Por Nicolás Cachanosky
Fuente: Perfil
7 de agosto 2020
Finalmente, el gobierno ha llegado a un acuerdo con los acreedores. A último momento ha primado la racionalidad económica y se ha dejado de lado la posibilidad de un default. Un canje de deuda exitoso no se mide, únicamente, por la quita de deuda que logra al país frente a sus acreedores. Un canje de deuda exitoso es aquel que evita el default y pone al país en un sendero financieramente sostenible. Lamentablemente, aún queda mucho por hacer para llegar a un canje de deuda exitoso. El canje de deuda es un primer paso, no el capítulo final, en la solución de la crisis económica que atraviesa el país. El problema de la economía argentina no es el tamaño de la deuda, el problema de Argentina es el tamaño del Estado. Si el gasto público fuese sostenible, entonces no habría problemas de deuda. Guste o no, el gasto público es un salvavidas de plomo.
¿El resultado? Un interminable ciclo de crisis cambiarias, inflación, defaults, confiscación de depósitos y expropiación de empresas. Hace aproximadamente 70 años que Argentina, en términos relativos, se atrasa respecto al mundo. Para que este canje de deuda sea distinto a los anteriores y se transforme una lección al mundo, debe ir acompañado de profundas reformas que solucionen los problemas de fondo. Es necesario reducir el gasto público a montos sostenibles. Esto requiere eliminar la necesidad de otorgar tantos subsidios y llevar adelante reformas que reduzcan la necesidad de tantos planes sociales. El plan social exitoso no es aquel que crece de manera permanente, es aquel que deja de ser necesario porque logra generar trabajo y eliminar la pobreza. Plantear una reforma del gasto social del estado (no una eliminación súbita) en estas líneas no debiera ser controversial.
También es necesario darle a la economía argentina la flexibilidad necesaria para crecer e innovar. Es necesaria una reforma fiscal que reduzca la presión impositiva y simplifique el pago de impuestos. Es necesaria una reforma laboral que reduzca el costo de contratar empleados, aumentando así la demanda de puestos de trabajo por parte de las empresas. No es casualidad que los países con mayor flexibilidad laboral tengan menores tasas de desempleo de largo plazo. Argentina debe también potenciar sus ventajas comparativas. Esto se logra con una economía abierta al mundo, donde al comercio internacional se lo ve como una gran oportunidad en lugar de ser visto como una amenaza. Los países desarrollados han crecido gracias al comercio internacional, no en base a darle la espalda el mundo. Una súper-seguridad jurídica que garantice la propiedad privada de los depósitos, el acceso a dólares tanto para pequeños ahorristas como para grandes empresas, que un presidente no pueda intentar expropiar empresas por DNU. El Poder Judicial también se debe una revisión, y considerar si está efectivamente cumpliendo el rol republicano de proteger al individuo del poder del Estado. Una profunda discusión sobre cómo reformar al BCRA, que ha producido una inflación anual promedio del 55% desde su creación a la fecha. La independencia del poder político debe ser absoluta. Si una reforma de estas características no es posible, no hay que descartar un camino similar al de Ecuador con una dolarización. La dolarización en Ecuador no sólo ha eliminado su alta inflación. También ha puesto límites al populismo de Correa y ha aislado al sector público de los costos del default del 2008.
Mis comentarios no pretender ser negativos, pretenden ser realistas. Debemos alegrarnos de que el gobierno finalmente haya llegado a un acuerdo con los acreedores. Sin embargo, la satisfacción por haber llegado a un acuerdo deuda no debe ser motivo para olvidarnos de las reformas pendientes en un canje de deuda genuinamente exitoso.
Nicolás Cachanosky:
*Associate Professor, Metropolitan State University of Denver. Profesor de la Universidad del CEMA y Senior Fellow, American Institute for Economic Research
* Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA.
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