) Por eso la organización dirige frecuentemente a la burocracia y el letargo.”[20]
Como se ha adelantado, Komar ofrece aquí una noción de lo espontáneo que no es sinónimo de anarquía o desorden. Lo espontáneo en Komar remitiría a un tipo de articulación de la vida social que queda fuera del sistema de control vertical, jerárquico, y planificado, característico del poder gubernamental, pero que resulta esencial para que la vida social conserve el orden y la unidad en la diversidad. Los órdenes espontáneos se generarían en contextos de respeto al orden natural subyacente a la vida social: “¿Hay orden natural o no hay orden natural? La realidad no es una fuerza ciega que avanza, y a la que la civilización intenta ordenar. Si la naturaleza tiene un orden en sí, entonces el mundo es creación. Si es creación, tiene que haber un creador. No se puede aceptar la presencia de un orden si se quiere negar la presencia del Creador”[21]. Aquí es donde los caminos en parte se bifurcarían pero en un sendero que no destruiría lo esencial para comprender cómo actúan los órdenes espontáneos en la vida social. Por ello, lo importante desde el punto de vista hermenéutico es insistir en que lo que se dice sobre los órdenes espontáneos y la acción de los agentes en el mercado no queda viciado porque el autor que tematizó esto no desarrolle explícitamente una metafísica creacionista. Aunque, paradójicamente, a la luz de una metafísica creacionista existan bases conceptuales más sólidas para entender el significado último de los órdenes espontáneos en la vida social, y ello vinculado a la dignidad y libertad humana. Dicho en otros términos, desde una metafísica creacionista no tiene por qué deducirse directamente la existencia de los órdenes espontáneos[22], una prueba de ello es, lamentablemente, la multitud de filósofos cristianos “creacionistas” que consideran que la noción de orden espontáneo es, metafísicamente hablando, una contradicción en los términos[23]. Sin embargo, una metafísica creacionista permitiría comprender con mayor profundidad la importancia de los órdenes espontáneos para la sociedad.
Evidentemente, el orden espontáneo supone la afirmación de una esfera de interacción social cooperativa que no puede ser generada por el agente en el poder, por eso se trata de un ámbito de interacción que debe ser respetado pero no manipulado invasivamente por el planificador de turno. Resulta coherente entonces que el planificador asuma una actitud defensiva, de sospecha y persecución hacia los órdenes emergentes, ya que para este tipo de mentalidad “lo que no se puede manipular es anti-inteligencia y como tal tiene que ser frenado, dominado”[24]. Por esto también resulta tan importante, a modo de contrapartida, que la ciudadanía tome mayor conciencia de la existencia de estos órdenes espontáneos ya que ellos constituyen, en última instancia, auténticos oasis de libertad en un entorno social cada vez más legalista, controlado y regulado por el poder gubernamental. Sin embargo, la opinión pública a menudo queda como cooptada por una visión de la vida social que es funcional a los burócratas y no llegan a identificar la presencia e importancia de los órdenes espontáneos en sus vidas[25]. La ciudadanía suele creer que si el poder político “no pone orden” (artificial) se caerá en el caos. De ahí también el apoyo frecuente a políticas autoritarias y paternalistas (“hace falta que venga alguien y ponga orden”). Hayek afirma que “muchas personas todavía miran con sospecha la idea de que los patrones de interacción de muchos hombres pueden exhibir un orden que no fue deliberadamente hecho por ninguno de ellos”[26].
Afirmar la presencia de órdenes emergentes en la interacción social no supone profesar un “angelismo social”, cosa que suele ser el muñeco de paja con el que los defensores del status quo hostigan a quienes reclaman más espacios para el desarrollo de órdenes espontáneos. En efecto, Hayek es cultor de la tradición escocesa (Adam Ferguson, David Hume, Adam Smith) que afirma la proclividad natural “a comerciar, hacer trueques e intercambios de una cosa por otra”[27]. No obstante, esto no implica negar que la vida humana contextos violentos puede ser “desagradable, brutal y corta”[28] lo cual conduce “al saqueo, la violación y el pillaje”[29], lo cual inspira la concepción hobbesiana de la sociedad[30]. Cuál de las dos propensiones prevalecerá en las distintas comunidades dependerá en gran medida del marco moral, cultural e institucional y de incentivos en el que los agentes vivan e interactúen[31].
Según Hayek, los órdenes espontáneos adquieren particular relevancia en el contexto de sociedades extensas –‘Great Society’ la llama Hayek– como es la sociedad actual en donde las personas interactúan en ámbitos múltiples y en entornos de gran distancia espacial. El mercado es tal vez el tipo de orden emergente más visible, y la descripción que hace Hayek de él en ‘The Use of Knowledge in Society’[32]constituye un clásico de la literatura en el tema. Este artículo hizo del economista austriaco uno de los autores centrales en la transformación que hubo a lo largo del siglo XX en la mejor comprensión de los escenarios de órdenes auto-organizados de abajo hacia arriba (bottom-up)[33]. Lamentablemente esta transformación tuvo escaso impacto en la sociología o la filosofía, donde se siguen leyendo los órdenes en clave de artificialidad y lo espontáneo suele ser reducido a lo anárquico, aleatorio o caótico. Cabe aclarar que el mercado no es el único tipo de orden espontáneo. La comprensión de la ciencia, por citar un ejemplo, como orden emergente transforma completamente nuestro modo de concebir, por mencionar un ámbito menos conocido, la interacción entre ciencia y organización burocrático-estatal[34]. Hayek y Karl Polanyi abordan también el caso de la ciencia[35].
