7 de enero de 2022
Fuente: Infocatólica
El obispo español D. José Ignacio Munilla, actualmente administrador apostólico de San Sebastián, en una reciente conferencia previene a los fieles sobre el gnosticismo y la Nueva Era, fenómenos que no existen solamente fuera de la comunidad creyente, sino también en el interior de la Iglesia, tanto en la teología como en la espiritualidad y en la labor pastoral.
La conferencia, pronunciada el pasado 4 de enero de 2022, lleva por título “Metástasis del gnosticismo en el siglo XXI. Confluencia entre la Nueva Era y el racionalismo, infiltrada en la espiritualidad católica”, y puede encontrarse en YouTube.
Ha sido grabada en San Sebastián, a poco más de un mes de la despedida del prelado, ya que el próximo mes de febrero tomará posesión de la diócesis de Orihuela-Alicante.
Los errores doctrinales… en el siglo XXI
Monseñor Munilla parte de la convicción de que “es importante confesar la fe, pero también descubrir los errores contra la fe”. Y comienza citando un texto de la exhortación Gaudete et exsultate, publicada por el papa Francisco en 2018, que señalaba como dos enemigos de la santidad a dos herejías antiquísimas: el pelagianismo y el gnosticismo. A éste se refiere el obispo como “probablemente la primera de todas las herejías”. Aunque, según él, “no es un error que se quede en el siglo I; lo tenemos, y con fuerza, en el siglo XXI”.
Para definir el gnosticismo en la actualidad, Munilla toma pie en el documento vaticano Jesucristo, portador del agua de la vida. Una reflexión cristiana sobre la “Nueva Era”. Dicho texto habla de tres crisis concatenadas: la de la eclesialidad, a partir de la ruptura protestante (“Cristo sí, Iglesia no”), la del deísmo, a partir de la Revolución Francesa (“Dios sí, Cristo no”), y la de la Nueva Era, en la que estamos inmersos hoy (“Espiritualidad sí, religión no”).
Los riesgos de fondo del racionalismo
Aunque la Nueva Era y el racionalismo parezcan muy distintas, tienen una confluencia. “El racionalismo modernista, en su influjo dentro de la fe cristiana, ha intentado traducir la imagen de Dios a las categorías de la cultura actual, eliminando o reinterpretando todo lo que chirríe a la sensibilidad actual”.
Este intento de hacer razonable la religión tiene “el riesgo de pretender domesticar a Dios, a la revelación”. Es una renuncia a cristianizar el mundo, porque lo que hace precisamente es mundanizar el cristianismo. En lugar de negar los misterios de la fe, se reinterpretan desde las categorías mundanas, desde la cultura de cada momento, vaciando de contenido dichos misterios.
La revelación, en entredicho
Esto “choca claramente con lo que es la revelación: Dios habla, Dios se comunica, Dios ha salido a nuestro encuentro”. Su Hijo ha entrado en la historia del mundo, de manera que “la Encarnación, el Dios hecho carne, es la afirmación más contundente contra el gnosticismo”, según monseñor Munilla. En el fondo, el racionalismo no acepta la revelación, porque ve inconcebible que Dios hable en lenguaje humano.
Por eso “algunos teólogos han pretendido reinterpretar la revelación” en la clave de que “tú aprendes a descubrir la verdad que está dentro de ti”, no porque venga desde fuera (desde Dios). La revelación, así entendida, sería como una comadrona y partera, que ayuda a dar a luz la verdad de Dios dentro del hombre, sin decir nada que venga de fuera: “en ti habita la plenitud de la verdad”, se dice ahora.
La consecuencia directa es clara: “entonces existen tantas revelaciones como personas”. Lo que niega el acontecimiento de la revelación, convirtiéndola en una especie de “iluminación ética”, algo meramente interior que le sucede a la persona, sin lenguajes míticos ni fases primitivas a superar desde una supuesta “fe adulta”. “Si no existe una revelación objetiva, si Dios no ha venido a hablarnos… todas las religiones son igualmente válidas, o inválidas” en esa mentalidad, donde prima la espiritualidad, que estaría presente en todas.
El corazón de la New Age
En este contexto, el obispo español afirma que la Nueva Era supondría “una confluencia de todas las religiones”, con una espiritualidad común en clave de interiorización: “lo que te ayude a interiorizarte, a entrar más en tu interior, está bien. La clave está en encontrarte contigo mismo, conseguir la paz, relajarte, tener una armonía cósmica”.
“Quizás con un poco de yoga, con zen, con reiki… te puede servir para interiorizar, o quizás con el Evangelio, quizás con el Corán… eso es un poco secundario; lo importante es que cada uno vea qué es lo que le ayuda a buscar esa especie de relajación y armonía cósmica”, subraya.
Esta forma de pensar está latente, por ejemplo, en los intentos de “sustituir la religión por educación en la interioridad”, como sucede en algunos colegios. En estos ámbitos se llega a decir que “hay que tener el coraje de dudar de las certezas religiosas” lo que supone que “hay que desprenderse de la fe para pasar a una autoconciencia. La ‘fe adulta’ es la que duda de todo, la que se despoja de las verdades reveladas, de los dogmas”.
Unos débiles cimientos filosóficos
El gnosticismo, entre otras cosas, se apoya en “errores filosóficos como el panteísmo y el inmanentismo”. El primero consiste en afirmar que “Dios no es alguien distinto de ti mismo”. De manera que “se desdibuja el rostro personal de Dios, se dice que la meta es alcanzar la unidad con el cosmos, fundirte con el Absoluto, borrar los límites entre Dios y la criatura”.
Al final, en estas concepciones gnósticas se llama a superar la concepción personal de la divinidad: “Dios es una energía, es el Todo”. No sólo eso, “se da un paso más: Dios eres tú”, dejando atrás toda idea personalista de encuentro entre un yo y un Tú.
Todo esto “acaba con lo más específico de la revelación cristiana, que es llamarle a Dios Abbá, papá”, tal como lo hizo Jesús, que tenía una relación de Hijo con Él. Cristo “no se relacionaba con una energía, sino que era una relación personal”, señala monseñor Munilla.
Orientalismo, no cristianismo
Por eso, continúa argumentando, “el gnosticismo se mueve como pez en el agua en las filosofías orientales que no creen en un Dios personal, sino en una energía”. El obispo admite que es lógico esto en el budismo, por ejemplo, pero “en el cristianismo es absolutamente chirriante con nuestros conceptos”.
Y aprovecha para aclarar algo que es causa frecuente de confusión: las afirmaciones de unión con la divinidad por parte de los místicos cristianos: “Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz, cuando tienen esas expresiones místicas de que el alma y Dios se funden y se unen en el matrimonio espiritual, en absoluto están negando el ser personal de Dios”.
La tentación de la soberbia
Por otro lado, “este gnosticismo es muy soberbio”, ya que el propio ser humano es el que pretende conocer y revelar el misterio que nos supera. De forma que este fenómeno “es incompatible con la fe de los sencillos”, dado que “las herejías suelen ser muy complicadas”.
Efectivamente, las herejías como el gnosticismo “parece que son filosofías ocultas que solamente las mentes privilegiadas y abstractas son capaces de entender”.
Se puede ver la conferencia en el siguiente enlace: https://youtu.be/I0LrcMmxP8s
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