Reseña al libro de Juan R. Vélez, Cardenal Newman. Un santo para el mundo de hoy, Rosario, Ediciones Logos, 2019, 158 pp.
Por Carolina Riva Posse
Para Instituto Acton (Argentina)
27 de julio 2019
 
Se acaba de publicar “Cardenal Newman, un santo para el mundo de hoy”, del P. Juan R.Vélez, quien después de varios volúmenes en inglés sobre Newman, nos acerca una introducción a su figura en castellano, y justamente en el año de su canonización.
Para quien quiera conocer al cardenal inglés, que se convirtió al catolicismo después de un largo camino interior, el libro del P. Vélez consigue dar un panorama interesante sobre la vida y las principales ideas de Newman sin recargar el relato con excesivos datos o dejándolo como un intelectual demasiado complejo de entender.
Una cronología al inicio y buenas selecciones de textos facilitan una orientación en el vasto mundo de Newman, que puede sernos familiar en fragmentos, y que con esta obra encontrarán cierta sistematización, invitando a nuevas profundizaciones de nuestra parte.
Newman se nos presenta como un buscador de la verdad, usando la razón en toda su amplitud. Los problemas de su época son presentados por el autor como los problemas de nuestra época también. Newman tuvo que enfrentar una reducción de la razón, que considera válido sólo lo que parece ser útil y de aplicación inmediata. Él se preocupó por despertar la percepción de lo verdaderamente real. Por eso es interesante recorrer con el autor el trabajo que llevó a cabo Newman en pos de la vida universitaria, apuntando a la unidad del saber, respetando y valorando la autonomía de cada ciencia, pero teniendo siempre en mente la última finalidad de la vida del hombre. Muy atinadas las reflexiones del P. Vélez en cuanto a lo que ocurre en el ambiente universitario actual, e interesante su testimonio de algunos ejemplos norteamericanos.
Otro desafío de su época, que lo emparenta con un reto actual, era el relativismo moral y doctrinal. Frente a una vivencia de lo religioso como mero sentimiento, él propone un recorrido personalísimo hacia la conciencia, pero no como el reino del individuo en donde tiene derecho a decidir caprichosamente, sino como la voz de Dios.
Sumamente interesante para el hombre de hoy es asomarse al itinerario de Newman hacia su conversión a la fe católica. La certidumbre que él esperaba del acto de fe es buscada por muchos hoy incluso para aceptar algunas evidencias de la razón. En la actualidad, muchas cosas que se consideraban evidentes hasta hace poco ya no lo son. Hoy ya no se puede presuponer un significado compartido de lo que es el hombre, la familia, la libertad, el progreso. Volver a entender con Newman cómo se logra el asentimiento, cómo conoce el hombre, es vital para generar en la sociedad hombres y mujeres educados, libres y responsables.
Newman explica que la certidumbre es un proceso en el que confluyen muchos conocimientos, insinuaciones, circunstancias, sentimientos y probabilidades que se hilan, como un cable compuesto por miles de cables de acero.
Probablemente las personas que Newman fue encontrando en su recorrido intelectual y religioso fueron algunos de estos cables de acero a los que se aferró Newman en la tormenta de la vida, y que aparecen en el Capítulo XV: Newman y sus amigos. La lógica y el mero razonamiento no bastan para convertir al hombre a la Verdad. Si el cristianismo no es una doctrina, sino el encuentro con una Persona, en el lema cardenalicio Cor ad cor loquitur (el corazón habla al corazón), es una buena síntesis de esa experiencia.
La publicación de este libro es una oportunidad para conocer el rostro de un santo que ayuda a esclarecer la confusión actual. Si Occidente debe volver a sus raíces cristianas para no terminar de caer, esta lectura ofrece una gran ayuda para crecer en esta conciencia.