Las opiniones expresadas en este espacio no necesariamente reflejan la postura del Instituto Fe y Libertad y son responsabilidad expresa del autor.

No se puede entender la democracia liberal sin reconocer la importancia del pluralismo. El pluralismo implica que valoramos y aceptamos la diversidad y las diferentes opiniones dentro de una sociedad.

Si aplicamos este principio en la sociedad, es fundamental practicar la tolerancia que significa respetar las creencias y valores de los demás, incluso si no estamos de acuerdo con ellos. No es necesario que compartamos las mismas opiniones, pero sí debemos vivir en paz y armonía, a pesar de nuestras diferencias.

Esto nos muestra que la tolerancia es una herramienta esencial para lograr una convivencia armoniosa en una sociedad plural. Si compartimos valores similares con los demás, no necesitamos practicar la tolerancia en esos aspectos específicos porque ya estamos de acuerdo. En ese caso, decimos que nos identificamos con esos valores comunes.

El pluralismo como base de la sociedad libre 

Para que haya pluralismo, es esencial que exista tolerancia recíproca. Esto significa que, si queremos aceptar la coexistencia pacífica de diferentes puntos de vista y formas de vida en una sociedad, también debemos estar dispuestos a extender la misma tolerancia a aquellos que no comparten nuestras perspectivas. Es un «dar y recibir».

La idea es que, si queremos vivir en una sociedad diversa y plural, no podemos ser intolerantes hacia las opiniones o creencias de los demás1. Sería contradictorio ser pluralista solo hacia algunas expresiones humanas y no hacia otras. En otras palabras, para que el pluralismo sea real y genuino, debemos ser tolerantes tanto con quienes piensan de manera similar a nosotros como con aquellos que tienen puntos de vista diferentes.

De hecho, esta fue la lección  que los padres fundadores de los Estados Unidos pretendían plasmar al momento de reconocer la libertad religiosa como una condición natural de cada persona. El aprendizaje sobre los efectos que desarrollaba la facultad gubernamental de monopolizar e imponer creencias por medio de la reserva de uso de violencia del gobierno en favor de unos grupos humanos sobre otros, que derivó en la guerra de los treinta años y la gran migración a las colonias británicas. Desde entonces el pluralismo requiere consenso del derecho de conciencia, para elegir lo que se cree más a fin a las convicciones personales y a la autorrealización de cada persona.

Un pluralismo que es intolerante consigo mismo, no puede realmente considerarse pluralismo. Si queremos abrazar y disfrutar de la diversidad y la coexistencia pacífica en nuestra sociedad, debemos practicar una tolerancia de doble vía, lo que implica respetar y valorar las perspectivas y creencias de los demás, incluso si no las compartimos.

En una sociedad libre, es inevitable encontrar una diversidad de creencias y opiniones sostenidas por los ciudadanos2. Esto significa que cada persona tiene derecho a tener sus propias creencias y puntos de vista, y el liberalismo busca proporcionar un marco en el que estas diferentes visiones puedan coexistir y respetarse mutuamente, a pesar de los conflictos que puedan surgir3. Estableciendo para ello, una clara división entre aspectos de vida pública y vida privada, generando un protección especial para la segunda, en el sentido de sostener la mayor paz social.

El marco de la doctrina religiosa razonable e irrazonable

Es dentro de la estructura de garantías sobre respeto que la mayoría de las doctrinas religiosas se consideran razonables y, por lo tanto, deben ser entendidas y protegidas dentro del marco de la libertad religiosa, esperando un ejercicio de derechos negativos por parte de las organizaciones gubernamentales o asociativa civil permitiendo el desarrollo de la diversidad y florecimiento de formas de comprensión religiosa.

Sin embargo, hay ciertas doctrinas que se consideran irrazonables y, por lo tanto, no se aceptan bajo esta concepción liberal de libertad religiosa. Un ejemplo de doctrinas religiosas irrazonables serían aquellas que promueven la exclusión de otras creencias reservando para ello el uso de la violencia privada o pública. El fundamentalismo religioso, que se caracteriza por posiciones radicalizadas, no es tolerado dentro del marco liberal, ya que va en contra del respeto y la coexistencia pacífica que busca promover el liberalismo4.