Los órdenes espontáneos permiten los desarrollos de abajo hacia arriba (bottom-up) frente a los órdenes diseñados que comportan una dinámica de arriba hacia abajo (top-down). Los órdenes top down adquieren en Hayek características similares a las que Komar asigna a los “sistemas” y al “espíritu de sistema”. En el orden top down los agentes pueden comprender completamente el funcionamiento del sistema y lo pueden representar en modelos abstractos. La naturaleza del orden bottom up es muy distinta, ningún agente puede reunir la información exhaustiva que permita esquematizar el funcionamiento de todo el sistema. En los órdenes bottom up el conocimiento se encuentra ampliamente descentralizado y disperso por lo que, en categorías clásicas, se impone la toma de decisiones personales y la orientación prudencial de la agencia. En los años recientes, los trabajos de la premio nobel de economía 2009 Elinor Ostrom († 2012), y de Vincent Ostrom († 2012) en el contexto de la Escuela Bloomington de Análisis Institucional han supuesto un gran avance en la comprensión del amplio prisma de órdenes policéntricos, heterogéneos y de la multitud de acuerdos institucionales que comparecen en las comunidades humanas en el planeta. Estos estudios han hecho saltar por los aires la dicotomía maniquea mercado vs. estado. Lamentablemente muchos estudios filosóficos y sociológicos contemporáneos siguen asumiendo acríticamente esta distinción como si fuera un faktum incuestionable. Para mayor desgracia, existe cierto lugar común entre filósofos, sociólogos, antropólogos, por el que claman por un “más allá de la distinción mercado vs. estado” o un “más allá de lo público (gubernamental) vs. lo privado (mercado)” pero que se queda en una mera declaración de intenciones sin ningún aporte concreto. Por el contrario, si hay algo que destaca en el trabajo de los Ostrom es el carácter operativo constructivo y prospectivo presente en sus estudios sobre los órdenes policéntricos[36].
Creo que el pensamiento social cristiano, heredero de una dilatada tradición de respeto a las comunidades menores e intermedias (vía el principio de subsidiariedad y el aporte al bien común que estas comunidades implican) puede adquirir un renovado impulso si prestara mayor atención al análisis institucional de la Escuela Bloomington[37]. Komar, para quien era de sentido común el valor irrenunciable que tienen las sociedades menores e intermedias para el flujo animado de la vida social supo detectar tempranamente el poder esterilizador y petrificador del burócrata adicto a los órdenes diseñados. En el mismo ensayo arriba citado, Komar, utilizando las nociones de “orden de abajo hacia arriba” y “de arriba hacia abajo”, afirma:
“Las naciones centralizadas son frías (…). Los contactos de las naciones con las sociedades menores e intermedias (familias, empresas, barrios, regiones) son anulados. La nación no reúne en forma orgánica las fuerzas que le vienen de los individuos a través de las sociedades inferiores, no construye su orden de abajo hacia arriba, sino de arriba hacia abajo. La burocracia quizás no sea una enfermedad de los sistemas centralizados sino su característica esencial y constitucional. La lucha de los centralistas contra la burocracia es un manotazo en el aire, cuando no es directamente hipocresía. A pesar de todas las campañas cada vez se extiende más la administración pública llena de papelerío, impersonal e insensible.”[38]
Defender la existencia de órdenes emergentes y la presencia de conocimiento disperso supone la asunción de la diversidad y la diferencia en la vida social. Esto, obviamente, también supone la asunción de la desigualdad. Evidentemente, nada de esto gusta demasiado a la opinión pública rehén de la visión tecnocrática de la sociedad que difunde el burócrata y el administrador gubernamental. Sin embargo, estigmatizada la desigualdad lejos de lograr una sociedad más vital y pujante lo que se termina generando es un marco social anómico, donde el vacío de la rutina impregna todos los rincones de la vida. En un texto que podría haber sido extraído de La rebelión de Atlas (Ayn Rand), Komar destaca que:
“Cuando la gente no tolera que entre ellos existan personalidades más fuertes, ocurre por lo general que se coloca en los puestos directivos a personas comunes que no hacen sombra a nadie. La mediocridad entronizada de esta manera la mayoría de las veces termina siendo cruel para con cualquiera que quisiera perturbar la igualdad y despertar el crecimiento y la vida. Entonces empiezan a rodar cabezas y las personas capaces y emprendedoras[39] huyen de este entorno. La rutina y la apatía o el letargo se instalan en él. (…) Una silenciosa insatisfacción se extiende en este tipo de sociedad, y con ella una desintegración invisible”[40].
