2 de junio de 2015
Carlos Newland (ESEADE)

No muchos economistas han tenido una vida aventurera. Este no fue el caso de  Jesús Prados Arrarte: poco después de obtener una cátedra de economía en la Universidad de Santiago de Compostela tomó un papel muy activo en el bando republicano durante la Guerra Civil española, donde actuó como jefe de Estado Mayor de una brigada internacional.  Al finalizar la contienda se afincó como exiliado en la Argentina, donde permaneció algunos años trabajando como obrero, empleado y traductor y finalmente  economista de la Compañía Argentina de Electricidad. Luego pasaría a ser miembro del staff de la CEPAL, retornando  a España en 1954. Poco duró allí: aunque obtuvo una cátedra en Salamanca fue nuevamente obligado a exiliarse en América Latina por su actividad antifranquista. Al tiempo de la muerte de Franco retornaría a su país, adhiriendo después al PSOE.

Sobre su estancia en la  Argentina no hemos encontrado muchos rastros, salvo la publicación de la densa obra “El Control de Cambios” en 1944: el libro se presentó como un ataque frontal al intervencionismo del estado en el mercado cambiario ocurrido en las décadas de 1930 y 1940. La obra es apabullante: enumera y analiza una multiplicidad interminable de medidas tomadas por los gobiernos argentinos para alterar el libre funcionamiento del mercado de divisas. Los comentarios de Prados Arrarte no son los de un liberal dogmático, sino  los de un pensador de izquierda que notaba los perjuicios profundos causados al modificar equilibrios económicos fundamentales. Su análisis se concentró en  las diversas regulaciones cambiarias adoptadas en la época, que incluyeron la fijación del tipo de cambio, limitaciones varias a la importación y la prohibición de la libre adquisición de moneda extranjera.

Lo que afirma Prados Arrarte es que existe un tipo de cambio de equilibrio, que se establece en el mercado conjugando la oferta de exportaciones, la demanda de importaciones y los movimientos de capitales. Contra la opinión de los intervencionistas, opina que cuando hay libertad de compraventa el valor de las divisas es relativamente estable, sintetizando los valores y volúmenes de importación y exportación. Los ataques especulativos sobre la moneda no ocurren ya que no existe un desequilibrio en tensión y con posibilidad de explotar, como cuando los gobiernos establecen un precio artificial de la moneda extranjera.  Prados Arrarte realiza un análisis empírico de las alteraciones en el valor de las divisas extranjeras antes y después del intervencionismo iniciado en 1931, encontrando que las estadísticas confirmaban su opinión.

Para Prados Arrarte, cuando el gobierno interviene puede establecer un tipo de cambio parecido al de equilibrio (en cuyo caso la intervención no tiene sentido) o bien una magnitud sobre o subvalorada. Si el gobierno establece precio de la divisa debajo del de equilibrio, como ocurrió en la primera mitad de la década del 30, introduce inestabilidad al sistema, ya que los actores económicos perciben que la situación no es sostenible en el mediano o largo plazo. La medida causa perjuicio a los exportadores, que reciben menores precios a los que indicarían las fuerzas del  mercado.   A su vez se fomentan las importaciones (por la divisa barata), causando daños a la industria nacional.   El tipo de cambio sobrevaluado que los gobiernos impusieron durante los primeros años de  la Gran Depresión en la Argentina  (como también ocurre hoy) retrasó la salida de la crisis. El caso contrario es establecer un valor de la moneda extranjera por sobre el valor de equilibrio: entonces se alienta la producción de bienes exportables creando un superávit comercial insostenible. En los dos casos analizados el control de cambios tiene el defecto de no permitir movimientos compensatorios de  corto plazo que tiendan a equilibrar el mercado.

El libro “El Control de Cambios” de Jesús Prados Arrarte, según cuenta en la introducción, era el primer tomo  de una serie mayor dedicada a analizar los perjuicios de la intervención del Estado. Los otros volúmenes, que nunca fueron publicados, se dedicarían a la política comercial, a las  entidades reguladoras y a la Argentina durante la Segunda Guerra Mundial. El objetivo de Prados Arrarte era abatir lo que pensaba era el principal mito del siglo XX: la creencia en las bondades de  la intervención del Estado en la vida económica. ¡Extraña misión y extraña tarea para un pensador socialista!