Por Armando Ribas
Voy a insistir en un tema que considero de la mayor importancia para reconocer la problemática del mundo en que vivimos. Voy a comenzar con un problema económico, que es la relación del gasto público con la inflación. Pero no olvidemos al respecto que el gasto tiene un origen ideológico y político. Seguidamente me voy a ocupar de la razón de ser histórica y consecuentemente ideológica de la presente situación en el mundo.
Como ya hemos visto según Friedman, la causa de la inflación es la expansión monetaria. Por esa razón sostiene que si el gasto se financia con impuestos o con crédito del público no genera inflación. Esa conclusión es válida en la medida que la definición de inflación sea un aumento permanente de los precios de los bienes y servicios. Pero como bien señala George Gilder el gasto público es parte del costo de producir. Por tanto cuando aumenta el gasto aumenta el costo de producción y consecuentemente el nivel de precios.
El nivel del gasto afecta el comportamiento del sector privado. Decididamente cuando ronda ya el 50% del PBI, de hecho se está violando la propiedad privada, y la consecuencia es la caída en el nivel de inversión. Otro aspecto a tomar en cuenta es que el aumento del gasto asimismo determina un incremento en la corrupción. Ello significa un gasto menos eficiente y consecuentemente un costo mayor al proceso productivo.
Una vez que la inflación se desata se crea la problemática de la política cambiaria. Ya en Argentina al respecto tenemos una experiencia repetitiva. Se ha intentado una y otra vez detener la inflación controlando el tipo de cambio. La inflación entonces produce una alteración en los precios relativos de los bienes transables y no transables. Mientras más aumentan los no transables más disminuye la competitividad y consecuentemente caen las exportaciones y tienden a aumentar las importaciones. Tal es lo que está ocurriendo hoy en Argentina a pesar de las ventajas comparativas que determinó el aumento de los precios de los commodities.
Creo que de las anteriores experiencias y el actual comportamiento político en el mundo se nota cada vez más la confusión existente que trasciende el ámbito económico. Esa confusión tal como la previera Nietzsche es que socialismo y democracia son sinónimos. Hoy el llanto por los pobres es la fuente del poder político en nombre del pueblo, y la razón de ser del aumento del gasto público para hacerse rico desde el estado. Por ello hoy tenemos que los países democráticos no crecen económicamente y la China crece solo un 7%. Se ha olvidado que la esencia del sistema que transformó al mundo que se inició en Estados Unidos fue que las mayorías no tenían derecho a violar los derechos de las minorías.
No obstante esa evidente realidad histórica en un reciente artículo en Foreign Affaire “What Caused Capitalism?» Jeremy Adelman cita a uno y otro historiador europeo quienes explican que el capitalismo se inició en Europa, y por supuesto ignora a Estados Unidos como precursor de ese proceso que cambió la historia del mundo. Aun cuando se refiere a Inglaterra habla de la Revolución Industrial y así igualmente ignora que ella no se hubiese producido sin que la precediera la Glorious Revolution, que marcó el inicio de la limitación del poder político y el respeto por los derechos individuales.
Considerar a Europa el origen de la libertad en el mundo es otra falacia de la llamada civilización Occidental y Cristiana. Pero la realidad es que para intentar saber lo que ocurre en el mundo musulmán, tal como lo sostiene John M: Owen en un artículo del Foreign Affairs “De Calvino al Califato es necesario conocer la historia de Europa por siglos. El problema islamita es no haber podido separar la religión de la política, y por tanto como escribiera Montesquieu en sus Cartas Persas “los cristianos son los que más se matan entre ellos”.
La Globalización indudablemente, es el producto de las comunicaciones. Por ello habría desaparecido la idea del imperialismo y la guerra como forma de enriquecimiento de las naciones a costa de sus vecinos. La lucha política es interna y el llamado antiimperialismo no es más que una excusa para justificar el poder absoluto interno. Así cada vez más en el llamado Occidente, tal como dijimos anteriormente, triunfa democráticamente el socialismo y la consecuente crisis creada por la falacia de la igualdad que determina el aumento del gasto público. Y ahí reside la crisis con y sin inflación. Y recordemos que el sistema no es económico sino ético, político y jurídico. Donde no se respeta el derecho de propiedad no hay creación de riqueza, sino malversación de la existente.
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