Este texto, escrito hace ya más de 50 años adquiere un tono profético, lo arriba citado describe el modus operandi y la gestión de múltiples grupos y organizaciones de la sociedad actual. Además, y este es otro punto de contacto con el pensamiento de Hayek, señala Komar que son las personas emprendedoras e inquietas –que muchas veces es fruto de entender la vida como vocación[41]– las que menos se adaptan a este status quo. Hayek tiene un famoso texto en el que analiza el significado de la competencia desde la perspectiva cognoscitiva[42]. En ese texto propone que la competencia se conciba como un proceso de descubrimiento. En efecto, en escenarios de desigualdad y asimetría entre los agentes, de información dispersa, de incertidumbre, de múltiples perspectivas de aproximación ante un problema, de conocimiento imperfecto y limitado, y en donde no todos podemos todo (“non omnia possumus omnes” según la locución latina), la competencia incentiva cursos de acción que pueden resultar más fructíferos para uno mismo y para los demás. En ello radica el sentido y la importancia de la empresarialidad y el espíritu emprendedor en una sociedad libre[43]. En este sentido, la tesis de Hayek puede servir para sentar las bases conceptuales de lo que puede entenderse como “sana” competencia, plenamente compatible con la asunción de la finitud humana y el carácter limitado de nuestra existencia. De este modo, la sana competencia puede ser puesta en relación con un sano espíritu emprendedor en el que la búsqueda de oportunidades no tiene por qué surgir simplemente de un deseo desordenado de posesión (avaricia) o por un mero afán de superioridad sobre los demás, sino por ser expresivo de la comprensión de la propia vida como vocación personal. De este modo, el sano espíritu emprendedor tampoco tiene por qué ser visto como una consecuencia del activismo o de la primacía de la praxis que invade tantos ámbitos de la sociedad contemporánea[44].
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Sin duda, el valor del pensamiento de Komar reside en el análisis metafísico y en las implicancias antropológicas, ético-espirituales y psicoafectivas que ofrece su obra. Lo que he tratado de mostrar es que este marco se podría ampliar y enriquecer mediante el estudio de las implicancias subyacentes al contexto institucional (órdenes policéntricos, heterogéneos, acuerdos institucionales, propiedad, etc.) y de teoría de la acción (análisis del marco de incentivos, motivaciones, reglas de juego, consecuencias no intentadas, problemas de acción colectiva, etc.) que configuran la vida social contemporánea. Es en este nivel donde la advertencia sobre el peligro que supone la actitud tecnocrática que reniega de la riqueza de los órdenes emergentes –preocupación característica de Hayek y de los scholars de la tradición liberal en general– merece ser considerada. Es en este punto donde se pueden establecer sugerentes puntos de contacto con el pensamiento de Komar. Al mismo tiempo, la la aproximación metafísica clásica que encarna Komar podría podría integrar y dar peso sustantivo a las intuiciones hayekianas.No se trata de forzar un maridaje entre Komar y “el liberalismo” entendido en sentido lato y confuso; mucho menos de pasar por alto las abundantes críticas komarianas a las lagunas antropológico-metafísicas presentes en muchos autores liberales. Sin embargo, el punto de contacto señalado no queda anulado por las lagunas metafísicas que pueda haber en Hayek en concreto o en la tradición liberal en sentido amplio. Por eso es importante atender a los distintos niveles epistemológicos en el análisis a fin de evitar perder las intuiciones genuinas que pueda haber en los distintos niveles e integrarlos en una cosmovisión sustantiva como la que ofrece el pensamiento de Komar[45].
Vivimos en un contexto político-económico y sociocultural que parece conspirar para que la ciudadanía se pliegue a los designios de los expertos. Komar supo ver esto. La tradición liberal también comparte este temor; no en vano se caracteriza por ser una tradición que insiste en el control y el límite del poder. La “estatolatría” se presenta casi como el mal de la época en Occidente. La adoración del estado –todos parecen coincidir en que es el único medio para solucionar los problemas de la vida social y proveer los bienes necesarios a la comunidad– es el frecuente punto de encuentro entre conservadores y progresistas, ateos y creyentes, revolucionarios y contrarrevolucionarios, populistas y elitistas. Todos claman del poder gubernamental los bienes que quieren para sí y los demás. Komar no se dejó encandilar por la ficticia potencia del Estado, al contrario sufrió en carne propia el drama de los estados totalitarios y luego, en Argentina, padeció el estado clientelar y tuvo ocasión de intuir el progresivo avance del formalismo y del control mediante la reglamentación de la educación, la ciencia y la investigación. En cierto modo tuvo la fortuna de vivir en una época donde no necesitó someterse de pies y manos al altar burocrático para desarrollar su vida intelectual (dudo que hubiera aceptado someterse a la carrera profesional en centros públicos de investigación, como el CONICET). Y más importante aún, tuvo el valor para denunciar ya en su juventud la amenaza en ciernes. El pensador esloveno no dudó en señalar la radical incompatibilidad entre una genuina vocación intelectual y la mentalidad burocrática; sentenció que “la filosofía no puede penetrar en las mentes que tienen un verdadero bloqueo burocrático”[46].
