Por Gabriel Zanotti
Fuente: “LA NOSTALGIA DE UNA NUEVA CRISTIANDAD” DE MARIO RAMOS-REYES

PRÓLOGO AL LIBRO “LA NOSTALGIA DE UNA NUEVA CRISTIANDAD” DE MARIO RAMOS-REYES

(Nota introductoria: en Mayo de este año sale la primera edición de este libro, Editorial Intercontinental en Paraguay. Creo que es un evento que merece destacarse, porque las ideas de Jacques Maritain no deben quedar en el olvido. Una democracia constitucional y una economía de mercado, sin una cultura Judeo-Cristiana, no sobreviven, y eso es lo que está sucediendo actualmente. Las ideas de Maritain, con toda su contingencia histórica, mantienen en ese sentido toda su actualidad. Por eso re-publicamos este prólogo con la esperanza de un revival de la cuestión).

Doble lanzamiento de Mario Ramos-Reyes

Es para mí un verdadero honor escribir este prólogo a esta profunda y erudita obra de Mario Ramos-Reyes, que reivindica y actualiza la perenne obra de Jacques Maritain.

Decimos “perenne” porque consideramos a Maritain un clásico, alguien cuyo mensaje seguirá produciendo siempre nuevos frutos en todo pensamiento cristiano que se tome en serio los desafíos de su época.

El libro se destaca en primer lugar por su erudición histórica. Las referencias biográficas y epocales de Raissa y Jacques Maritain, su encuentro con León Bloy, su paso por La Acción Francesa, su evolución a la democracia, sus debates con Menvielle sobre la guerra civil española y la noción de nueva cristiandad; el paso de Maritain por América Latina; sus amigos y discípulos en Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Venezuela; las críticas recibidas por Gustavo Gutiérrez; el olvido del pensamiento de Maritain en los agitados años 70 de América Latina, y su posibilidad de resurrección en las complejas circunstancias actuales…. Todo está explicado con una profundidad impresionante de detalles que creo que nunca fueron así explicados en una obra sobre Jacques Maritain.

Particularmente ilustrativos e interesantes son los detalles sobre su encuentro con León Bloy; las disputas en los años 30 con los nacionalistas católicos de origen franquista; la reseña, muy inusual hoy en día, del liberalismo católico del s. XIX (Lamenais, Lacordaire, Montalembert) y las ideas y venidas del Magisterio en ese tema; los orígenes ideológicos de La Acción Francesa, y los detalles de su venida a la Argentina donde se dieron los más encarnizados debates con los que soñaban con una única Cristiandad, como el P. Julio Menvielle.

Asombroso es además el rescate del pensamiento de Alberdi, como un pensador liberal que, atento siempre a las tradiciones existentes, se podría acercar a la prudencia política de Maritain.

Pero en medio de toda esa erudición, que los estudiosos de estos temas agradecemos, ¿cuál es la tesis central del libro?

El autor advierte que su objetivo central no es (al contrario de sus análisis históricos) el detalle de las polémicas escolásticas contra el pensamiento de Maritain. Claramente, afirma que “…Este libro no ha sido pensado como refutación de dichas acusaciones, algunas de las cuales —se da de suyo— podrían tener cierto mérito. No es un análisis exhaustivo de las ideas del filósofo francés, ni una serie de alabanzas de ellas. Maritain nunca reclamó para sí, tampoco, el don de la infalibilidad. Solamente se defendió en muy contadas ocasiones de la tergiversación de su pensamiento. Este libro se ha escrito, más bien, con otro espíritu: el de recuperar, en buena fe, una propuesta inaugurada por un filósofo tomista y sus discípulos y amigos, la de proponer prudencial y no dogmáticamente un modelo de entender la política que defendía la verdad y la libertad y que, al mismo tiempo, era un modelo democrático y cristiano. Era el proyecto de un Estado laico —no laicista— exento de poderes eclesiales y que articulaba el bien común reconciliado con la libertad. ¿Fue una empresa exitosa? Posiblemente no, si por éxito se entiende la implantación duradera de la propuesta. La casi desaparición de las expresiones socialcristianas concretas lo puede demostrar. Aunque tampoco, es justo reconocerlo, intentó ser una utopía. Más bien, un modo de comprender y configurar la realidad social, concreta y singular, como perfectible, finita, contingente. Y, como tal, sujeta a los vaivenes de las imperfecciones humanas. La política, para Maritain, no es concebida como un saber salvífico. Los ideales políticos son precisamente eso, ideales. Nada definitivo. Se encarnan, se intenta realizarlos en la arena de la historia, donde hinca lo resbaladizo y diverso de los acontecimientos. Un camino de orden práctico, prudencial, a transitar, y no una isla paradisiaca a la que arribar y en la cual residir para siempre”.

