Por: Silvia Stang

Fuente: La Nación

27 de junio de 2021

 

Los dirigentes de la entidad que nuclea a ejecutivos cristianos defendieron la vigencia del sistema y afirmaron que se debe dialogar sobre cómo mejorarlo para hacerlo “más humano”; marcaron la falta de un contexto previsible para que haya más inversiones y empleo y consideraron que en materia impositiva se transita un camino equivocado.

“Queremos dialogar sobre cómo hacer un capitalismo que sea cada vez más humano; el capitalismo como sistema económico social tiene una condición de existencia: genera prosperidad, y eso le ha permitido ser el método de organización social predominante en el mundo. En los lugares donde hay más pobreza, hay una falta de capitalismo”. Con la premisa de que es el camino a transitar, pero con mejoras respecto de lo que se conoce ahora, las autoridades de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), decidieron llevar el tema del capitalismo a las conversaciones que se mantendrán en el XXIV encuentro anual de la entidad. El lema de la actividad es “Hacia un capitalismo más humano” y se realizará de manera virtual el miércoles 30 de este mes y el jueves 1° de julio.

A pocos días de que el presidente de la Nación, Alberto Fernández dijo, en el marco del Foro Económico de San Petesburgo, que “es hora de entender que el capitalismo no ha dado buenos resultados”, el presidente de ACDE, Gonzalo Tanoira, y quien encabeza la organización del encuentro de este año, Ignacio Gorupicz, fueron contundentes, en una charla con la nación, al defender el valor que dicen ver en ese sistema para la economía y la sociedad y, a la vez, al plantear la necesidad de que se discutan los cambios necesarios para que haya más “difusión” del impacto de las inversiones productivas de las empresas. Inversiones para las cuales, señalaron, faltan ahora condiciones de contexto en la Argentina.

Según Gorupicz, el mundo se encamina hacia una economía con “una centralidad mucho mayor en el bien común”, con empresas basadas cada vez con mayor fuerza “en mirar no puramente la ganancia y el precio de la acción, sino también aspectos como la agenda del trabajo decente, el pago de impuestos, el cuidado del ambiente y el impacto en toda la comunidad de lo que se hace”. Esos y otros aspectos, apunta, deben ser tenidos en cuenta “no como algo secundario o como un subproducto, sino como el eje central ordenador de la actividad de la empresa”.

Para transitar ese camino, los dirigentes consideran que hay que dialogar y ver en qué poner principalmente la atención. “Hay tres grandes lineamientos. El primero es que el sistema debe generar oportunidades para todos; el segundo es el principio de subsidiariedad, una palabra que busca reflejar el espíritu de iniciativa, porque la iniciativa es central al espíritu humano y, entonces, tiene que haber un capitalismo que empodere a cada persona y a cada comunidad; y un tercer eje tiene que ver con una serie de valores importantes para que fructifique y prospere cualquier sistema: la libertad, la verdad, la justicia, y también el amor”, dijeron.

-En alguna medida, ¿sí podría responsabilizarse al capitalismo de la pobreza y la desigualdad?

Ignacio Gorupicz (IG):– Yo no pondría eso en uno o en otro sistema. Si uno mira números agregados de la humanidad, ve que el capitalismo ha generado prosperidad en los países que más avanzaron, sacando a mucha gente de la pobreza. Eso pasó en los países con sistema capitalista de producción. No hay que cambiar el sistema, sino ver qué cosas hay que ajustar o qué componentes no están bien calibrados. Hay cosas que están en cabeza de los distintos actores sociales, los actores de la empresa, de la política, del mundo social y del mundo sindical, pero no vemos que el capitalismo sea el problema.

