Por Gabriel Zanotti
Fuente: Filosofía para mí
Como ya dijimos una vez, la contraposición entre humanidades y técnica es falsa, y por ende falsa es también la organización de las carreras organizadas bajo tal dicotomía, con todas las graves graves deformaciones didácticas que ello implica así también como innumerables problemas vocacionales producidos por esa profunda patología cultural.
Un daño colateral de semejante error es la desaparición de las llamadas carreras humanísticas en función de carreras aparentemente más profesionales o técnicas, a lo cual se agrega la mercantilización de carreras que habían surgido al principio con un adecuado balance (forzado, claro) entre la formación humanística y las llamadas materias técnicas.
Dijimos mercantilización. Si, porque el argumento de muchos es que “ahora el mercado demanda otra cosa”, y para colmo nos lo enrostran a los partidarios de la economía de mercado, como si no nosotros, por ese motivo, tuviéramos que aceptar semejante tendencia.
Qué pobre concepción del mercado.
El mercado y la empresarialidad no es un perrito que ve a una perrita y la sigue. Si, es verdad que es más rentable cultivar tamales en Guatemala que en la Antártida, pero la misión y visión de una universidad tiene un sentido diferente y a la vez planamente compatible con una economía de mercado.
Una sociedad libre es plenamente compatible con empresarios de la educción convencidos de su misión y visión, la cual no tiene por qué cambiar porque cambie la demanda del mercado. En ese caso, lo que el empresario educacional debe hacer es re-adaptar, re-configurar su producto, y convencer a la demanda de lo atractivo de su propuesta. Pero nada de ello significa abandonar su misión y visión. Si lo hace, es un mal empresario, un mal líder que no sabe combinar la belleza con la verdad, quedándose en una retórica sin sustancia; y si pide un subsidio estatal, es un ladrón más que les saca coactivamente a sus conciudadanos lo que debería haber conseguido mediante el libre consentimiento.
La misión y visión de las universidades, en este momento, es ofrecer colleges, centros integrales de formación del pensamiento crítico y abstracto, donde las especializaciones profesionales aparezcan como una segunda instancia, como fue siempre la estructura de los colleges y los masters cuando ello funcionaba en el ambiente anglosajón. Hacer ese proyecto rentable es la característica de un buen empresario.
Un buen empresario no es un esclavo de estupideces. Es un líder, alguien que propone sin imponer, y en ese “sin imponer” está su ética libertaria.
Todo esto tiene muchas aristas y múltiples aclaraciones, pero lo básico debe decirse: dejen de escudarse en el mercado libre para renunciar a su misión. Una sociedad libre es un libre intercambio de conjeturas, donde las que no funcionan no son sólo las que no son rentables, sino las que un vendedor sin liderazgo no ha sabido hacer rentables.
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