Por Mario Šilar*
Para el Instituto Acton
13 de mayo de 2024
En un mundo contemporáneo donde prevalecen las narrativas de desesperanza y restricción, Elon Musk emerge como una voz contracultural que no solo desafía los temores malthusianos de la superpoblación, sino que también reivindica una perspectiva optimista profundamente resonante con los valores cristianos. Musk sostiene que la verdadera crisis que enfrentamos hoy no es la superpoblación, sino el colapso poblacional y el envejecimiento demográfico. Esta visión no solo inspira una reflexión contracultural sobre la sostenibilidad y la prosperidad futura, sino que también evoca los principios de la fe cristiana que abogan por la vida y la multiplicación humana como bendiciones divinas.
La Iglesia Católica, a lo largo de los años, ha modulado en cierta medida su enfoque respecto al crecimiento poblacional. En el documento Gaudium et spes del Concilio Vaticano II, se enfatiza la importancia de la fecundidad en el matrimonio, afirmando que los hijos son “el don más excelente del matrimonio” y que el amor conyugal está naturalmente orientado hacia la procreación y educación de la prole. El texto subraya que la misión de transmitir la vida no se limita a este mundo, sino que tiene una dimensión eterna: “Tengan todos entendido que la vida de los hombres y la misión de transmitirla no se limita a este mundo, ni puede ser conmensurada y entendida a este solo nivel, sino que siempre mira el destino eterno de los hombres” (Gaudium et spes, nº 51, 1965).
Sin embargo, durante los años posteriores, la Iglesia también ha expresado preocupaciones y algunas reservas sobre los desafíos demográficos. En la encíclica Populorum progressio, el Papa Pablo VI reconoció que un crecimiento demográfico acelerado podría añadir dificultades a los problemas del desarrollo, describiendo la situación como un “callejón sin salida”:
“Es cierto que muchas veces un crecimiento demográfico acelerado añade sus dificultades a los problemas del desarrollo; el volumen de la población crece con más rapidez que los recursos disponibles y nos encontramos, aparentemente, encerrados en un callejón sin salida. Es, pues, grande la tentación de frenar el crecimiento demográfico con medidas radicales. Es cierto que los poderes públicos, dentro de los límites de su competencia, pueden intervenir, llevando a cabo una información apropiada y adoptando las medidas convenientes, con tal de que estén de acuerdo con las exigencias de la ley moral y respeten la justa libertad de los esposos. Sin derecho inalienable al matrimonio y a la procreación, no hay dignidad humana. Al fin y al cabo, es a los padres a los que les toca decidir, con pleno conocimiento de causa, el número de sus hijos, aceptando sus responsabilidades ante Dios, ante los hijos que ya han traído al mundo y ante la comunidad a la que pertenecen, siguiendo las exigencias de su conciencia, instruida por la ley de Dios auténticamente interpretada y sostenida por la confianza en Él”. (Populorum progressio, nº 32).
El párrafo de la encíclica Populorum progressio citado muestra cómo la Iglesia, en su intento de abordar los desafíos del crecimiento demográfico en los años sesenta, parecía alinearse parcialmente con el discurso alarmista prevalente en esa época sobre el estallido poblacional. Este discurso se basaba en la idea de que el rápido aumento de la población superaría inevitablemente la capacidad de los recursos disponibles, conduciendo a un “callejón sin salida”. Esta perspectiva, influenciada por las teorías malthusianas y las preocupaciones neo-malthusianas de la época, postulaba que el crecimiento demográfico era un obstáculo insalvable para el desarrollo.
Sin embargo, la Iglesia, aunque reconocía las dificultades que podía traer un crecimiento demográfico acelerado –que es cierto que lo era durante la década del sesenta–, también subrayaba la importancia de abordar este desafío de una manera moralmente adecuada y respetando la dignidad humana. En este sentido, el documento afirmaba que los poderes públicos podían intervenir, siempre que las medidas adoptadas estuvieran en conformidad con la ley moral y respetaran la libertad de los esposos. Sin embargo, esta aceptación tácita de la intervención pública refleja una influencia del pensamiento dominante de los años sesenta, que veía en el control de la población una solución necesaria para los problemas económicos y de recursos.
Críticamente, esta postura podía ser vista como una especie de cierta concesión al pesimismo demográfico imperante en aquellos años, que parecía subestimar la capacidad humana para innovar y para encontrar soluciones creativas a los desafíos de los recursos y del desarrollo. Sin embargo, también es importante destacar que, aunque el texto de la Populorum progressio parecía haber tenido demasiado en cuenta las preocupaciones alarmistas de la época, también reafirmaba firmemente el derecho inalienable al matrimonio y a la procreación, y la dignidad de la persona humana. Esta dualidad refleja una tensión entre la necesidad de responder a los problemas demográficos inmediatos y la fidelidad a los principios morales inmutables, y la confianza en la capacidad humana de afrontar de modo creativo los problemas a los que se enfrenta.