Para que una religión sea considerada razonable y esté en línea con el liberalismo político, debe adaptarse a los desafíos de una sociedad diversa y secular5. Esto significa que la religión debe enfrentar las diferencias religiosas, la ciencia natural, las leyes que no están basadas en la religión y la moral que no es necesariamente religiosa.

Para lograr esta modernización religiosa, hay tres pasos importantes:

  • Cambiar la actitud hacia otras religiones: Esto significa que debemos desarrollar una actitud respetuosa y abierta hacia otras creencias religiosas. Debemos aprender a convivir con las diferencias y reconocer que cada religión tiene su propia perspectiva.
  • A medida que la ciencia avanza, surgen anomalías o problemas que no pueden resolverse dentro del paradigma existente6. En este punto, la diversidad de conocimientos y perspectivas se vuelve esencial. El conocimiento revelado, que inspira la religión y el conocimiento científico, pueden coexistir y enriquecer la comprensión general del mundo y de la existencia humana. La iglesia puede promover el debate respetuoso y abierto al aprendizaje entre científicos y teólogos, lo que contribuye al avance del conocimiento en todos los ámbitos.
  • Dado que todos los ciudadanos tienen igualdad de oportunidades para participar en la vida pública (sin importar su afiliación religiosa) la iglesia, al abogar por la igualdad de derechos y oportunidades, contribuye a la construcción de una sociedad más justa. Esto implica que tanto candidatos abiertamente religiosos como ateos deben ser capaces de participar activamente en la política y contribuir al bienestar de la sociedad. La iglesia, en este contexto, puede ser un defensor clave de la equidad en la participación política.
  • En una sociedad libre, la fe es una parte integral de la identidad de las personas, y todos, creyentes y no creyentes, deben tener igualdad de oportunidades para participar en la política sin ocultar sus convicciones. Sin embargo, es crucial que nadie utilice el poder del Estado para imponer sus creencias a otros. La iglesia podría abogar por la libertad de creencias y la separación de la iglesia y el Estado, garantizando que la participación política sea un proceso inclusivo, libre y diverso.

La modernización del marco religioso

Para vivir en una sociedad plural, no es necesario que cambie la esencia de la religión, ya que esta radica en su fidelidad a la verdad revelada. La modernización de la religión podría llevar a una pérdida de esta esencia. Es aquí donde se requiere construir sociedades que beneficien tanto a ciudadanos creyentes como a aquellos que no tienen creencias religiosas. La libertad de creencias, la tolerancia, la igualdad de oportunidades, la protección de derechos y la diversidad cultural y espiritual son elementos esenciales que contribuyen a la construcción de sociedades inclusivas y democráticas. La comprensión de estos beneficios es crucial para promover una convivencia armoniosa en un mundo cada vez más diverso.

En una sociedad plural, se plantean desafíos relacionados con el equilibrio entre los derechos individuales y la diversidad de creencias. La iglesia puede desempeñar un papel en la promoción de un enfoque equitativo y justo en debates sobre cuestiones como la objeción de conciencia, el servicio militar en tiempos de paz y la negativa a prestar servicios en situaciones controvertidas. En este sentido, la iglesia puede contribuir a no prohibir ni suprimir ninguna opinión, ya que la libertad de expresión y la tolerancia hacia diferentes puntos de vista son pilares de una sociedad libre7.

Por ejemplo, en el cristianismo, la Biblia es la base fundamental de todo creyente al ser considerada inspirada por Dios8. La vida y obra de Jesucristo expresan el propósito de la ley de Moisés, el consuelo para el alma que se hablaba en los salmos y el cumplimiento de las promesas mesiánicas de los profetas del Antiguo Testamento9. Por lo tanto, sus palabras y enseñanzas son atemporales y no deben cambiar con las tendencias sociales o políticas del momento10. En este nuevo contexto, la religión no requiere modernizarse, pero la iglesia podría desempeñar un papel distinto en la sociedad.

El pluralismo es como tener un equipo de diferentes personas, cada una con sus talentos y habilidades únicas. Así como se valoran las diferentes fortalezas de cada miembro del equipo, en una sociedad liberal, se aprecian y respetan las diferentes creencias religiosas y formas de vida de las personas. Todos merecen ser tratados con respeto y dignidad, sin importar sus creencias.