Gonzalo Tanoira (GT):– En los lugares donde más pobreza se ve, lo que podemos decir es que hay una falta de capitalismo; allí donde no hubo capitalismo, donde hubo corrupción y prebendas y un montón de cosas más que no fueron capitalismo, ahí se instaló la pobreza. Hay un debate sobre la desigualdad y vemos que es un tema muy relevante para mucha gente; si es un problema para mucha gente, es un problema para todos y ese es uno de los temas que hay que abordar; ver cómo se reparten los beneficios del progreso, no podemos dejarlo todo al mercado.

–En el encuentro habrá un panel sobre la economía social. ¿Qué mirada tienen sobre ella? ¿Creen que puede ser un puente hacia un sistema único, hacia un momento en que la economía deje de estar disociada? ¿Y qué participación posible ven desde las empresas tradicionales?

IG:–Quisimos tener un bloque de economía social para contar qué es, para caracterizarla y contextualizarla, porque queremos que se conozca. Pensamos que es un esfuerzo válido y un camino a recorrer; queremos ver qué desafíos tiene y vamos a encontrar que tiene algunos desafíos comunes a los de cualquier emprendimiento y empresa grande, mediana o pequeña de la Argentina, donde el contexto no siempre es previsible. Pensamos que es una avenida más y también pensamos que, si queremos construir un país con alto nivel de vida para todas las personas, quizá no sea suficiente con la economía social. Tenemos que usar todos los componentes en la receta, y está probado que para generar empleo de calidad, registrado, productivo, trabajo decente en los términos en que lo plantea la OIT, hay que tener más actividad empresarial.

GT:– No vamos a salir de la situación en la que estamos por la receta de un sector. Hace falta una serie de acuerdos y la economía social abarca a una porción de la actividad muy grande. Tenemos que ver cómo podemos ir reconvirtiendo esa economía dentro de la economía formal.

–Más allá del efecto negativo de la pandemia, el número de empleos privados formales está estancado desde hace varios años en el país; ¿qué es lo que traba la generación de puestos?

IG:– En este tema no hay una bala de plata; sí hay recetas y muchísimos ingredientes, como un contexto macro con estabilidad, educación para la empleabilidad, medidas para la igualdad de género, seguridad jurídica, cuidado del medio ambiente, menor presión impositiva para los de más bajos ingresos, desarrollo de empleos que sean para todos los niveles socioeconómicos. Tenemos grandes desafíos para volvernos una tierra fértil y generar empleo de calidad. El camino hacia la solución tiene que ver con encontrarnos entre distintos sectores; creo que nos tenemos que encontrar más y dejar de estar exacerbando las verdades parciales que se repiten a veces en cada uno de los campamentos, por decirlo en un lenguaje coloquial. Que haya más trabajo decente tiene que ser una causa que nos una a todos los actores; tiene que haber un encuentro que sea una interpelación, un llamado a la acción y no solamente un debate per se o un diagnóstico.

–Que haya inversión parece la condición básica, ¿cuáles son las principales dificultades para que se decidan inversiones?

IG:– Creo que el tema es multicausal. Necesitamos más estabilidad del contexto, mayor previsibilidad. La volatilidad del contexto en la Argentina complica el desempeño de cualquier negocio y eso te lo va a decir alguien de la economía social, un empresario… Se necesitan reglas claras y transparentes, porque uno toma una decisión basándose fundamentalmente en la confianza, en la esperanza. Después, la inversión fluye hacia donde ve oportunidad, y en el país hay muchas oportunidades.

GT:–Necesitamos unirnos para dar estabilidad al contexto, para saber que las decisiones que se toman no van a estar cuestionadas por una mitad del país; tenemos que poder superar la grieta. No va a haber ninguna receta aplicable si seguimos siendo dos mitades del país y cada una es totalmente cuestionada por la otra. En el encuentro vamos a tener a Immaculée Ilibagiza, que sobrevivió al genocidio de Ruanda y que nos va a contar cómo se pudo encarar un camino de progreso superando esos odios de gente que se había matado a machetazos; si allí se pudo superar una grieta de esa magnitud, cómo no podremos superar aquí la nuestra.