En resumen, aunque Populorum progressio aborda con prudencia las preocupaciones sobre el crecimiento demográfico, su enfoque refleja en parte el clima de temor y restricción tan extendido en este tema durante los años sesenta. Pero también reafirma la necesidad de que cualquier intervención en este campo respete los principios morales, la dignidad y la libertad de los individuos, subrayando la responsabilidad última de los padres en la toma de decisiones sobre el tamaño de sus familias.
En tiempos más recientes, el Papa Francisco ha retomado con mayor vigor la visión original de Gaudium et spes sobre la importancia de la fecundidad humana. Durante su intervención en los Estados Generales de la Natalidad, destacó la necesidad de revertir la disminución de los índices de natalidad para garantizar un futuro próspero. Según el Santo Padre, sin hijos “no hay esperanza de futuro” y expresó su preocupación por Europa, que se está convirtiendo en un “continente viejo, cansado y resignado” (Ecclesia/InfoCatólica, 2024). El Papa Francisco criticó las antiguas teorías que temían el nacimiento de demasiados niños, afirmando que “el problema no es cuántos somos en el mundo, sino qué mundo estamos edificando” y que el verdadero problema radica en el egoísmo y la falta de visión para el futuro.
El Papa Francisco ha participado en varias ediciones de los Estados Generales de la Natalidad, subrayando en cada ocasión la importancia de la natalidad para el futuro de la sociedad. En 2021, inauguró la primera edición junto con el entonces Primer Ministro italiano Mario Draghi y el presidente del Foro, Gigi De Palo. En su discurso, el Papa hizo un llamamiento a favor de la natalidad, afirmando que “sin la natalidad no hay futuro”. En ediciones subsecuentes, continuó enfatizando la necesidad de políticas con visión de futuro y sin barreras ideológicas para apoyar el nacimiento de hijos como un indicador de esperanza para la sociedad.
Por su parte, Elon Musk, en su defensa del crecimiento poblacional, refuerza esta idea con un llamado a la acción y al optimismo. Argumenta que con innovación y avances tecnológicos podemos superar los desafíos que plantea un planeta con recursos finitos. Esta idea no solo es compatible con la visión económica de la libertad, promovida por instituciones como el Instituto Acton, que defienden la capacidad humana para la creatividad y la mejora continua bajo un sistema de libre mercado, sino que también se alinea con el ethos cristiano que valora la dignidad, el potencial carácter innovador de cada ser humano y el propósito vocacional único e irrepetible de cada vida humana.
Para entender mejor la posición de Musk sobre estos temas, podemos referirnos a varias de sus intervenciones públicas. Por ejemplo, en diversas entrevistas y a través de sus tweets, Elon Musk ha enfatizado la importancia del crecimiento poblacional. En un tweet de diciembre de 2016, expresó preocupación por la disminución de la población y los problemas que esto podría causar a futuro, destacando la necesidad de invertir en el futuro a través de un mayor crecimiento poblacional. Estas declaraciones subrayan su convicción de que la innovación puede y debe ser utilizada para abordar desafíos globales serios.
La visión optimista de Elon Musk sobre el potencial humano y el crecimiento poblacional también encuentra un sólido respaldo en las ideas de Julian Simon, quien en su influyente obra The Ultimate Resource argumentaba que los seres humanos son el recurso más valioso del planeta. Simon sostenía que, con la innovación y el ingenio, los problemas de recursos y demográficos no solo podían ser enfrentados, sino superados. Esta perspectiva resuena profundamente con la visión que Musk propone hoy en día.
Este optimismo antropológico también encuentra paralelos en las enseñanzas de San Juan Pablo II y las discusiones llevadas a cabo por la Pontificia Academia de la Vida en los años noventa. San Juan Pablo II a menudo enfatizaba la capacidad del hombre para trascender las limitaciones aparentes a través de la creatividad y la fe. Al igual que Simon, el pontífice veía en la población no una amenaza, sino una fuente de riqueza y posibilidades. En este sentido, aunque tal vez de manera no explícita, Elon Musk puede ser visto como un heredero contemporáneo de este pensamiento, promoviendo una visión de futuro donde la creatividad y la innovación son claves para resolver los retos demográficos.