El severo juicio arriba citado señala un punto que a veces se pasa por alto. En efecto, Komar señala claramente que la primacía de la praxis y el activismo son las más graves amenazas para el desarrollo de una vida humana plena en la que la actitud contemplativa, independientemente de la actividad que se desempeñe, tenga un lugar preponderante. Sin embargo, a veces se hace un planteo simplista viendo al “hombre de negocios” como el paradigma de la persona guidada por el activismo y al “intelectual o investigador” como quien encarnaría la actitud contemplativa genuina. Las pinceladas de Komar respecto de “las personas emprendedoras” señalado más arriba y lo de “la mentalidad burocrática”[47] aquí, unido a su enseñanza sobre el carácter multiforme del activismo –también presente en intelectuales idealistas[48]– dan pistas para deshacer este desafortunado simplismo. En efecto, el activismo suele estar enquistado también en la persona con mentalidad burocrática, es decir, en la persona que interpreta su vida profesional como un incesante “hacer carrera”, donde las relaciones personales se terminan subordinando a criterios acomodaticios y de acercamiento u obtención del poder. Los intelectuales no son inmunes ante este peligro. Por contrapartida, muchas personas emprendedoras aunque estén inmersas en una intensa vida activa pueden estar inspiradas por un genuino ideal, lo que les permite vivir el fragor de la vida cotidiana con una actitud sapiencial[49].
Es sabido que Komar podía exhibir un lenguaje afilado pero nunca superfluo. En el final del ensayo titulado “La lucha y el amor” Komar hace una severa admonición que merece ser escuchada:
“El buen cristiano debe esquivar el contacto con los funcionarios en cuanto sea posible si desea salvar su alma. La nación siempre estafa, crea intrigas y defiende las injusticias. Ni la ley ni la fuerza la pueden hacer cambiar. Si alguna vez llegara algún castigo sobre ella, llegará de Dios”[50].
Sin duda Komar conoció la pionera enseñanza agustiniana sobre la importancia de la justicia política –“quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado (‘regna’) de una gran banda de bandidos (‘latrocinia’)?”[51]–, a la que hace pequeña casi con su severo juicio; nótese que el ‘funcionario’ no es sin más un ‘ladrón’, lo cual no es óbice para que se prescriba igualmente la toma de distancia. Con una mirada atenta sobre lo real no es necesario ser libertario ni anarcocapitalista (el párrafo citado bien podría haber asombrado a Rothbard y a Nozick) para señalar el peligro potencial que anida en el poder político. Prestar mayor atención al carácter polifacético con el que este peligro se reviste en el contexto de sociedades extensas (extended society), y entender mejor los específicos problemas de agencia y de conocimiento que surgen en este marco son tareas insoslayables para un pensar filosófico que quiera echar luz sobre la vida cotidiana de los hombres. La magnitud del peligro amerita este encuentro.
Mario Šilar
Instituto Acton Argentina
[1] Agradezco la lectura y comentarios de una versión previa de Carlos de Carlos, Juan Pablo Roldán, Gabriel Zanotti y Martín Sušnik.
[2] Friedrich A. Hayek, The Counter-Revolution of Science, Chicago, 1952, p. 39.
[3] Emilio Komar, El fascismo: una perspectiva transpolítica, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, 2005, p. 40.
[4]Actualmente la Fundación Emilio Komar está haciendo una gran tarea de recopilación, divulgación e investigación sobre la obra del filósofo esloveno radicado en la Argentina: http://www.sabiduriacristiana.com.ar/. El sello editorial “Ediciones Sabiduría Cristiana” publica en español trabajos del Dr. Komar y de sus discípulos: http://www.sabiduriacristiana.com.ar/ediciones_sabiduria_cristiana/ediciones.htm.
[5] “Es necesario cuestionar constantemente lo que se hace para ver si está bien o está mal, si se está en contacto con la verdad o si ya uno entró en el reino de las ilusiones y de los esquemas”. E. Komar, Curso de metafísica 1972-1973. I. Inmanencia y trascendencia, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, 2008, p. 11.
[6] “Otro término infeliz es liberalismo. En rigor ‘liberalismo’ significa filosofía de las libertades cívicas, pero está tan inexorablemente confundido con el Iluminismo, la ilustración del siglo XVII, que es imposible separarlos, tal es la carga semántica implícita en la palabra”. E. Komar, El Fascismo: una perspectiva transpolítica, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, 2005, p. 66.
[7] Véase “La necesaria imperfección. Entrevista al prof. Emilio Komar” (en línea), en http://www.huellas-cl.com/articoli/octu03/laneces.html (Fecha de consulta: 27 de julio de 2014). Gabriel Zanotti ha señalado en gran cantidad de escritos el carácter equívoco del concepto “liberalismo”. Más recientemente varios pensadores de la tradición liberal destacan la necesidad de distinguir más adecuadamente entre instituciones liberales de libre mercado y capitalismo prebendario, o capitalismo de amiguetes (crony capitalism).
