Por: Aldo Abram
Fuente: Ámbito
17 de mayo de 2021
Cada vez que el Banco Central (BCRA) le transfiere recursos al Gobierno para financiar su gasto, se suele decir que emitió. Esto no siempre es así, ya que tiene otras fuentes de recursos que para usar. Por ejemplo, para obtener pesos puede vender bonos, oro o divisas. Por otro lado, también, puede colocar deuda remunerada, como estuvo haciendo durante este año. Por ello, los $190.000 millones de Adelantos Transitorios que le envió al Tesoro en marzo y abril no incrementaron la cantidad de pesos.
A veces se suele decir que emite y “esteriliza” sacando esos pesos con Leliqs o Pases Pasivos; pero, en definitiva, lo relevante es cómo quedó fondeada dicha transferencia. De todas formas, alguien podría agregar que la deuda remunerada es emisión futura y tendrá razón, porque así se la terminará pagando; pero no es una mayor oferta de pesos hoy.
No solamente se suele endeudar al BCRA para financiar al Gobierno, también se lo puede hacer para comprar divisas, algo que ha estado sucediendo en los últimos meses. Esto fue mucho más evidente en el período 2016-17, cuando para comprar reservas se colocaban LEBACs (el pasivo remunerado de ese momento, que luego sustituyeron las LELIQs). Entonces, se les advirtió que era un pésimo negocio. Se pagaban tasas altísimas para tomar pesos y comprar divisas que rendían, con suerte, 3% anual al invertirlas. O sea, para que fuera rentable, la devaluación de la moneda local tenía que ser lo suficientemente elevada como para licuar ese pasivo, que crecía como una bola de nieve al refinanciar los vencimientos de interés para evitar emitir para abonarlos. Así fue que ese absurdo endeudamiento terminó “solucionándose” con una tremenda suba del tipo de cambio a partir del 2018. Pues, ahora está pasando lo mismo. El BCRA está abusando de la deuda remunerada y su porcentaje respecto a la base monetaria ya se encuentra en niveles similares al anterior a dicha crisis.
Es importante tener en cuenta que endeudarse no es gratis para el BCRA. De hecho, es conocida la promesa electoral del actual Presidente anunciando que les aumentaría a los jubilados bajando el pago de intereses por dichos pasivos. Pues, este año, el monto de estos últimos se acercará al doble del devengado en 2019, superando el $1.200.000 millones. Mientras, una parte del ajuste del exceso del gasto público se está haciendo mediante licuación de las jubilaciones y pensiones mayores a la “mínima”. Contradicciones típicas de nuestros políticos que llegan al gobierno y que ya a nadie le asombran.
El BCRA coloca estos pasivos remunerados para no tener que emitir pesos; ya que, si nadie los demanda, terminarán perdiendo valor. De hecho, esa es la forma en que puede transferirle poder adquisitivo al gobierno para que gaste o usarlo para adquirir activos, como las reservas. Si nadie quiere la moneda local, es solamente papel pintado que no vale por sí. Sin embargo, al depreciarse, permite al BCRA quitarle poder adquisitivo a lo que la gente ahorra en pesos, por eso se lo llama “impuesto inflacionario”.
A partir de allí, puede transferirle ese poder de compra al Estado para que lo gaste o utilizarlo para adquirir activos o pagar deudas propias. Por supuesto, esto lo hace a costa de los argentinos que pierden capacidad de gasto y se empobrecen. Lo peor es que los que pagan más “impuesto inflacionario” respecto a lo que tienen, es la gente de menos ingresos que, de lo que tienen, la mayor proporción lo guardan en pesos y cuentan con menos medios para defender sus ahorros.
Lamentablemente, la “bola de nieve” del endeudamiento remunerado del BCRA implica que éste se vuelve cada vez más insolvente, o sea está más quebrado. Por lo tanto, en algún momento puede pasar que no logre refinanciar el pago de los intereses y tenga que empezar a abonarlos emitiendo, o sea con “impuesto inflacionario”.
En el extremo, ante un fuerte incremento de la incertidumbre, volverá a suceder lo que en 2018; pero aclaremos que esa tampoco fue la primera vez que el BCRA entró en crisis por acumular pasivos impagables. Sucedió muchas veces en el pasado; pero lo realmente grave es que nuestros funcionarios se obstinan en repetir errores que ya nos llevaron antes a la debacle económica y, ahora, van por otra más.
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