Septiembre de 2016 
Por Allison Gilbert

Durante la última década, la generación del milenio se ha visto caracterizada por sentimientos de reclamos, perezosa y desilusionada. En el pasado año ellos han adquirido otra etiqueta: socialistas.

Siendo yo mismo de esa generación, he sido testigo de muchos de mis compañeros con alta escolaridad rendir una apasionada devoción al senador Bernie Sanders y a su versión de socialismo democrático. El capricho actual de esa generación con el socialismo va más allá de la promesa de «universidad gratuita» y su conocimiento de la economía necesita mucho trabajo para corregirse. Con el fin de cambiar sus corazones y sus mentes, aquellos que creen en la libertad deben empezar a apelar a las aspiraciones justas de esa generación y mostrarles lo que puede crear una sociedad libre y virtuosa.

El apoyo de Sanders a la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton fue un shock para esa generación, la que estaba totalmente convencida de que nuestra nación iba a ver una transformación económica y social a través del movimiento del socialismo democrático. La agenda de la campaña de Sanders era acabar con Wall Street y con la desigualdad que ella perpetúa: por tanto, apoyar a un candidato como Clinton, que lleva una relación amistosa con Wall Street, pareció ser un acto de traición.

A pesar del hecho de que el Partido Demócrata ha comenzado a adoptar más políticas de la extrema izquierda —como el salario mínimo de $15— muchas encuestas muestran que menos de la mitad de los partidarios de Sanders afirman que votarán por Clinton este otoño. Hablando a las redes sociales, esa generación ha llamado «vendido» a Sanders, preguntando dónde está la revolución que se les había prometido. Muchos dejaron claro que no quieren conformarse con una plataforma democrática progresista; lo que quieren es la visión utópica del mundo que Sanders les prometió.

La generación del milenio no es diferente de generaciones anteriores que hayan sido atraídas por las amplias promesas del socialismo. La retórica en la que tan apasionadamente creen parece que supera a la realidad. No son solamente tendencias egoístas y apáticas las que impulsan esa atracción, sus corazones se sienten atraídos por los principios de la igualdad y la justicia. La mayoría de estos individuos sinceramente desean ver que el mundo se convierta en un mejor lugar a través de la restauración del bienestar humano mediante medios económicos.

La tarea que a continuación nos espera es demostrar el hecho de que esos ideales son únicamente mejor alcanzados por el capitalismo, no por el socialismo. El fracaso del liberalismo clásico para anunciar eficazmente sus valores a esta generación ha jugado un papel importante en el éxito del socialismo. Es el momento de que aquellos de nosotros que imaginamos un mundo sustentado en la libertad y la libertad económica, tomemos una página del libro de juegos de los socialistas y vendamos nuestros principios a la generación del milenio, mediante la comunicación y el marketing de nuestra visión de una sociedad floreciente

Como escribió Joe Carter en su Power Blog en las cinco razones por las que la generación del milenio debe apoyar al capitalismo , «Mi ingenua esperanza es que si más personas de esta generación entienden que el capitalismo es utilizado sobre todo como un término despectivo para referirse a la libre empresa y a la libertad económica, se darían cuenta de que en realidad después de todo lo apoyan». Mucho del problema es que esta generación, y otros más tentados por el socialismo, simplemente no comprenden lo que hace el mercado libre y el amplio bienestar que crea.

Mi llamamiento a los económicamente conservadores no es original; está tomado del breve artículo de Hayek «Los Intelectuales y el Socialismo», escrito hace más de 60 años. Temió él al poder que los ideales socialistas tenían sobre la sociedad y sabía que abrazarlos llevaría a «una fase oscura de totalitarismo socialista». Hayek afirma:

«Si queremos evitar ese desarrollo, debemos ser capaces de ofrecer un nuevo programa liberal que apele a la imaginación. Debemos hacer que la construcción de una sociedad libre sea una vez más una aventura intelectual, un acto de valor. Lo que nos falta es una utopía liberal».

La palabra ‘utopía’ tiende a ponerme nervioso, sin embargo, de lo que habla Hayek es de los liberales clásicos expresando con claridad el amplio propósito de la libertad económica, los ideales en los que creen y las florecientes comunidades que tienen como visión, todo basado en la dignidad de la persona. Esto son principios emocionantes y prometedores, los que sin duda pueden atraer los corazones de las mentes de esa generación. Hayek creía firmemente que la libertad de comercio y de oportunidad tenía el poder para «despertar las imaginaciones de muchas personas», pero también reconoció lo difícil que este trabajo sería. Aún así, necesitamos explorar cómo podemos hacer que palabras como ‘el mercado’, ‘libre comercio’, ‘libertad de asociación’ y ‘estado de derecho’ provoquen una respuesta emocional entre los jóvenes.

El presidente del  Acton Institute, Robert Sirico, a menudo expresa cómo la libertad y el capitalismo no debe de estar ligados solamente con las ganancias sino también con la moral, los principios religiosos y la dignidad de la persona humana. La explicación de Sirico de que el propósito del capitalismo es producir más que solamente el bienestar económico contiene un gran potencial para atraer a muchos de esa generación, y creo que ya lo está haciendo.

No renuncien a nosotros aún.

Nota

La traducción del articulo «Re-Branding Capitalism for Millennials» publicado por el Acton Institute el 27 julio de 2016, es de ContraPeso.info: un proveedor de ideas que sostienen el valor de la libertad responsable y sus consecuencias lógicas.