Por Ángel Manuel García Carmona
Fuente: Navarra Confidencial

Gracias al impulso del Centro Diego de Covarrubias, que apoyó la iniciativa de traducir la última obra de Sirico, “La economía de las parábolas”, se pudo contar con la visita del sacerdote norteamericano a Madrid, durante el pasado mes de enero. Al mismo tiempo, jóvenes estudiantes de la Universidad de Navarra, con el apoyo de la Facultad de Filosofía, tomaron la iniciativa de invitar al sacerdote a Pamplona.

El día comenzaba con un muy buen alumno haciendo la siguiente pregunta: “Me gustaría hablar con Ud. un día de estos…, creo que Ud. es capitalista (su rostro exhibía un aire entre preocupado y perplejo al pronunciar estas palabras), y me gustaría ver cómo es que… usted me entiende, sabiendo todo lo que sabe, habiendo estudiado todo lo que ha estudiado… y que sea capitalista”. Porque… ¿usted es capitalista?”.

Silencio por mi parte.

Respondo: “Digamos que defiendo la libertad económica y creo que la economía de libre mercado es uno de los medios más adecuados que tiene el ser humano para coordinar y cooperar en la vida social”. “Entiendo que la palabra ‘capitalismo’ genere cierta inquietud. Evidentemente, no pretendo descartar a los más pobres y frágiles, no me como a los niños y no pretendo que la sociedad sea una lucha entre tiburones… no es esto lo que entiendo por capitalismo, admito que el concepto es bastante equívoco, en fin…, cuando quieras hablamos más tranquilos, que no es cuestión de enrollarse ahora”.

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Al mediodía, finalmente, pude acercarme al sitio donde el sacerdote Robert Sirico presentaba su libro, en la Universidad, el pasado jueves 25 de enero. Afortunadamente, y dado que en el auditorio había varios jóvenes universitarios que casi con toda probabilidad no conocían la trayectoria del autor, este ofreció una breve síntesis de su trayectoria vital.

El Padre Robert Sirico es una figura fascinante, tanto por su trayectoria personal como por su influencia intelectual y espiritual. Su vida refleja una búsqueda constante de verdad y un compromiso profundo con la libertad, marcada por una notable transformación desde sus años de juventud hasta su labor posterior como sacerdote y cofundador del Acton Institute.

Nacido en Brooklyn, Nueva York, Sirico pasó por un periodo de “compromiso social” y activismo en su juventud, inclinándose inicialmente hacia las ideas de izquierda y participando en movimientos de protesta junto a conocidos personajes en esos círculos, como Jane Fonda. Este periodo estuvo marcado por una búsqueda de justicia social, una característica que, aunque transformada, permanece con él a lo largo de su vida.

Sin embargo, fue su encuentro con la economía de mercado y los principios de la libertad individual lo que marcó un punto de inflexión en su pensamiento. Y fue su encuentro personal con Cristo, lo que marcó su vocación religiosa. En su vida intelectual, Sirico se vio profundamente influenciado por lecturas y reflexiones que le llevaron a reconsiderar sus ideas anteriores sobre la economía y la sociedad. Esta transformación intelectual no fue solo un cambio de opinión sobre políticas económicas, sino una profunda reconceptualización de cómo se entienden la libertad, la dignidad humana y el papel del individuo en la sociedad contemporánea.

Con su ordenación sacerdotal, su amor por la libertad y su compromiso con la justicia social encontraron expresión en su ministerio sacerdotal, donde se dedicó no solo a a la tarea pastoral y sacramental propia de los ordenados, sino también a promover una comprensión de la racionalidad económica que estuviera al servicio del bien común, respetando la libertad individual y promoviendo la responsabilidad personal.

En efecto, en el año 1990, el Padre Sirico cofundó –junto al laico Kris Maureen– el Acton Institute for the Study of Religion and Liberty, un think tank dedicado a promover una visión que integra la fe religiosa, la libertad económica, la iniciativa individual y la justicia social, en el contexto de la tradición judeocristiana. Este empeño refleja su convicción de que la libertad económica, entendida correctamente, es esencial para el desarrollo humano pleno y la prosperidad de la sociedad. El instituto lleva el nombre de Lord Acton, un historiador británico conocido por su famosa frase: “El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Esta elección subraya el compromiso del instituto con la libertad individual frente al poder coactivo del estado. En tiempos en que la deriva tecnocrática y la hipertrofia de las organizaciones gubernamentales se encuentra en unos niveles abrumadores, la tarea del Acton Institute reviste crucial importancia.

