Por Fundación Libertad y Progreso

7 de octubre de 2019

Fuente: Libertad y Progreso

Accedé al trabajo «Desregular para Emprender»

La realidad de los emprendedores argentinos es ardua. Con la inflación que no da tregua, los impuestos más altos del mundo, regulaciones kafkianas, y costos laborales desbordados, no llama la atención que en la Argentina sólo el 15% de la población económicamente activa tenga un emprendimiento y que la mayoría de las microempresas no pasen de los dos años de vida. Esta realidad empeora si hablamos de los emprendimientos de las personas con bajos ingresos, según un trabajo hecho por Libertad y Progreso en asociación con Atlas Network en la ciudad de Buenos Aires, Tigre y San Miguel. Por eso Libertad y Progreso, dentro de su trabajo, titulado “Desregular para emprender”, sugiere las 10 medidas que necesitan los emprendedores locales y que deberían anunciar los candidatos en campaña para realmente hacer la diferencia:

 

1)   Flexibilizar pagos de impuestos

2)   Bajar la exigencia de papeles, sellos y digitalizar los trámites

3)   Unificar los criterios para dar certificados y permisos

4)   Mejorar la comunicación de los agentes de recaudación al contribuyente

5)   Flexibilizar los requisitos para importar y exportar

6)   Simplificar la habilitación como importador

7)   Unificar las auditorías

8)   Incentivar la capacitación

9)   Generar bancos de emergencias

10)  Implementar un plan tipo “MiniJobs”

Flexibilizar pagos de impuestos: Entre tantos papeles, comprobantes, facturas que se emiten y certificaciones de los organismos públicos, el emprendedor argentino se encuentra totalmente abrumado . Algunos controles directamente deberían eliminarse como en el caso del COT (Código de Operaciones de Traslado) e IIBB (Ingresos Brutos). Por ejemplo, si un camión con mercadería no puede salir por algún motivo, se debería dar un tiempo de gracia a que el emprendedor pueda comerciar igual y que presente la factura o el papel adeudado en un margen de días. Por otro lado, suena correcto que se tengan que hacer controles iniciales de sanidad, pero una vez certificado, no debería ser necesario requerir de tantas aprobaciones para comerciar. El hecho es que si por algún percance no se puede obtener un certificado se traba la comercialización.  Más importante aún es ordenar los tiempos en que se pagan algunos impuestos, sobre todo IIBB. El problema radica en que se genera un problema de liquidez. Cuando un emprendedor vende debe pagar IIBB, el problema es que el ingreso del dinero por la venta suele concretarse usualmente tres meses después, por ejemplo cuando se cobra un cheque a 90 días. Esta diferencia asfixia al emprendedor. Además, en un contexto donde IIBB es uno de los impuestos más difíciles de liquidar. Este impuesto necesariamente debe reducirse (sino eliminarse).

Bajar la exigencia de papeles, sellos y digitalizar los trámites: Muchos papeles deben presentarse más de una vez. Transportar papeles es una pérdida de tiempo. Sería un gran avance que una vez que se avanzó con un procedimiento quede sentado en el siguiente que se tienen los papeles en orden. Para esto, es importante trabajar en la comunicación interna entre los distintos organismos. En otras palabras, que cuando el emprendedor se encuentre atravesando el nivel 5 de trámites, un sistema interno ya sepa que esos papeles fueron presentados correctamente en los procedimientos anteriores. Por otro lado, también hay quejas acerca de tener que estar transportando estatutos de sociedades para realizar trámites. Para evitar esto, sería conveniente que se pueda emitir un papel o una credencial que certifique que los estatutos están en orden. Desde luego que el óptimo sería digitalizar lo máximo posible los trámites

Unificar los criterios para dar certificados y permisos: En caso de que se necesiten certificados aprobados por organismos estatales para poder comerciar, es importante buscar la manera de unificar este requisito. Es deficiente tener que presentar cuatro veces el mismo certificado para realizar una operación. Yendo a un caso puntual de la industria frigorífica, para usar de ejemplo, si se tiene que enviar prácticamente la misma factura a AFIP, AGIP o ARBA, SENASA y nuevamente AFIP, es ineficiente. Las agencias mencionadas son estatales y debería buscarse la forma para que una de las diversas agencias emita el certificado para que las PyME puedan comerciar en lugar de depender de cuatro aprobaciones distintas.

Mejorar la comunicación de los agentes de recaudación al contribuyente: Es cierto que la sugerencia ideal es una reducción de la presión tributaria. Pero además, es necesario que se mejore la información y comunicación en lo que al pago de impuestos respecta. No es una buena señal que si se incrementa una alícuota, varios emprendedores se enteren tres años después con multas e intereses acumulados. En cuanto ocurre un cambio así, la comunicación hacia el emprendedor debe ser impecable.

Flexibilizar los requisitos para importar y exportar: Prohibir importar o exportar por deber impuestos atenta contra la libertad de comercio. En un país donde se cobran tantos impuestos y además persisten desequilibrios macroeconómicos, las exigencias del pago de impuestos debería ser más soft. Mínimamente permitir un margen de deuda.  De lo contrario se agrava la necesidad de tomar créditos, a veces a tasas altas, para poder pagar los impuestos para poder importar.

Simplificar la habilitación como importador: Así como es importante unificar certificados para comerciar, también sería bueno que se unifiquen los organismos que piden habilitaciones para importar. Nuevamente se evidencia un exceso en la burocracia que un frigorífico necesite habilitaciones de Aduana, la SUCCA y el SENASA.

