Por Ludovico Videla

1 de mayo de 2021

Estamos transitando una época en la que en forma creciente se desconoce, o mejor dicho se desmerece, la misión del padre. Históricamente los nacimientos sin padres se los registraba como “ilegítimos”. Se calculaba la relación entre estos nacimientos y el total y teníamos la tasa de ilegitimidad. Esta denominación se la considera agresiva y discriminatoria para los hijos, inocentes de cualquier culpa. Hoy se usa la denominación “hogares monoparentales”, más referenciada a los aspectos edilicios, aunque esos “hogares” pueden ser de chapa, cartón o lona.

En el siglo XIX, 1840 por ejemplo, una buena estimación era de un 30% de nacimientos ilegítimos. Los esclavos, las levas, las guerras, la gran población en el campo justificaban este número, luego reducido fuertemente con la inmigración. En la época actual hemos llegado a la misma cifra, pero por un camino muy diferente.

La posibilidad que ofrece la ciencia de dejar de lado el aporte paterno en la procreación ha acelerado la realidad sociológica de padres ausentes o dejados de lado. En el Reino Unido se calcula que hay un millón de niños que desconocen a sus padres, ni siquiera saben el nombre de ellos, en algunos casos por la decisión de la madre o por la extirpación de su nombre en el hogar.

Uno podría decir que este es un problema de países ricos, pero en los pobres, o de medianos ingresos, eufemismo para la pobreza, el problema toma otro cariz, pero subsiste.

El padre y su influencia es hoy sinónimo de patriarcalismo, palabra que se define no por su contenido histórico, sino por el que los ideólogos le asignan. Patriarcalismo es un sistema perverso de opresión y dominio del hombre sobre la mujer y los hijos. Inútil es discutir las variadas fases de la organización social en la historia y el papel de la familia y el padre en ella. Para la ideología, el padre de la familia ejerciendo su autoridad y dirección, es un sistema opresivo.

La figura del padre, que es sinónimo de autoridad en la familia, fastidia especialmente en un marco cultural dominado por la ideología secularista de izquierda, de raíz contestataria.

La presencia del padre es indicio de la fortaleza de la familia. Pero una cultura que insinúe una fuerte presencia familiar es rechazada. Conspira contra la permisividad sexual y la interpretación libertaria de la libertad individual. Ninguna restricción al individuo ni siquiera la que puede asumir voluntariamente y con total responsabilidad y conocimiento, como el compromiso matrimonial de amor y fidelidad para toda la vida. Todo debe ser revocable, transitorio y sujeto a posibles cambios.

Por la divulgación de esta cultura secularista, el clima social es cada vez más adverso a la familia. Este fenómeno que comienza en los 60 se ha consolidado desde hace unos 30 años.

¿Por qué la familia no es amada? No es amada a pesar de que está probado su efecto benéfico sobre la sociedad, especialmente en los sectores más pobres de la organización social.

Los pobres son los que sufren las peores consecuencias de la destrucción familiar.

La familia no es amada por tres razones principales. En primer lugar, la familia actual es una creación y desarrollo evolutivo de la cultura cristiana.

En segundo lugar, la familia impide el control totalitario del Estado y la uniformidad que este impone.

En tercer lugar, la familia educa y contiene a las personas toda la vida, pero para los progresistas crea desigualdades, porque cada familia tiene sus propios matices y capacidades.

Finalmente, la familia genera niños, que en las visiones apocalípticas sobre el ambiente se los ha configurado como enemigos de la ecología y cuidado del ambiente. Son los causantes indirectos del calentamiento global, el deshielo del ártico y los glaciares, de la escases de agua y otros efectos parecidos. La familia “conejo” de muchos hijos, ha sido objeto de burla hasta en ámbitos católicos.

Decía que el efecto social perverso de la destrucción familiar y ausencia del padre está demostrado con amplitud. Los innumerables estudios sociológicos prueban que una causa determinante de la pobreza es la ruptura de la pareja y el abandono del padre a la madre con los hijos. En estos casos, el lazo paternal se desvanece y en general se asocia con la desaparición del apoyo económico.

Los hijos de la pobreza son víctimas de cuadros de abandono, falta de consejos y estímulo y en una proporción elevada sufren de la irresistible atracción del dinero fácil del delito, tienen más problemas psicológicos que los chicos pobres con padre y madre presentes. Además, tienen más problemas de salud y muchas más posibilidades de quedar atrapados en el círculo vicioso de la pobreza, siempre comparando con otros chicos pobres, pero con progenitores presentes.