[8] Marisa Mosto y Alberto Berro, “Emilio Komar y su lectura de Santo Tomás” (en línea), en Semana Tomista. Intérpretes del pensamiento de Santo Tomás, XXXVI, 5-9 septiembre 2011. Sociedad Tomista Argentina; Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires. Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/emilio-komar-lectura-santo-tomas.pdf (Fecha de consulta: 1 de agosto de 2014).
[9] M. Mosto y A. Berro, “Emilio Komar y su lectura de Santo Tomás”, ibid.
[10]Existe una edición más reciente, ampliada, publicada en Eslovenia en el año 2012: http://www.druzina.si/ICD/spletnastran.nsf/knjiga/pot-iz-mrtvila.
[11]F. A. Hayek, The Errors of Socialism. The Collected Works of F. A. Hayek. Volume 1: The Fatal Conceit (editado por W. W. Bartley III), Londres, Routledge, (1988) 2003.
[12] Un aspecto positivo de las crisis reside en la capacidad que tienen para hacer que se “imponga la realidad” en el sentido que se terminan admitiendo problemas que tiempo antes eran negados mediante el encierro en “cinturones sanitarios” ideológicos. Así, los problemas inherentes a la tecnocracia, la burocracia y el populismo en los tiempos de bonanza eran silenciados mediante la ridiculización de las presuntas posiciones “extremas” que insistían sobre estos, (el simple epíteto “libertario”, “neoliberal”, “anarcocapitalista”, utilizados como ad hominem servía para ignorar el problema señalado). Las crisis impulsan, en última instancia, a abordar desde una meta-ideología política partidaria los problemas reales. Un ejemplo de todo esto y actualidad del problema analizado se puede ver en el siguiente artículo de opinión de El País, precisamente un conocido medio progresista en el que hubiera sido impensable, hace un lustro, encontrar un análisis de este tipo: “Mucho regeneracionista tecnocrático cree defender el mercado; pero en el fondo sirve al populista, pues le ayuda a desprestigiarlo. Además, ambos prescriben recetas similares en política, pues proponen mejorar su funcionamiento sin más que elegir otros representantes, según el populista, o cambiar algunas reglas institucionales, según el tecnócrata. En ambos casos, sin que los ciudadanos hayan de esforzarse lo más mínimo. Esta convergencia de fondo está disimulada en la superficie. El populista se limita a cultivar el resentimiento. El tecnócrata critica al gobernante por no regular bien la economía. Le acusa de servir el interés privado de la élite, de la cual, como el populista, no sólo excluye a la masa sino también a sí mismo. En su análisis, compara un mercado imperfecto, poblado de empresarios egoístas y decisores desinformados, con una regulación que presupone circunstancias opuestas: en particular, un regulador benevolente y sabio, capaz de corregir los fallos del mercado y mejorar su funcionamiento”. Benito Arruñada, “La convergencia entre tecnocracia y populismo” (en línea), en El País, 14 de agosto de 2014. Disponible en: http://elpais.com/elpais/2014/07/29/opinion/1406650298_152974.html. (Fecha de consulta: 14 de agosto de 2014)
[13] Cfr. F. A. Hayek, “Kinds of Rationalism” (1964) en Studies in Philosophy, Politics and Economics, Chicago, University of Chicago Press, 1967, p. 85. Véase también, The Collected Works of F. A. Hayek. Volume 13: Studies on the Abuse & Decline of Reason (editado por Bruce Caldwell), Chicago, University of Chicago Press, 2010.
[14] Hayek ubica su análisis de los órdenes espontáneos en la tradición de la escuela escocesa (Hume, Ferguson, Mandeville, Smith, entre otros). Cabe mencionar que se trata de un punto que forma prácticamente el eje central y transversal de su pensamiento. Véanse F. A. Hayek, “Economics and Knowledge”, en Economica, vol. 4, 1937, pp. 33-54; F. A. Hayek, “The Legal and Political Philosophy of David Hume”, en Il Politico, vol. 28, nº 4, 1963, pp. 691-704; F. A. Hayek, “Dr. Bernard Mandeville”, en Proceedings of the British Academy 52, Vol. 12, Londres, Oxford University Press, 1967, pp. 125-141; F. A. Hayek, “The Results of Human Action but not of Human Design”, en F. A. Hayek, Studies in Philosophy, Politics and the History of Ideas, Londres, Routledge, pp. 96-105 y F. A. Hayek, “Nature vs. Nurture once again”, en Encounter, nº 36, pp. 81-83.
[15] “The distinction of this kind of order from one which has been made by somebody putting the elements of a set in their places or directing their movements is indispensable for any understanding of the processes of society as well as for all social policy.” F. A. Hayek, Law, Legislation & Liberty, London – New York, Routledge, (1973) 2013, p. 36.