Sin embargo, es fundamental contrastar estas visiones con aquellas interpretaciones del cristianismo que abogan por el control poblacional como una medida compatible con sus enseñanzas. Este punto de vista, que a menudo cita preocupaciones sobre la sostenibilidad de recursos como justificación, contradice la visión de la dignidad intrínseca y el potencial creativo del ser humano que el cristianismo promueve. San Juan Pablo II y otros líderes y pensadores cristianos han rechazado rotundamente la idea de que el control de la población sea una solución moralmente aceptable, argumentando en cambio que tal enfoque subestima la capacidad humana para la innovación y el progreso moral y material de la sociedad.
También, resulta crucial no confundir esta visión optimista cristiana con el transhumanismo, que propone que la tecnología puede resolver todos los problemas humanos. Aunque la tecnología puede ser una herramienta poderosa, debe ser guiada por principios morales y una visión cristiana robusta de la dignidad humana. El uso de la tecnología debe estar en equilibrio con los valores espirituales y éticos que fundamentan nuestra humanidad.
Pero alguien podría preguntarse: ¿pero no es acaso cierto que los recursos naturales ‘son limitados’ y que en algún momento estos se agotarán? Sí y no. Podemos ilustrar nuestra respuesta con la siguiente analogía: imaginemos un piano. Un piano posee un número finito de teclas, lo cual podría parecer una limitación. Sin embargo, la combinación de estas teclas permite crear una cantidad casi infinita de melodías y armonías. De manera similar, aunque la Tierra tuviera recursos “finitos”, el potencial de la humanidad para innovar y transformar su entorno es potencialmente inconmensurable. Esta metáfora pone de manifiesto que –en rigor– el hombre es “el más genuino ‘recurso’” capaz en cierta medida como de ‘generar’ ‘recursos’ en el entorno. En efecto, con la dosis de creatividad e innovación adecuadas, el ser humano puede encontrar nuevas formas de utilizar y transformar recursos de manera que sostengan y enriquezcan una población mundial en progresivo crecimiento.
Este modo de pensar no es una mera elucubración abstracta, sino que tiene profundas implicancias en cómo vemos el mundo y, por tanto, en cómo podemos interactuar con él. La creatividad humana, impulsada por la libertad económica y guiada por principios morales sólidos, puede hacer que los recursos limitados proporcionen mucho más de lo que actualmente imaginamos. Al igual que un pianista puede crear música maravillosa a partir de un número limitado de teclas, nosotros podemos encontrar soluciones innovadoras a los desafíos que enfrentamos, utilizando los recursos que tenemos de manera más efectiva y sostenible.
Y por bajar a cuestiones concretas, podemos mencionar historias verídicas de superación de la adversidad, como son las de Bangladesh e India, que ejemplifican este punto. Bangladesh, que enfrentó una hambruna devastadora en los años setenta, ha logrado no solo superar esa crisis, sino también transformarse en un país exportador de alimentos, alimentando a una población que se ha duplicado desde entonces. Similarmente, la India, a través de la Revolución verde, superó episodios de hambruna para convertirse en uno de los mayores exportadores de alimentos, demostrando el poder de la innovación y la política efectiva.
Estos ejemplos enseñan cómo la capacidad humana para adaptarse e innovar puede transformar sociedades enteras, superando pronósticos pesimistas y logrando avances notables en la lucha contra la pobreza y la hambruna. Esta visión alienta a ver más allá de las limitaciones presentes hacia posibilidades futuras expansivas y enriquecedoras para la humanidad. La historia nos enseña que los avances tecnológicos y la innovación han permitido a las sociedades no solo sostener, sino también prosperar con poblaciones crecientes. Y para encontrar estas soluciones, cada inteligencia humana, en cuanto es única e irrepetible, puede suponer un plus maravilloso.
Bibliografía:
Concilio Vaticano II. (1965). Gaudium et spes: Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual. https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.html
Ecclesia/InfoCatólica. (2024, mayo 12). El Papa Francisco recuerda la importancia de la natalidad sin la cual «no hay esperanza de futuro». InfoCatólica. https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=49443
Musk, E. [@elonmusk]. (2022, diciembre 16). If there aren’t enough people for Earth, then there definitely won’t be enough for Mars [Tweet]. X. https://twitter.com/elonmusk/status/1471835110819461120
Pablo VI. (1967). Populorum progressio. https://www.vatican.va/content/paul-vi/es/encyclicals/documents/hf_p-vi_enc_26031967_populorum.html
San Juan Pablo II. (1995). Evangelium Vitae. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae.html
Simon, J. L. (1981). The Ultimate Resource. Princeton University Press.
Vatican.news/InfoCatólica. (2024, mayo 3). El Papa participará de nuevo en un acto en favor de la natalidad en Roma. InfoCatólica. https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=49364
*Mario Šilar es Miembro del Consejo Consultivo del Instituto Acton.
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