Por Gabriel Zanotti

Fuente: Filosofía para mí

La ideología marxista siempre ha sido incompatible con el Estado de Derecho. Por supuesto, algunos pueden interpretar a Marx como un filósofo y un sociólogo de la alienación, y librarlo de culpa y cargo de las revoluciones violentas que en nombre del comunismo han azotado al s. XX. No me convence esa interpretación pero es lo que hizo la escuela de Frankfurt y me parece respetable. Sin embargo, la interpretación leninista de Marx –la que me parece correcta- no tiene salvación, en ningún sentido del término.

A veces el marxismo leninismo adopta la estrategia de Gramsci y de Hitler y, además de influenciar culturalmente, se presenta a elecciones para ganarlas y terminar con todo lo que signifique la democracia constitucional. Otras veces el marxismo leninismo es más fiel a sí mismo y se presenta como un grupo armado dispuesto a terminar con todo lo que sea democracia e instalar otra Cuba donde fuere. Fue el camino del ERP, de Montoneros, de Sendero Luminoso y ahora de RAM, el grupo mapuche armado que reclama sus antiguos territorios.

Hay que reconocer a los marxistas su capacidad de re-convertir la plusvalía según las circunstancias lo demanden. Los ahora explotados por el capitalismo opresor y agresor, del cual el Estado de Derecho no es más que su super-estructura burguesa de poder, son los pueblos originarios. Desde su horizonte, es coherente lo que han hecho. Pero, obviamente, totalmente errado. Porque como ya dijimos en otra oportunidad (http://gzanotti.blogspot.com.ar/2017/04/de-los-pueblos-originarios-al-origen-de.html) nunca se puede saber quién era el “originario”, sino que se debe comenzar de un punto presenta para adelante (Hume) como única alternativa para superar el insoluble problema de una “adquisición originaria” siempre imposible de probar. Por lo demás, los pueblos no tienen derechos, sino las personas, y por ende, si los miembros de los autoproclamados pueblos originarios se aceptaran como ciudadanos de un Estado Liberal de Derecho, gozarían de sus libertades individuales como cualquier otra persona, originaria, marciana o venusina, y su problema sería el de todos nosotros: que el Estado no avance sobre los derechos individuales, que son los nuestros, los de ellos y los de todo ser humano que nazca en este valle de lágrimas. Por último, cabe reconocer qué poder de dominio mental ejercen estos nuevos marxistas leninistas sobre pueblos, originarios o no, cuya historia nada tiene que ver con los occidentales Hegel y Marx.

Nuevamente, con todo esto, se ve la imposibilidad de convivencia del marxismo leninismo, en cualquier de sus formas, con el Estado de Derecho. Ellos quieren sus guerras, sus luchas, sus muertos, eso es para ellos el sentido de la vida. El Estado de Derecho no es para ellos sino una agresión contra la cual ejercen su legítima defensa. Es como si en un sistema de co-propietarios, los dueños de dos o tres departamentos reclamara la propiedad –qué sentido de la propiedad, por cierto- del edificio entero, entraran por la fuerza a los demás departamentos, y los dueños que intentaran defenderse, reaccionando como pudieran, fueran entonces los reales atacantes insensibles y crueles respecto de los derechos humanos de los atacantes, los únicos que tienen derechos, por supuesto.

Esto ha pasado siempre en todo el mundo con el marxismo, y también con los socialistas que eran tan comunistas como Marx, o sea Hitler y Mussolini. Pero en Latinoamérica esto es constante, en variadas formas y variantes. Han atacado de mil maneras, y especialmente allí donde un Estado de Derecho intenta consolidarse, porque mientras Cristina Kirchner nos conducía, bajo la indolencia de casi todos los argentinos, hacia otra provincia cubana como Venezuela, esto, oh casualidad, no pasaba.

 

Desde luego, lo que un Estado de Derecho no puede hacer es violar el debido proceso para defenderse a sí mismo, porque ello es como suicidarse. Con el Estado de Derecho ha combatido la moderna Italia a las Brigadas Rojas y con el Estado de Derecho ha combatido España a la Eta, admirada por Hebe de Bonafini. SIN el Estado de Derecho combatió el Proceso a ERP y Montoneros y sólo se terminó en una banda contra otra. Ahora Macri tiene la posibilidad de revertir esa triste historia. Pero debe tener liderazgo, debe tener claro todo esto, debe explicarlo convencido y con autoridad moral, ante una sociedad que aún no ha salido del marxismo cultural donde es, vive y existe.