Domingo de septiembre de 2022

Es con enorme expectativa que seguimos ayer los resultados de la votación sobre la Reforma Constitucional de Chile. Y es con gran alegría que recibimos los resultados de la misma. Fue como recuperar una esperanza para la región al ver que nuestros hermanos de Chile supieron decir que no a una posibilidad insostenible para su país y para la región porque no cabe duda que las implicancias de estos cambios se expanden como ondas para contagiar el bien o el mal que traen en su seno.

Les escribo estas líneas para sumarnos, desde el Instituto Acton Argentina, a esta nueva esperanza con la que amanece el país hermano para tantos que habitan su tierra hoy.

Sabemos del esfuerzo que desde muchos sectores se hizo para que cada ciudadano vote bien. Hoy hay sensación de esperanza y de paz.

Roguemos a Dios que los tiempos que vienen se orienten en la dirección adecuada.

Agradecemos a Mons. González Errázuriz la carta que escribiera el 28 de agosto pasado que transcribimos a continuación.

Con sincero aprecio,

Cecilia Vázquez Ger
Directora Ejecutiva
Instituto Acton (Argentina)

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Carta Pastoral de Monseñor Juan Ignacio González a los fieles de la Diócesis de San Bernardo, en momentos tan trascendentales para nuestra Nación en los que se votará la Nueva Constitución de Chile

Queridos hermanos y hermanas de la Diócesis de San Bernardo

  1. En pocos días más deberemos tomar decisiones trascendentales para Chile. Los Obispos hemos iluminado, desde el Evangelio y la enseñanza de la Iglesia, sobre los temas esenciales del proyecto de nueva Constitución. Hay entre ellos algunos que son directamente contrarios a la enseñanza cristiana, como la introducción del aborto o interrupción del embarazo (art 61.2), la muerte digna (art.68), que implicará aprobar la eutanasia. En otros aspectos, se desconocen derechos esenciales de los padres, como el que tienen respecto a la educación de los hijos. Se impone una concepción acerca de la sexualidad que es contraria a la enseñanza de la fe cristiana (art. 40). No se considera el derecho a la objeción de conciencia, especialmente en el caso del aborto y se introduce una visión errada y única del hombre y la mujer, fundada en la ideología de género, que es anticristiana. En otras materias hemos señalado que cada ciudadano es libre para escoger sus opciones.
  2. Fijemos nuestra atención en el tema del aborto y la eutanasia, los más graves y contrarios a la ética cristiana de la propuesta constitucional. Es evidente que la posición que una Constitución asuma ante ellos es un aspecto esencial para juzgar el valor ético de la misma en su totalidad. El aborto y la eutanasia son siempre un atentado grave contra el 5to. mandamiento de la ley de Dios. Un cristiano no puede nunca darle su apoyo. Hacerlo constituye una grave ofensa al Creador y un pecado gravísimo, como enseña el libro del Éxodo: «no quites la vida del inocente» (23,7) y Jesús recuerda en Mt. 5,21.
  3. Nos enseña la Iglesia que: «el aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar. Leyes de este tipo no sólo no crean ninguna obligación de conciencia, sino que, por el contrario, establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia. En el caso pues de una ley intrínsecamente injusta, como es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella, ni participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto» (San Juan Pablo, Evangelium vitae, 73). Todo ciudadano tiene en sus manos impedir que el aborto y la eutanasia sean consagrados en la misma Constitución de nuestra Patria.
  4. Algunas personas se preguntan acerca de cómo proceder ante esta disyuntiva: mientras hay materias con las que están de acuerdo en el texto propuesto, no lo están con la inclusión del aborto y la eutanasia. Otros, señalan que, en realidad, ellos nunca se prestarían para colaborar o amparar el aborto en la legislación que vendría después y que, por tanto, la norma establecida no los alcanza o afecta. Como Obispo de la Iglesia Católica tengo la obligación ante Dios de señalar a los fieles que dicho razonamiento es errado y contrario a las enseñanzas de la Iglesia. Dar su voto a un texto que consagra directamente como un derecho el aborto y la eutanasia es cooperar al mal moral y ayudar a su difusión.
  5. Hay elementos esenciales de ética cristiana que no pueden ser vulnerados voluntariamente a cambio de afirmar otros valores, por positivos que éstos se consideren. Un principio fundamental para dilucidar esta posible duda es aquel que señala que no es lícito colaborar en algo objetivamente malo para obtener un bien; es decir, el fin no justifica los medios. Tampoco es lícito razonar diciendo que, por estar en contra del aborto y la eutanasia en toda circunstancia, se queda exceptuado o exculpado moralmente de las consecuencias que luego se sigan de aprobar un texto constitucional que los establece. El aborto y la Eutanasia no pueden ser transados o intercambiados por otros bienes, incluso objetivos, que pueden estar contenidos en el proyecto de nueva Constitución.
  6. Llegan en la vida de los cristianos momentos en que el testimonio y la coherencia pueden adquirir una exigencia heroica, cuyas consecuencias puede traernos males y críticas, pero que, ante los ojos de Dios, son motivo de alabanza, alegría y fidelidad. Pidamos al Señor y a Nuestra Madre del Carmen tener el coraje y la sabiduría para defender las verdades esenciales sobre la dignidad de la persona humana. Dios es el único testigo íntimo de nuestras decisiones y El mismo nos tomará cuenta de ellas al final de nuestros días.

+Juan Ignacio González Errázuriz

Obispo de San Bernardo

San Bernardo, 28 de agosto de 2022

Publicado en el sitio web del Obispado de San Bernardo