Unificar las auditorías: No está mal que se realicen auditorías, pero debería lograrse por lo menos que los requisitos de los auditores se asemejen. En nuestro caso analizado, señalábamos que, por un lado, el SENASA pedía una temperatura ideal para el frigorífico mientras que Buenos Aires pedía otra. Todos estos detalles continúan sumando a la cantidad de información que lidia un emprendedor en su cabeza y que le quita capital humano para crear riqueza. El óptimo sería apuntar a que un solo organismo se ocupe de esto.

Incentivar la capacitación: Es clave fomentar la capacitación para que los emprendedores mejoren sus negocios. Cursos de capacitación no suelen faltar, pero hay poca comunicación de su existencia. O en ocasiones más complicadas, en los barrios más vulnerables, falta de tiempo por tener que atender tareas domésticas. En este último caso sería interesante trabajar a demanda para poder ayudarlos. También se debe capacitar no sólo en temas legales y financieros, sino también en el uso de la tecnología y redes para potenciar ventas.

Generar bancos de emergencias: Una alternativa podría consistir en que el Municipio o una ONG pueda otorgar algún tipo de crédito sólo para cuestiones en donde un problema de salud imposibilita trabajar. Desde luego, esto debería tener un límite de meses y un control efectivo para que no se empiecen a generar casos falsos de enfermedades. Por eso es importante que el préstamo sea con una tasa de interés (baja).

Implementar un plan tipo “MiniJobs”: En 2003, Alemania implementó lo que se denominó los “MiniJobs”,  contratos de baja remuneración, pero con un máximo de 15 horas de trabajo a la semana. El salario por ese trabajo era de €400 (el 62.5% del salario mínimo). Pero si asumimos una jornada laboral de 9 horas, se trabaja el 33.3% de una jornada completa para obtener ese sueldo. Principalmente adhirieron repartidores, limpiadoras de hogar, cuidadores de niños o ancianos, camareros. Es decir, trabajos que no requieren mayor calificación. El objetivo que tiene esta medida es que funcione como una especie de empleo puente hasta que el trabajador puede conseguir un trabajo mejor. O que funcione como un ingreso adicional a otro trabajo. Por lo pronto, sería bueno fomentar una cultura del trabajo para poder ir reduciendo la cantidad de personas que dependen de planes. Es decir, esta medida debería ser pensada también como empleo puente (que funcione) y de carácter temporal (a priori). En septiembre, un salario mínimo en Argentina era de $15.600, que comparado con lo que se puede recibir por un plan social, es muy difícil que el sector privado sea competitivo.

Para poder aplicar una idea similar en Argentina deberían cumplirse por lo menos los siguientes requisitos: 1) Finalizar con los desequilibrios macro con reformas estructurales; la propuesta sería buscar que el salario de los “MiniJobs” se ubique en torno al 65% del Salario Mínimo Vital y Móvilpor trabajar tres horas; 2) A diferencia del caso alemán, que el empleador sólo pague un impuesto simbólico (2-3%), ya que la presión tributaria en el sector privado es enorme; 3) Si alguien que posee un plan social accede a un “MiniJobs”, comience a cobrar una menor proporción del plan social. 4) Que las personas puedan tener más de un “MiniJobs”. Si se suma un segundo “MiniJobs”, volvería a reducirse la proporción que cobra de un plan social. Si cobra un tercer “MiniJobs”, esa persona ya se encuentra prácticamente empleada porque trabajaría 9 horas y ya dejaría de recibir en su totalidad el plan social.; Incentivar la capacitación de los trabajadores para que queden empleados permanentemente.

Es importante pensar en las posibles soluciones y también en los posibles riesgos que podrían traer las mismas. Estar muy atento a “lo que se ve y lo que no se ve” para evitar cometer errores. Entre los potenciales riesgos que podría traer una medida de este tipo se pueden destacar las siguientes: 1) Que se pague el salario del “MiniJobs” y que la persona trabaje más horas en negro; 2) Que se vicie la situación para mostrarlo como una “baja en el desempleo”.

Además de estas diez propuestas concretas, también se debería apuntar a continuar reduciendo aún más el número de procedimientos hasta llegar a un mínimo posible. En este sentido, el cambio de mentalidad que necesita Argentina es grande. Si realmente queremos que los proyectos de los emprendedores crezcan, se debe bajar la burocracia, los impuestos y ordenar la economía. En este marco, la tarea de reducir los desequilibrios macroeconómicos escapa de las manos de los emprendedores. El Sector Público debe también cumplir con su parte reduciendo el gasto público (que se encuentra en niveles récords en torno al 44.5% del PBI), reducir el déficit fiscal (mediante la baja del gasto y no por la suba de impuestos), reducir la inflación y mejorar la calidad institucional, entre otras cosas. En pocas palabras, volver a Argentina competitiva nuevamente. Sólo volviendo a Argentina competitiva se podrá crear riqueza, trabajo y mejorar los salarios. Casualmente, con la mejora de estos últimos es lo que debe incentivar a las personas que reciben planes sociales a trabajar en el sector privado formal en lugar de recibir un plan social. El mejor plan social es crear empleo.

Los emprendedores informales en situación de vulnerabilidad emprenden en su mayoría por necesidad. No eligen ser empresarios, sino que “les toca” ser emprendedores. Si a esto se le suma un contexto de bajo nivel educativo, las probabilidades de éxito se reducen en un contexto plagado de regulaciones que debilitan la calidad institucional y con una economía con desequilibrios constantes. Sin embargo, la solución se encuentra en su capital humano. Todas las personas son inteligentes, la pregunta es ¿inteligentes en qué? Probablemente en donde despierten su vocación. Sin embargo, es muy difícil explotar las vocaciones en un país que posee los desequilibrios mencionados.

Si verdaderamente se comienza a Desregular Para Emprender y se logra que empezar un negocio sea sencillo, entonces el panorama es otro.

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