Es importante recordar que estas ideas no buscan eliminar o suprimir la fe religiosa de nadie. Más bien, se trata de fomentar una convivencia en armonía, donde las personas pueden compartir sus puntos de vista, pero también aprender a respetar y entender a los demás, incluso si no están de acuerdo.

Al final del día, para integrar una sociedad diversa y plural, es fundamental cultivar un ambiente de comprensión, tolerancia y respeto mutuo de la mayor cantidad de los ciudadanos, tanto en quienes cuentan con convicciones de fe, como de quienes no las tienen. La integración de la libertad religiosa busca potenciar la diferencia de convicciones en una sociedad, a través de la comprensión de la conciencia individual, sus preferencias y sus expresiones.

Para lograr una modernización exitosa, hay tres actitudes epistémicas específicas que aquellas personas que profesan una fe deberían adoptar:

  • Reflexionar y relacionar creencias religiosas con otras doctrinas: Es fundamental comprender que hay diferentes perspectivas y creencias en el mundo.
  • Concebir la relación entre creencias dogmáticas y seculares: Aquí, se refiere a la importancia de encontrar una forma de conciliar las creencias religiosas con el conocimiento secular o científico.
  • Establecer una conexión convincente con principios modernos: En este punto, se hace hincapié en la necesidad de conectar los principios de igualdad y universalidad presentes en las leyes y la moral actual con las premisas de sus propias creencias religiosas.

Al seguir estas actitudes epistémicas, los ciudadanos sin importar su credo pueden convivir en una sociedad plural y secular, sin comprometer su fe. Es un proceso de integración y adaptación que les permite ser parte activa de una sociedad diversa y en constante cambio. Es importante recordar que la modernización religiosa no implica renunciar a la fe, sino encontrar maneras de vivir en armonía y respeto con los demás en un mundo diverso.

La pluralidad religiosa consolida sociedades abiertas

Es fundamental entender que la tolerancia hacia la fe de los demás significa respeto y aceptación, incluso si no se comparten las mismas ideas. Nadie está obligado a convertirse a una religión diferente solo porque se tolera diversidad o a abstenerse de creer por tolerar a otros. Cada persona tiene derecho a mantener sus propias creencias sin sentirse presionada a cambiarlas. Mucho menos a verse obligada a negar sus convicciones o renunciar a su conciencia, por el sometimiento a grupos de presión política o redes religiosas violentas.

El pluralismo enseña a ser respetuosos y abiertos a las diferentes formas de pensar y creer. Si alguien quiere compartir su fe o prédica con otros, está bien hacerlo.  Siempre y cuando sea sin imponerse por la fuerza a los demás. Por otro lado, si alguien no está interesado en escuchar o adoptar esa fe, también debe respetarse su decisión. De la misma manera, si alguien trata de menospreciar las creencias de otra persona porque no las comparte, esa actitud es antipluralista. Se debe evitar caer en esa actitud y en su lugar, practicar el respeto y la comprensión hacia la fe de los demás.

«No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo» – Voltaire

1. Sartori, Giovanni. La sociedad multiétnica. Editorial Taurus, 2001.
2. Rawls John. (1997) ‘The Idea of Public Reason Revisited’, The University of Chicago Law Review 64(3): 765–807.
3. Rawls John. (1993) Political Liberalism, exp. edn New York: Columbia University Press.
4. Clayton Matthew, Stevens David. (2014) ‘When God Commands Disobedience: Political Liberalism and Unreasonable Religions’, Res Publica 20(1): 65–84.
5. Habermas Jürgen. (2006) ‘Religion in the Public Sphere’, European Journal of Philosophy 14(1): 1–25.
6. Kuhn, T. (1962). La estructura de las revoluciones científicas. Universidad de Chicago Press.
7. Friedman, M. (1962). Capitalismo y Libertad. University of Chicago Press.
8. «Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien». Josué 1:8 Reina Valera 1960]
9. «Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos». Lucas 24:44 Reina Valera 1960
10. «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». Mateo 24:35