[16] El texto se basa en un curso dictado por el Dr. Komar en el año 1985.
[17] E. Komar, El Fascismo: una perspectiva transpolítica, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, 2005, p. 41-42.
[18] “Las naciones se establecen sobre instituciones que son ciertamente el resultado de las acciones humanas, pero no de la ejecución de un designio humano.” Adam Ferguson, An Essay on the History of Civil Society (1767), Edimburgo, Edinburgh University Press, 1966, p. 122. Véase también, Ezequiel Gallo, “La tradición del orden social espontáneo: Adam Ferguson, David Hume y Adam Smith”, en Libertas, 1987, nº 4, 6, pp. 131-153.
[19] Idem, p. 42.
[20] E. Komar, “El derecho a ser diferente”, en La salida del letargo, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, p. 79-80.
[21]E. Komar, El Fascismo: una perspectiva transpolítica, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, 2005, p. 41.
[22] Aunque me atrevería a argumentar que una metafísica creacionista rectamente entendida no es contradictoria con la afirmación de la existencia de órdenes espontáneos y, más bien, en cierto modo los reclama: “Adhuc. In his quae humana providentia reguntur, invenitur quod aliquis superior provisor circa quaedam magna et universalia per se ipsum excogitat qualiter sint ordinanda, minimorum vero ordinem ipse non excogitat, sed aliis inferioribus excogitandum relinquit. Et hoc quidem contingit propter eius defectum: inquantum vel singularium minimorum conditiones ignorat; vel non sufficit ad omnium ordinem excogitandum, propter laborem et temporis prolixitatem quae requiretetur. Huiusmodi autem defectus longe sunt ad Deo: nam ipse omnia singularia cognoscit; nec in intelligendo laborat, aut tempus requerit, cum intelligendo seipsum, omnia alia cognoscat, sicut supra (l. 1, c. 46) ostendum est. Ipse igitur omnium et singularium ordinem excogitat. Elius igitur providentia est omnium singularium inmediate”. Tomás de Aquino, Suma contra gentiles, L. III, c. 76. El desarrollo de esta tesis excede el estrecho marco de este análisis. Un muy buen trabajo en esta línea es el que hace Gabriel Zanotti al analizar la noción de orden espontáneo con los principios metafísicos de Tomás de Aquino en Gabriel Zanotti, “Hayek y la filosofía cristiana”, en Estudios públicos, 1993, pp. 45-88. En este ensayo Zanotti demuestra que “el metasistema filosófico global en el cual Hayek realiza sus afirmaciones (metasistema compuesto principalmente por un agnosticismo metafísico, un neokantismo y un cierto nominalismo) no está necesariamente relacionado con la teoría del orden espontáneo”. Véase también G. Zanotti, El método de la economía política, Buenos Aires, Ediciones Cooperativas, pp. 35-49. La cita de Tomás de Aquino está tomada de la p. 47 y la cita de Zanotti de la p. 41 de este último texto.
[23]El pensamiento cristiano, firme defensor del “orden natural” ha articulado un robusto corpus de la relación entre racionalidad y naturaleza en el campo de la filosofía moral (orden moral natural, en la división clásica ética monástica), sin embargo, creo que queda mucho trabajo por hacer para una mejor comprensión del orden natural en el contexto de la vida social (ética económica y política, en la división clásica). En este ámbito la interacción de la agencia humana en contextos de órdenes espontáneos ha sido escasamente explorada.
[24] E. Komar, Curso de metafísica 1972-1973. I. Inmanencia y trascendencia, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, 2008, p. 29.
[25] Es cierto también que el carácter sutil de los órdenes espontáneos. Se trata de identificar un patrón de orden que no se puede identificar con anterioridad a la interacción cooperativa que da emergencia a ese orden. Como afirma Buchanan en un sintético y conocido texto en la materia, se trata de “un orden que es definido en el proceso de su emergencia”: “The potential participants do not know until they enter the process what their own choices will be. From this it follows that it is logically impossible for an omniscient designer to know, unless, of course, we are to preclude individual freedom of will”, James M. Buchanan, “Order Defined in the Process of its Emergence”, en J. M. Buchanan, D. Gordon, I. Kirzner et. al., “Reader’s Forum: Comments on ‘The Tradition of Sponteneous Order’ by Norman Barry”, en Literature of Liberty, vol. 5, nº 4, 1982, pp. 7-58.
[26] “Many people still treat with suspicion the claim that the patterns of interaction of many men can show an order that is of nobody’s deliberate making”. F. A. Hayek, Law, Legislation & Liberty, p. 36. La traducción es mía.
[27] “This division of labour, from which so many advantages are derived, is not originally the effect of any human wisdom, which foresees and intends that general opulence to which it gives occasion. It is the necessary, though very slow and gradual, consequence of a certain propensity in human nature, which has in view no such extensive utility; the propensity to truck, barter, and exchange one thing for another”. Adam Smith, The Wealth of Nations, Oxford, Oxford University Press, 1976, cap. II, p. 29.