Este párrafo resume admirablemente el espíritu del libro. En medio de los avatares históricos, el autor ha buscado lo esencial del espíritu de Maritain: una Democracia Constitucional, un Estado de Derecho, basado en un ethos cristiano, que aún de respuestas a este mundo deshecho entre el postmodernismo y las ideologías woke, y a esta América Latina que, desangrada entre utopías cristianas socialistas y sus reacciones militares-conservadoras, no encuentra aún su camino de estabilidad institucional.

Jacques Maritain tuvo tres influencias centrales: Europa, EEUU y América Latina.

En la Europa de la post-guerra, Maritain fue decisivo para las democracias cristianas que por primera vez colocaron a Italia, Alemania y Francia en la estabilidad de una democracia constitucional, alimentada al principio por ideales cristianos, acompañado esto por el Magisterio de un Pío XII que supo muy bien no aceptar las denuncias a Maritain como “hereje” que venían sobre todo del nacionalismo católico argentino de los años 30.

En EEUU, Maritain supo inspirar el pensamiento de neo-conservadores como Michael Novak que vuelven a rescatar los ideales cristianos que rodearon a la Declaración de Independencia de los EEUU.

Y en América Latina, Maritain inspira a la primera etapa de las democracias cristianas, que querían alejarse tanto del nacionalismo católico como del marxismo, intentando que nuestra región lograra adoptar formas constitucionales sin la dialéctica entre iluminismo francés y tradicionalismo español. Esto fue acompañado no sólo por hombres de pensamiento, como Manuel Río o Jorge Luis García Venturini en Argentina, sino por hombres de acción como Frei en Chile o Caldera en Venezuela.

En los dos primeros casos, esa democracia constitucional de orígenes cristianos parece haber sido disuelta por un laicismo galopante cuyos jinetes parecen ser el neomarxismo de las culturas woke y los movimientos post-modernos que quieren negar absolutamente todo el origen cristiano de Europa y los EEUU.

En América Latina, esos movimientos no sólo ya la salpican demasiado, sino que nuestra región parece haber vuelto a movimientos populistas de origen “liberacionistas”, enfrentados por grupos conservadores entre los cuales el conocimiento del legado de Jacques Maritain parece ser nulo.

Por eso es esencial el rescate que Agusto del Noce hace de Maritain. Hacia el final del libro, Mario Ramos-Reyes afirma lo siguiente: “…Para el filósofo italiano Augusto del Noce (1910-1989), una cosa es segura: la alternativa al nihilismo posmoderno es el humanismo cristiano integral de Maritain. La propuesta de un modelo democrático limitado por el constitucionalismo de un Estado de derecho, fundado en la dignidad de la persona y nutrido por un ethos democrático. Quizás replantear, además, el concepto del liberalismo como una ideología sin dogmas, más fluida, menos rígida”. Con lo cual se cumple el objetivo del libro: el rescate de lo esencial de J. Maritain. Más allá de las críticas de del Noce al Maritain de los 30, por sus resabios de la historiografía marxista de su juventud, y más allá de los detalles técnicos de la distinción individuo-persona, con esto hemos captado lo que convierte a Maritain en un clásico: el ethos cristiano que rodea el Estado de Derecho. ¿Tiene ello aplicación al mundo de hoy? Más que nunca. En sus discursos a los parlamentos británico y alemán, cuando Benedicto XVI se plantea la relación entre la Fe católica y la vida pública, recuerda lo que debería ser obvio: no es una bajada directa de las Sagradas Escrituras a lo político (como en el fondo quieren los católicos “liberacionistas” de izquierda y los nacionalistas católicos de derecha -Gutiérrez y Menvielle, si se quiere-) sino una purificación de la razón a partir de su encuentro con la fe, lo que protege a la razón humana de sus abusos y le permite ver en Dios Creador el fundamento último de la dignidad de la persona, custodiada por un Estado de Derecho que pertenece propiamente a una sana esfera de laicidad, pero no de laicismo.

Ante católicos aún confundidos con la nostalgia de un reino de Dios socialista o una vuelta al feudalismo medieval, ambos enfrentados, pero firmemente unidos en su rechazo a las instituciones de una democracia liberal, Maritain sigue siendo su corrección y su orientación. Porque Maritain, más que un sistema, es un espíritu: el espíritu de un humanismo cristiano que ve en la Democracia ese “eco temporal del Evangelio”, sin por ello sacralizarla, pero sí sacándola totalmente de la esfera del Iluminismo anticristiano.

Saludamos a este libro de Mario Ramos-Reyes como un nuevo comienzo, un excelente nuevo comienzo, erudito y profundo, del rescate de un clásico cuyo mensaje supera las circunstancias de su época y que ha llegado a la conciencia cristiana para quedarse allí para siempre.

Gabriel J. Zanotti

Buenos Aires, Mayo de 2023.