Junio de 2020

Por Juan Cruz Munilla

Las críticas al sistema educativo actual abundan por estos tiempos, pero estas críticas tienen diferentes matices. Desde las más técnicas, es decir, aquellas que proponen cambios desde el sistema, como, por ejemplo, innovar en evaluación, cuestionarse el modo de sancionar lo disciplinar, incorporar tecnologías a las aulas, etc. Sin embargo,
hay otro tipo de crítica dando vuelta, pero que pareciera no discutirse demasiado en las academias educativas. Me refiero a aquellas que cuestionan al sistema educativo en sí. Aquellas críticas que nos hacen dudar, no solo de aspectos de lo educativo, sino de su raíz misma. En esta línea, se encuentra el autor estadounidense John Taylor Gatto, docente durante 26 años en escuelas públicas y ganador tres veces del premio de docente del año (1989, 1990 y 1991) en el estado de Nueva York. El 25 de julio del año 1991, luego de ganar dicho premio, publicó una carta para The Wall Street Journal, titulada “I quit, I think”, es decir, “Renuncio, pienso”, en la cual justamente anuncia su
abandono de la docencia por no querer enseñar más un “currículo que daña a los niños”. A partir de dicha decisión comenzó un activismo y un estudio serio y dedicado a explicar las razones por las cuales el sistema educativo es un sistema de adiestramiento que perjudica a los alumnos, lejos de realmente educar. Dentro de sus libros podemos
encontrar obras muy valiosas para entender, no solo el sistema educativo estadounidense, sino el sistema educativo en general. Entre ellas podemos destacar “Dumbing Us Down: The Hidden Curriculum of Compulsory Schooling” (1992), “The Underground History of American Education” (2001) y “Weapons of Mass Instruction: A Schoolteacher´s Journey through the Dark World of Compulsory Schooling” (2008). Si resumimos algunos puntos claves de su obra y las consecuencias derivadas, podemos destacar los siguientes:

– El sistema educativo moderno nace como un intento de controlar y adormecer la conciencia de los alumnos. El Estado necesita poder lograr el dominio de las voluntades para poder direccionarlas según su parecer, por eso unifica el currículum, bajando como normativa su cumplimiento, independientemente de su gestión (estatal o privada). Acompañado de esto, existe una concepción religiosa de la escuela, considerándola un templo, en donde uno se transforma para, de manera engañosa, ser lo que la sociedad espera de él. La concepción religiosa es clave para entender el sistema educativo actual, ya que este termina generando adeptos y fanáticos, que no conciben la idea de que hay otro tipo de educación, incluso, por momentos, persiguiendo a los profanos (no es una crítica
a la religión en sí, sino a la idolatrización de la escuela moderna).

– Una frase muy citada de Gatto es la siguiente: “Nuestro problema para la comprensión de la escolarización obligatoria tiene su origen en un hecho inoportuno: el daño que hace desde una perspectiva humana, es un bien desde una perspectiva de sistema”. Esta frase nos muestra algo que a los ojos del autor es una obviedad, el sistema educativo actual es un proyecto político. Es decir que lo importante es la sistematización de la educación, desde un punto de vista ilustrado positivista, y no el individuo y sus intereses particulares. En este sentido, lo que favorece al sistema, como tal, puede perjudicar al individuo en tanto proyecto de vida personal. De esta manera, queda una vez más al descubierto, que la escuela, en tanto inserta dentro de un sistema, no educa, sino que “entrena” a los alumnos para su vida adulta, independientemente de cuál es la vida que alumno quiere llevar.

– “Cuando eliminas la voluntad libre de educar, eso produce la escolarización”. Esta frase nos confronta con uno de los aspectos más criticados por Gatto, la obligatoriedad de la escuela. Desde su perspectiva, obligar a alguien a pasar por un sistema educativo con currículum universal determinado por el Estado, es un ataque a la educación en sí misma. Nos hace evidente, una vez más, una distinción que ignoramos constantemente: educación no es sinónimo de escolarización, incluso, a veces la segunda es un obstáculo para la primera. La educación es un fenómeno humano que excede a la escuela, pero sin embargo se obliga a todo ciudadano a pasar por ella, descuidando en verdad su
educación. La libertad de enseñanza pasa a ser una de las grandes farsas de los Estados actuales, a pesar de lo que sus constituciones establecen.

– La cuestión de la certificación es otro aspecto que aborda Gatto, ya que, si el sistema educativo oficial, es decir, del Estado, se ofrece a sí mismo cómo el único capaz de certificar que alguien es bachiller, por lo tanto, apto para continuar sus estudios superiores, todo lo que se aprende por fuera de él, no es considerado valido para continuar los estudios. Esto es fuertemente criticado por el autor ya que nadie se puede adjudicar la potestad absoluta de  determinar, según su parecer, cual es la formación apropiada, dejando de lado otras que pueden ser consideradas alternativas. En cambio, el propone lo que denomina como aprendizaje de código abierto, donde no hay un trayecto previo establecido mediante el cual se puede medir la formación del aprendiz, sino que el proceso formativo se va dando en el mismo transitar, incorporando la propia espontaneidad del educando, con sus errores y aciertos. En definitiva, es el camino del que aprende el que va a determinar quién va a ser, y no el camino que el sistema, a través de los maestros, va a ofrecer.

Gatto murió en el 2018, sin embargo, la vivacidad de estas cuestiones planteadas en sus obras nos abre un sin fin de interrogantes. Sin convertirse un adepto incondicional a sus ideas y criticas (ni el mismo Gatto lo aprobaría), vale la pena leerlo y sobre todo no ignorarlo, ya que no es solamente un pensador, es un testigo, que, como tal, da testimonio de los límites y daños que el sistema educativo moderno logra, sin apartar nunca la mirada de lo que verdaderamente fascina a todo docente de vocación, la educación como fenómeno humano.

Juan Cruz Munilla