[28]“Whatsoever therefore is consequent to a time of war, where every man is enemy to every man; the same is consequent to the time, wherein men live without other security, than what their own strength, and their own invention shall furnish them withal. In such condition, there is no place for industry; because the fruit thereof is uncertain: and consequently no culture of the earth; no navigation, nor use of the commodities that may be imported by sea; no commodious building; no instruments of moving, and removing such things as require much force; no knowledge of the face of the earth; no account of time; no arts; no letters; no society; and which is worst of all, continual fear, and danger of violent death; and the life of man, solitary, poor, nasty, brutish, and short”. Thomas Hobbes, Leviathan, Oxford, Oxford University Press, 1996, Parte 1, cap. XIII, nº 9, p. 84.
[29]Según la conocida expresión inglesa “to rape, pillage, and plunder”.
[30]Peter J. Boettke & Alexander Fink, “Agent Type, Social Contracts, and Constitutional Mythologies”, en Constitutional Mythologies. New Perspectives on Controlling the State, Alan Marciano (ed.), pp. 25-37. New York, Springer, 2011, p. 28.
[31]“Adam Smith argued that human beings have a natural propensity to truck, barter, and exchange, and it is this propensity that separates us from other animals. However, human history also demonstrates that we humans have a tremendous capacity to wreak havoc on one another—to rape, pillage and plunder. Progressive social change, which entails the movement from personal to impersonal exchange and the structuring of the economy and the polity as open access systems, depends on an intricate institutional matrix being in place. It is the institutions in operation as defined by the formal rules in place and the social norms that reside in the culture of the society, that ultimately will dictate whether the human propensity to “truck, barter, and exchange” dominates the darker tendency to “rape, pillage, and plunder.” Human betterment follows from exchange, human misery from predation”. P. J. Boettke, “Institutional Transition and the Problem of Credible Commitment”, en Emily Chamlee-Wright (ed.), The Annual Proceedings of the Wealth and Well-Being of Nations 2008-2009, Upton Forum, vol. 1, 2009, p. 46.
[32] F. A. Hayek, “The Use of Knowledge in Society”, en The American Economic Review, vol. 35, nº 4, Sept. 1945, pp. 519-530.
[33] “Hayek was part of the 20th century revolution of bottom-up self-organization theorizing that sees the universe emerging on its own through natural processes”. T. Camplin, “Getting to the Hayekian Network”, en Leslie Marsh (ed.), Adances in Austrian Economics vol. 15: Hayek in Mind: Hayek’s Philosophical Psychology, Emerald, Bingley, 2011, p. 260. El aporte específico de Hayek en el dilatado debate que tuvo la escuela austriaca contra la socialismo respecto de la imposibilidad del cálculo económico en las economías socialistas puede ubicarse en este punto cognoscitivo: la fatal arrogancia del burócrata intervencionista que es incapaz de concebir otro tipo de orden o interacción social que no sea el planificado y diseñado surgido de su control y regulación.
[34]G. Zanotti, “La ciencia como orden espontáneo”, en Libertas, nº 30, 1999, pp. 231-263.
[35]En ambos casos la aproximación adoptada ofrece puntos de contacto con la visión komariana de la ciencia y el peligro de la intromisión burocrática estatal en ella: “Never was there more talk about science –never was less heard about the love of knowledge” (Conferencia del 7 de diciembre de 1945 en la British Association for the Advancement of Science” en Michael Polanyi, “The Social Message of Pure Science”, en The Advancement of Science, vol. III, nº 12, 1946, pp. 233-234. Véase también su clásico estudio The Logic of Liberty, Michigan – IN, Liberty Fund, 1998. Un buen estudio sobre la tesis de Polanyi en John R. Baker, “Michael’s Polanyi Contributions to the Cause of Freedom in Science”, en Minerva, vol. 16, nº 3, 1978, pp. 382-396. De Hayek véanse: F. A. Hayek, The Counter Revolution of Science, Indianapolis – IN, Liberty Fund, 1980; F. A. Hayek (ed.), Capitalism and the Historians, Lonndres, Routledge, (1954) 2003; y F. A. Hayek, “The Intellectuals and Socialism”, en George B. de Huszar (ed.), The Intellectuals: A Controversial Portrait, Glencoe – Illinois, Free Press, 1960, pp. 371-384.
[36] Véanse Michael D. McGinnis (ed.), Polycentric Governance and Development. Readings from the Workshop in Political Theory and Policy Analysis, Michigan, The University of Michigan Press, 1999; Michael D. McGinnis, Polycentric Games and Institutions. Readings from the Workshop in Political Theory and Policy Analysis, Michigan, The University of Michigan Press, 2000.
[37] Véase Elinor Ostrom, Governing the commons: The Evolution of Institutions for Collective Action, Cambridge, Cambridge University Press, 1990.
[38] E. Komar, “El derecho a ser diferente”, en La salida del letargo, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, p. 88.
