Por: Gabriel Zanotti
Fuente: Filosofía para mí
Julio 2024
La apertura de los Juegos Olímpicos en París puede tener muchos calificativos excepto uno: sorpresivo.
Siempre he dicho que el Lobby LGBT no tiene nada que ver con la auténtica diversidad, que emana del respeto a las libertades individuales, ni con el respeto a la intimidad personal garantizada por el art. 19 de la Constitución argentina de 1853, ni con diversas teorías sobre el género que se puedan debatir en una sociedad libre.
Tiene que ver con una imposición coactiva de ciertas ideas y acciones sobre el género, no sólo obteniendo subsidios, privilegios y prebendas por parte de los Estados, sino promoviendo una verdadera persecución totalitaria a los que piensen diferente, anulando sus libertades de expresión, de asociación, religiosa y de enseñanza, por medio de pseudodelitos como discriminación, odio y misinformation, todo ello promovido por millones y millones de dólares de la ONU y especialmente de la OMS y la UNESCO.
Por supuesto, blanco habitual y casi principal de su odio (ese que dicen combatir) es el Catolicismo, cuyo Catecismo de 1993 dice desde sus nros. 2331 hasta el 2400 exactamente todo aquello que el Lobby LGBT considera delito civil decir y promover.
Por eso es un Lobby, esto es, un grupo de presión que sin el Estado no podría existir.
Por supuesto que hay católicos que quieren barrer también con todo eso, pero no son los que respondemos al Magisterio.
Por eso esa espantosa burla a a Ultima Cena no fue sorpresiva. Fue totalmente coherente dentro de la perversidad del mal. Y el símbolo tuvo el conocimiento de la Fe que tiene el maligno: precisamente la institución de la Eucaristía, esencial para el acto fundacional de la Iglesia por parte de Cristo.
Aberraciones morales como esta dejan ver claramente dónde está cada quién. Cualquier persona de buena voluntad, creyente o no, sabe que mofarse de los sentimientos religiosos del otro es una grave falta moral, contraria precisamente al respeto a la libertad, sea el otro marciano, vulcano o klingon. Cualquier persona de buena voluntad, sabe que ensañarse precisamente con el aparentemente más débil, con el que no recurre a venganzas y sabe del martirio, es peor aún. Cualquier persona de buena voluntad, creyente o no, recordará los tiempos donde el gran Imperio Pagano se ensañaba justamente contra los que no iban a ceder a la pietas romana, el ahora equivalente a la corrección política de los Estados occidentales, inclinados decididamente a su total suicidio.
Porque Europa y su libertad son, justamente, hijas del Judeo-Cristianismo. Juan Pablo II y Benedicto XVI lo han explicado hasta el cansancio. Llevó siglos, ideas y venidas, vacilaciones, pero que todo ser humano tiene derechos inalienables, es fruto de la noción de dignidad humana del ser humano como creado a imagen y semejanza de Dios. Por eso la Declaración de la Independencia de los EEUU decía que Dios ha creado a todos los seres humanos libres e iguales y por eso la Constitución Argentina de 1853 reconocía a Dios como fuente de toda razón y Justicia. El agnosticismo moral como política de Estado no es la garantía de la libertad sino de lo contrario. El Judeo-Cristianismo es la fuente de la libertad religiosa: nadie podía sentirse amenazado porque Europa reconociera sus orígenes cristianos. Pero ahora Occidente, al no reconocer sus orígenes, se retrotrae al paganismo romano y con ello a los tiempos próximos a su caída en medio de la barbarie.
Si hay reacción frente a esto, si hay salida, si hay retorno, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que el 26 de Julio del 2024 es un punto de inflexión. Estamos en tiempos de puntos de inflexión. También lo fueron el 20 de Marzo del 2020 y también lo fue el 7 de Octubre del 2023.
Son tiempos decisivos. Nadie sabe el futuro. Sólo espero que cada uno sepa de qué lado de la Historia se encuentra su existencia.
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