–En la dinámica en la cual lo que unos hacen los otros deshacen, hay un par de ejemplo recientes en cuanto a la cuestión impositiva para las empresas; ¿cómo ven el tema tributario, tanto por esas idas y vueltas como por la presión fiscal en sí misma?

GT:–Lo impositivo va de la mano con el rol del Estado, con el tamaño del Estado y del gasto público. Estamos yendo por un camino equivocado, que es seguir castigando al sector privado para financiar un Estado con un gasto que, medido como porcentaje del PBI, es muy alto en términos históricos y también comparado con otros países. El gran desafío es ver cómo podemos ofrecer un futuro distinto por un camino alternativo; lo que proponemos no es el camino de seguir subiendo impuestos y con eso sacar gente de la pobreza vía planes sociales; proponemos dar vuelta la rueda y hacer al revés, que el sector público deje de ser el mecanismo de financiamiento de la gente y que la gente pase a tener un empleo de calidad en el sector privado, y que eso cree un círculo virtuoso. En la Argentina no se ha hecho eso nunca, ningún gobierno intentó reducir el gasto público y los impuestos. Reconocemos que ahora el Gobierno ha tenido que lidiar con una realidad súper compleja a partir de la llegada de la pandemia; aún así, no hay excusa para que una vez pasada la crisis no se hagan los cambios que hay que hacer.

IG:– Todos queremos una economía más grande. Hay que poner la lupa sobre la productividad del gasto; tiene que ser productivo y transparente y, naturalmente, estar destinado a quienes más necesiten. Una de las cosas que también planteamos al organizar el encuentro es que nos encanta la Argentina y no nos vamos a ir; la agenda que proponemos es para que nos ayudemos, para que se pueda generar trabajo y haya una torta más grande. Y, así, va a haber más recursos de los impuestos.

–Si para la inversión y también para dar valor a la moneda hace falta que haya confianza, ¿cuán lejos creen que estamos hoy de que se la pueda generar?

GT:– Yo creo que cada vez que violamos la confianza internacional estamos un poquito más lejos, porque ya no se trata de solo una vez que nos fue mal, sino de muchas veces. Reincidimos, volvemos a tomar deuda, volvemos a no pagarla, volvemos a cambiar las reglas, y estamos un poquito más lejos de poder, eventualmente, recuperar esa confianza. La Argentina tiene a la vez una potencialidad enorme con todo tipo de recursos y, eventualmente, alguien va a querer sacarlos a flote y hacerlos florecer. Yo sigo siendo optimista.

IG:– En el discurso público hay mucho de poner rótulos, de etiquetar al otro. Creo que hay que bajar un poco los decibeles; posiblemente en gran parte del país la mayoría de la población no tenga una fuerte orientación ideológica. Tenemos que modular la frecuencia y disminuir un poco el nivel de etiquetado de las distintas opiniones. Creo que ahí vamos a encontrar muchas cosas en común.

–Está avanzando la causa de la beatificación de Enrique Shaw, fundador de ACDE, ¿qué toma cada uno de ustedes de su figura, para sus vidas?

GT:– A mí la frase que más me llega es la de humanizar las fábricas. Detrás de cada persona que trabaja está su realidad, su familia, sus circunstancias, sus bajones, sus alegrías… Creo que, en definitiva, planteamos humanizar el capitalismo mundial viendo que todas las decisiones que se toman impactan en la vida de mucha gente; los líderes no podemos, con las decisiones, desligarnos de eso.

IG:– Él no solo tuvo la visión sino también el empuje para aunar voluntades y hacer cosas que perduran hoy; murió a los 41 años y cuando alguien ve su legado se da cuenta de lo sustentable que fue. Era alguien de armas tomar, de iniciativa. Quiso salir de su espacio de confianza y de su ambiente para compartir las realidades de los que lo rodeaban, eso que a veces el papa llama las periferias existenciales. Tuvo un espíritu de apertura hacia el otro. Eso inspira.