El sentido trascendente de la vida de Sirico se manifiesta en su constante esfuerzo por armonizar la fe con la razón, la economía con la moral, y la libertad con la responsabilidad. Su obra es un testimonio de su creencia en el potencial del ser humano para buscar la consecución del bien real, cuando existen contextos de libertad que permiten el cultivo de las virtudes (y la vida de la gracia), y la agencia personal de acuerdo con una conciencia recta y alentando la capacidad creativa personal. A través de su trabajo en el Acton Institute, Sirico ha buscado educar a líderes religiosos y laicos en los principios de una sociedad libre, subrayando siempre la importancia de la ética personal y el carácter moral en la defensa de un orden económico y social justo. La vida del Padre Robert Sirico es, en última instancia, una historia de conversión y compromiso: una conversión no solo de pensamiento, sino de corazón y alma hacia una comprensión más profunda del ser humano y del ejercicio de su libertad, en compromiso con la búsqueda de la verdad. Y su vida es un compromiso inquebrantable con la difusión de esta convicción, para que otros puedan vivir en una sociedad que respete plenamente la libertad y la dignidad humana.

En su libro “La economía de las parábolas”, el Padre Robert Sirico ofrece una perspectiva aguda sobre la relación entre la fe y la racionalidad económica, explorando cómo las parábolas de Jesús pueden iluminar principios económicos, que siguen siendo vigentes en el mundo contemporáneo. A través de este enfoque, Sirico busca demostrar que las enseñanzas de Jesús contienen una sabiduría atemporal aplicable no solo a la vida espiritual sino también a la comprensión de la economía y de la gestión de los recursos. No se trata, obviamente, y como afirma insistentemente, de hacer una lectura ideológica, anacrónica y extemporánea del texto evangélico. Por el contrario, el libro propone que las parábolas, historias cortas utilizadas por Jesús para enseñar lecciones morales y espirituales, que nos introducen a lo auténticamente valioso: la vida eterna, también tienen una arista que abreva en las cosas sencillas y prácticas de este mundo. La vida social, el encuentro intersubjetivo de personas en el mercado –a través de transacciones, intercambios, acuerdos y proyectos conjuntos– están a la base del marco desde el que Cristo nos interpela y nos llama a buscar las cosas del cielo. En este contexto, el Padre Sirico rastrea algunos de estos implícitos sobre la creación de valor, la importancia del trabajo, la administración de bienes, y la generosidad, que comparecen al hilo de los relatos evangélicos.

Sirico argumenta que, lejos de ser antagónicas, la fe y la economía de mercado pueden ser complementarias, siempre y cuando la economía esté orientada hacia el bien común y enraizada en valores éticos sólidos. Uno de los puntos clave del libro es la idea de que las parábolas también tiene valor para enseñarnos sobre la dignidad del trabajo, la importancia de la responsabilidad personal y la eficacia de la acción individual dentro de una comunidad. Sirico subraya cómo estas lecciones del texto evangélico resuenan con principios económicos modernos, como la importancia de la iniciativa personal y la innovación en el crecimiento económico, así como con la necesidad de una ética del cuidado y de la solidaridad en la distribución de los recursos.

“La economía de las parábolas” no solo busca tender un puente entre la fe y la razón económica sino también ofrecer una reflexión sobre cómo los principios morales y éticos pueden y deben informar las prácticas económicas. Sirico invita a los lectores a reconsiderar la manera en que interpretamos las enseñanzas de Jesús, sugiriendo que estas pueden guiar la forma en que entendemos la economía, el mercado, y nuestras responsabilidades como individuos dentro de la sociedad. En resumen, el libro es una invitación a ver las enseñanzas de Jesús no solo como guías espirituales sino también como principios que pueden iluminar nuestra comprensión de la economía y nuestro rol en el mundo de las cosas contingentes, en el que vivimos, promoviendo una visión de la economía que está profundamente enraizada en valores humanos y espirituales.

Y así concluía la visita relámpago, de un sencillo y humilde párroco católico, con una addenda a su vocación y carisma sacerdotal, muy singular. Una visita discreta. Habían pasado más de quince años desde su anterior visita… otros lugares, otros tiempos.

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El día terminó encontrándome con otros exalumnos, ahora alumnos universitarios. Luego de ponernos al día y hablar de las asignaturas, al salir los temas vinculados a esta nota, me dijeron: “El profesor ‘X’ está todo el día con “la economía del don” y nos dejó claro que es ‘antiliberal’”. Como se puede observar, se trata de temas que tocan fibras sensibles en muchas personas. Es bueno que se pueda hablar de ellos y debatir, exponiendo razones, argumentos y perspectivas opuestas, de eso se trata la vida intelectual. De eso se trata la vida universitaria… solo mediante la confrontación respetuosa con ideas distintas es que evitamos caer en la deriva solipsista de la cultura de la cancelación.

Queda mucho trabajo por hacer. Gracias Robert Sirico.