Por Manuel Alvarado Ledesma
Fuente: La Nación
1 de agosto de 2024

Con el reinado de Fernando VII (1814- 1833) vuelve a imperar el absolutismo. Son años de represión del pensamiento liberal que, prácticamente, inducen a la desaparición del imperio español.

A diferencia de los otros virreinatos de América, el del Río de la Plata no tiene muchos nobles ni fuertes antagonismos de razas. El virrey no es más que un importante funcionario sin más corte que la de sus empleados. La civilización precolombina tiene menor peso que en el resto de la región. “No es casual que la lucha por la independencia se iniciara en la colonia –dice Gabriel Tortella, Universidad Alcalá de Henares–, donde la presencia de indígenas y castas era menos conspicua, y donde los intereses comerciales habían adquirido gran importancia”. Así, surgen mentes privilegiadas, pensadores y hombres de acción nutridos de ideas de libertad.

Pese al ímpetu libertario de los próceres de Mayo, la independencia no logra, per se, modificar sustancialmente el camino trazado durante la colonia. La historia económica argentina, en su etapa inicial, perpetúa la tradición centralizada y burocrática de su herencia hispánica. Pero un faro de luz ilumina la nación y rescata los valores de liberales de Mayo, a través de un movimiento intelectual que se inicia con el Salón Literario en 1837, para debatir temas culturales y teorías sociales, políticas y filosóficas. Orientado por Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi y Juan María Gutiérrez en la clandestinidad, se organiza en 1838, la Asociación de la Joven Generación Argentina, para encarar la empresa de construir una cultura e identidad nacionales. Se abocan al estudio de autores de diferentes tendencias, sobre todo del liberalismo y del romanticismo, con el fin de teorizar sobre la realidad del país.

Bartolomé Mitre también integra esta constelación de románticos, con Domingo F. Sarmiento, aunque ambos se distinguen del conjunto al convertirse en actores protagónicos de la vida política y encabezar la pirámide del poder ejecutivo. Mitre patentiza la importancia de la interpretación de la historia para la política y la acción de gobierno.

Los del 37 surgen a la vida política en medio de una profunda crisis, con feroces enfrentamientos internos y en medio de un terrible desquicio económico. Sin embargo, logran diseñar y difundir un proyecto nacional a favor de las libertades individuales y de la construcción de instituciones sólidas y permanentes. Precedidos por una historia de autoritarismo, actúan como “masa crítica” para el inicio del proceso hacia la Argentina moderna y abren las puertas para la vigencia de una Constitución, merced a la obra de Alberdi, de libertad y progreso. Constituyen, así, el primer think tank de nuestra historia, para establecer una república, en un entorno sin mayores antecedentes al respecto.

He aquí, un ejemplo para la actualidad: personalidades heterogéneas abocadas a crear una nación que ocupase los primeros puestos del mundo, pero con objetivos comunes. Diferentes pensamientos, pero con una raíz y un hilo conductor para alcanzar un fin común. La del 37 es una generación que no solo piensa una nación, sino que también puede ejecutar cómo hacer un nuevo país.