Por: Roberto Estévez
Fuente: acde
21 de julio de 2023

que se supo conquistar
a la gran masa del pueblo,
Combatiendo al capital.

Los muchachos peronistas, 1948

En toda la Europa occidental de posguerra se extendieron los principios social cristianos que compartían Adenauer, de Gasperi y Schumann, constituyendo fuertes partidos que llevaron adelante la unión europea.

El escritor español, Enrique San Miguel (en su libro El Evangelio de los Audaces, 2005), nos aclara que eso no fue así en Francia, donde esos esquemas conceptuales social cristianos, para logrando articular un discurso horizontal y suprapartidario, fueron empleados para constituir una fuerza propia por Charles De Gaulle, al igual que sucedió en la Argentina del General Perón.

Es conocido que una fracción del pensamiento y la acción política cristiana liberal, se enfrentó al roquismo; que luego una parte apoyó la crítica radical al régimen como “falaz”, pero también “descreído”, y finalmente una parte, nuevamente desilusionada, se volcó al peronismo, redactó sus discursos e incluso estructuró el pensamiento de 1949 (como con Arturo Enrique Sampay).

En esto tiene razón San Miguel, sin embargo, esta vertiente intelectual, no fue la única “esencia” que confluyó en el peronismo. Sino también la praxis política de los socialismos nacionales fascistas, y las tres vertientes principales en los orígenes de las luchas del movimiento obrero argentino: la católica del padre Federico Grote, la socialista democrática y la anarcosindicalista.

A lo largo de la historia del peronismo, las esencia cristiana, socialista y fascista han permanecido en permanente contradicción, con momentos de primacía de unas u otras. Momentos a veces más luminosos, u otras veces muy obscuros, como lo muestra el encuentro de María O`Donnell con Mario Firmenich en su libro “Aramburu”.

Un tema nuclear en estos tiempos de campaña electoral, compartido por varios candidatos -no solo peronistas-, es el combate contra el capitalismo. Combate que se confunde con el rechazo del mercado, desconociendo que el palacio, el templo y el mercado, son instituciones que nos acompañan desde los orígenes de nuestra civilización, en las ciudades sumerias de la Mesopotamia.

Si alguno de los candidatos, llega a distinguir la institución mercado, del sistema capitalista (cosa que no he escuchado todavía) ¿se refieren entonces al capitalismo atlántico -de origen puritano, – o al capitalismo del Norte de Europa -de origen luterano-, o al capitalismo del Mediterráneo vinculado con la herencia bizantina y católica?

El hacerlo no es una “discusión bizantina”, porque la legislación para relación capital-trabajo, en la que nuestra ley trata de corregir el desequilibrio de poder entre el dueño del capital y el trabajador, no siempre es aplicable a una relación trabajo-trabajo, en la que, si hay capital, es capital de trabajo, posibilidad del giro de una pyme y única garantía de cumplimiento de las obligaciones en caso de cierre.

Argentina tiene más de 532.000 pymes, que se explican mejor por una relación trabajo-trabajo, que por una relación capital-trabajo, las mismas representan el 99,3% del total de las empleadoras (536.400), generaron el 61% del empleo asalariado registrado, explican el 49% de la masa salarial formal, concentran el 46% de la facturación y el 16% del total de monto exportado (Estructura y dinámica reciente de las mipymes empleadoras, Secretaría de industria y desarrollo productivo, Ministerio de Economía, septiembre 2022).

Esas pymes no son exportadoras (lamentablemente no pueden serlo porque la regulación y la falta de crédito se los impide), además de ser las mayores empleadoras, sirven muy mayoritariamente al consumo interno. Por lo que me da la impresión de que, para conquistar a la gran masa del pueblo, Combatiendo al capital, asistimos al penoso espectáculo de un grupo de personas que siguen serruchando la rama que los sostiene.