Carlos Tevez, el brillante jugador de futbol nos contó completa la historia de su infancia, en el barrio popular fuerte Apache, que son unos monoblocks en Ciudadela, provincia de Buenos Aires, construidos por un gobierno militar y posteriormente transformados en una villa miseria.

Carlos tenía pocos meses cuando su padre murió de numerosos balazos en un enfrentamiento, probablemente un ajuste de cuentas entre bandas rivales de delincuentes, y la madre lo abandonó en un hospital donde llegó quemado por un accidente doméstico. Allí fue rescatado por Segundo Tevez y Adriana Martínez, casados, tía carnal y tío político de Carlos de quien adoptó el nombre. Carlos siempre dice que él hubiese corrido la misma suerte de Daniel, su amigo de infancia más cercano y gran jugador de futbol, muerto de adolescente en un enfrentamiento con la policía después de haber matado a un agente, de no ser por Segundo y Adriana.

Carlos describe la dedicación de Segundo su padrastro que lo acompañaba siempre y lo llevaba a los entrenamientos en la Boca. Este padre adoptivo, tuvo una conducta ejemplar y Carlos siempre se lo agradeció llevando su apellido con orgullo y acompañándolo hasta su muerte hace unos pocos meses.

Decía que hay abundante prueba científica de la relación entre familias incompletas, pobreza e hijos problemáticos. ¿Cuál es la respuesta estatal a esta cuestión?

En primer lugar, los subsidios, para compensar parcialmente la falta de aportes materiales paternos. Los subsidios se otorgan en cabeza de la madre, porque se supone que esto garantiza que los recursos van a beneficiar al niño. No hay ninguna condición especial, salvo un mínimo control sobre la vacunación obligatoria y la escolaridad. Los resultados de estos programas son malos, porque incentivan el embarazo y aumentan el número de niños pobres, sin ningún efecto visible, tangible, sobre la escolaridad, el abandono de la escuela y el rendimiento de los estudios.

Adicionalmente a los subsidios, se intensificaron las acciones de capacitación en contracepción y género, píldoras, DIU, condones etc. Finalmente, como esto tampoco es solución, es insatisfactorio e ineficaz, se avanzó con el aborto “seguro, libre y gratuito” según el slogan trompeteado por el Gobierno. El aborto tiene costo económico, no es gratuito y está provocando una matanza de inocentes, pese a esto es ampliamente recomendado por las organizaciones internacionales públicas y privadas.

En esto también hay un rechazo al fundamento científico y una opción por un camino de fracasos y destrucción. Es que además de destrucción de vidas el aborto y la contracepción es destructora de familias con el divorcio. George Akerlof, brillante economista estadounidense, Premio Nobel 2001, argumenta en dos famosos “papers” que la contracepción y el aborto en los 60 y los 70 fueron factores cruciales para estimular la revolución sexual y el colapso del matrimonio y la familia, especialmente entre las clases más humildes y los pobres.[1]

Por ello, el costo social de la contracepción y el aborto ha sido tremendo en todo el mundo.

La contracepción es una innovación tecnológica que ha inducido un cambio de conducta en las mujeres y varones jóvenes. El resultado es la mayor liberalidad en las costumbres. Los hombres se sintieron liberados de la responsabilidad por embarazar a una mujer, porque se suponía que ahora, ellas podían evitarlo. El llamado casamiento de “apuro” o “shot gun marriage” prácticamente desapareció y movió a los jóvenes entre 25 y 34 años a reducir la proporción de casados en forma abrupta.

Esta conducta impidió la rápida maduración que da la paternidad, que implicaba trabajar más y llevar adelante una conducta más prosocial. Mantuvo a los varones jóvenes en una prolongada inmadurez de su soltería. Aumentó el consumo de drogas, los delitos menores, el alcoholismo y la desocupación.

El daño social de estas conductas se concentró en las clases más pobres, que fueron las que realmente pagaron el alto costo de la permisividad de las costumbres.

En la Argentina el modelo social es bastante parecido, pero con mayor intervención estatal, que por acción u omisión deja actuar. El futuro con estas tendencias destructivas instaladas hace muchas décadas, es preocupante. ¿Qué sociedad surgirá de este proceso destructivo?

Todo indica que será un mundo sin padres, o con padres ausentes, en una sociedad violenta, anárquica, con instituciones decayendo, índices de pobreza cada vez mayores y sin crecimiento económico.

 

  1. Akerlof, George et al, 1996, “An Analysis of out of Wedlock Childbearing in the Unites States” Quarterly Journal of Economics; CXI, pp. 277-317.Akerlof, George, 1988 “Men “An analysis of out -of wed lock Childbearing in the United States”. The without Children “, The Economic Journal, 108; pp.287-309.