[39] Nótese la explícita referencia a personas emprendedoras. El término esloveno empleado por Komar es “podjetn” adjetivo masculino plural de “podjeten”. El sustantivo correspondiente sería “podjetje” que se suele traducir por “empresa”, incluso o especialmente utilizado en el sentido comercial. Agradezco a Martín Sušnik, uno de los traductores del texto de Komar, esta precisión.
[40] E. Komar, “La salida del letargo”, en La salida del letargo, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, p. 53.
[41] En efecto, entender la vida como llamada a no repetir esquemas preestablecidos sino a vivir la propia vida conforme a un designio hallado en la intimidad y en el silencio del diálogo íntimo con Alguien distinto de uno mismo es algo que puede encontrarse en notables empresarios con vocación cristiana. Un caso muy conocido en la Argentina es el de Enrique Shaw. Véase Ambrosio Romero Carranza, Enrique Shaw y sus circunstancias, Buenos Aires, ACDE, 2009.
[42] F. A. Hayek, “Competition as a Discovery Procedure”, en F. A. Hayek, New Studies in Philosophy, Politics, Economics and the History of Ideas, Londres, Routledge, pp. 179-190. Para una crítica a la tesis epistémica de Hayek sobre el tema de la competencia, véase Ulrich Witt, “Competition as an Ambiguous Discovery Procedure: A Reappraisal of F. A. Hayek’s Epistemic Market Liberalism”, en Economics and Philosophy, vol. 29, nº 1, 2013, pp. 121-138.
[43] Israel Kirzner es uno de los economistas más importantes en la recuperación reciente del valor que tiene la figura del emprendedor en la vida social. Véase Israel M. Kirzner, Competition and Entrepreneurship (editado por Pater J. Boettke y Frédéric Sautet), Indianapolis – MI, Liberty Fund, (1973 ed. original) 2013. Para una lectura introductoria a la materia véase I. M. Kirzner, How Markets Work. Disequilibrium, Entrepreneurship and Discovery, Londres, IAE, 200.
[44] Para un análisis de la empresarialidad a la luz del pensamiento cristiano véase Anthony G. Percy, Entrepreneurship in the Catholic Tradition, Plymouth, Lexington, 2010.
[45] Buena parte del problema en el diálogo con el liberalismo se ha debido a la desilusión que genera la falta de compromiso metafísico. Desde la perspectiva metafísica clásica se suele deducir de esto una inevitable sustancialización de la praxis o deriva pragmatista termina siendo una impostura de ribetes pseudo-metafísicos. Es natural que una aproximación textual de este tipo hace difícil la permeabilidad al discurso liberal. Si bien suscribo la crítica que hace la metafísica clásica también considero oportuno ofrecer un deslinde de niveles epistemológicos más adecuado a fin de llevar directamente al terreno metafísico el discurso liberal para poder encontrar un nivel discursivo simétrico. Véase el análisis que ofrece Rhonheimer en Martin Rhonheimer, “La imagen del hombre en el liberalismo y el concepto de autonomía: más allá del debate entre liberales y comunitaristas”, en Robert A. Gahl Jr. (ed.), Más allá del liberalismo, Madrid, Rialp, 2000, pp. 23-54.
[46] E. Komar, El Fascismo: una perspectiva transpolítica, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, 2005, p. 60.
[47] Tampoco conviene circunscribir la mentalidad burocrática como un peligro que solo afectaría al funcionario público. La burocratización profesional está muy extendida en organizaciones e instituciones que aunque nominalmente sean de gestión privada están invadidas por los intereses cruzados e incentivos perversos que generan los subsidios y ayudas públicas, con la consiguiente inflación formalista y regulatoria, que son un caldo de cultivo para la expansión de la mentalidad burocrática. Nótese que las instituciones educativas y los centros de investigación resultan en la actualidad particularmente vulnerables a todo esto.
[48] Nótese la descripción que ofrece Komar del filósofo idealista hegeliano Giovanni Gentile “un hombre idealista de gran cabeza especulativa que al negar toda realidad extra-subjetiva, entiende el vivir del espíritu del hombre como un equivalente a estar activo, a no conocer. Conocer tiene sentido si hay algo que conocer, pero si somos esencialmente creadores de lo real tenemos que movernos y producir”. E. Komar, Curso de Metafísica 1972-1973. I. Inmanencia y trascendencia, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, 2008, p. 36.
[49] En este sentido, se puede mencionar el siguiente testimonio: Andreas Widmer, The Pope & the CEO. John Paul II’s Leadership Lessons to a Young Swiss Guard, Steubenville – Ohio, Emmaus, 2011.
[50] E. Komar, “El derecho a ser diferente”, en La salida del letargo, Buenos Aires, Ediciones Sabiduría Cristiana, p. 60.
[51]San Agustín, De civitate Dei, IV, 4, 1: “Remota itaque iustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia? quia et latrocinia quid sunt nisi parua regna?” He seguido la traducción española del portal vaticano (www.vatican.va) del Discurso de Benedicto XVI que pronunció en la visita al parlamento alemán (Bundestag, Berlín) el 22 de septiembre de 2011.
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