Por Roberto Cachanosky
4 de enero de 2016
Fuente: La Nación
El último 31 de diciembre Juan Carlos Cachanosky, mi hermano, falleció en su oficina trabajando. Era un entusiasta de la economía y había volcado su actividad a la docencia.
Se recibió de licenciado en Economía en la UCA y luego obtuvo una beca para hacer su doctorado en Economía en Grove City College, Pennsylvania. Su tutor de tesis fue Hans Sennholz, quien a su vez fue discípulo de Ludwig von Mises. Todos ellos economistas de la corriente austríaca de economía.
Juan Carlos tuvo una muy amplia actividad docente. Fue profesor en el postgrado en Economía en Eseade, en la UCA, en la UCA de Rosario, en la Ucema y en la UBA, en la carrera de Derecho. Fue decano en la Escuela de Negocios de la Universidad Francisco Marroquin, en Guatemala, y últimamente daba clases de Economía en la SMC University, en Suiza, y en la Liechtenstein Academy.
También fue muy prolífico en sus escritos, tanto en artículos como en investigaciones publicadas en revistas académicas. Sus investigaciones estuvieron centradas en el análisis de la crisis de 1929, en las que desarrolla un punto de vista absolutamente novedoso sobre sus causas y sobre cómo se resolvió. Tal vez un aporte respecto a cómo las instituciones de un país, cuando funcionan, pueden sacarlo de una crisis económica. También escribió en profundidad sobre si es adecuado el uso de las matemáticas en la economía. Luego avanzó mucho en escritos sobre historia del pensamiento económico y la evolución de la teoría del valor. Un elemento clave para entender el proceso económico.
Pero tal vez su mayor logro consista en haber obtenido el respeto académico y la amistad de sus alumnos. Juan Carlos era muy exigente al momento de tomar examen. Me consta porque hemos tomado exámenes juntos, pero a pesar de ser muy exigente los alumnos recurrían a él para que fuera su tutor de tesis, los guiara en sus estudios y muchísimos ex alumnos suyos fueron luego sus amigos, e incluso trabajaron con él en diferentes cátedras.
Juan Carlos Cachanosky prácticamente no aparecía en los medios de comunicación. Su vida era la docencia. Prefería ir a dar un seminario gratis a jóvenes estudiantes que participar en un programa de televisión. Su vida era ésa. Enseñar. Juntarse en una comida con sus alumnos y seguir debatiendo.
Al momento de partir tenía infinidad de proyectos en carpeta, proyectos que, generosamente, compartía con sus colegas.
En síntesis, destinó su vida profesional a educar para ser libres. Lo saben bien su esposa, Beatriz, y sus tres hijos: Nicolás, Iván y Alejandra, a quienes legó su pasión. Estoy seguro de que su trabajo no fue en vano.
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