por Cecilia Vázquez Ger
17 de octubre de 2017

 

El 9 de octubre partió a la Casa del Padre, un sacerdote muy querido por muchísimas persona: Rafael Braun. Raffy como lo solíamos llamar, fue alguien demasiado especial, presente hoy en infinidad de personas que tuvimos la dicha de conocerlo y de recibir de él su guía y amistad.

Homenajear a un alguien, es poder reconocer su riqueza como ser humano; uno de esos homenajes es que otros sepan lo que una persona de bien significa en la vida de otras.
Lo primero es dar esas gracias infinitas a Dios por la vida de Raffy y por esa amistad que lo vinculaba a tantos seres humanos.  De él hemos aprendido enseñanzas que se llevan dentro, porque se contagian al ver a personas de bien hacer el bien.
​Raffy fue ​u​n ejemplo de vida, ​porque la amaba y respetaba, y porque nos enseñaba a disfrutarla y valorarla. Era pura ​fidelidad, se debía a sus amigos, a sus tareas, a sus opciones, a sus amores: Jesús y la Ig​lesia a quienes servía en todo lo que elegía, porque como sacerdote era un evangelizador de la cultura.
La prudencia acompañaba a sus acciones meditadas y muy en especial, a sus consejos y respuestas, fruto de un discernimiento donde el otro era esencial.
Raffy era presencia, humildad con firmeza y afirmaciones de sabiduría. Me llamaba siempre la atención su austeridad unida a un sentido común en el uso de las cosas, y en el disfrute libre de las posesiones.
Fuiste alguien lleno de pasión por todo lo que Dios ponía en tu corazón que llevabas a la acción derramando con generosidad lo que recibías. Nos enseñaste tanto, nos acompañaste siempre. Dios te dio la gracia de ver donde otros no podían, y recibir con ​un​ corazón ​abierto y comprensivo a quien recurría a ti.
Raffy fue un ejemplo de amistad donde el otro tenía siempre un lugar auténtico y donde el compromiso era genuino.  ​Fiel, presente, coherente como pocos, con una sensibilidad aguda y un amor sincero y claro. Fue acompañante​ y director​ espiritual de tantas personas que se le acercaban diariamente, y acaso haya sido esa su mayor vocación, la escucha atenta al corazón del otro desde uno que dejaba emanar la misericordia de Dios.
Dentro de los muchos compromisos y espacios por él creados y acompañados, estaba el de los grupos de matrimonios. Encuentros en los que él participaba como uno más, donde alentaba la escucha respetuosa para incentivar los vínculos y la receptividad de unos con otros.  Nos enseñaste muchas cosas que iremos recordando con el tiempo. Pero hay otras, muchas otras que hoy viven en los miles de amigos a quienes supiste acompañar en todos los momentos de la vida.
​Raffy era un espíritu lleno de proyectos, siempre entusiasta y positivo frente a lo que se le presentaba o a lo que encaraba. Su prolijidad intelectual y su amplitud cultural, le permitía ubicarse frente a múltiples facetas diferentes de la vida social, cultural, política y religiosa. Era tremendamente crítico y sus observaciones iluminaban, más allá de los acuerdos o desacuerdos que podíamos tener. Dialogar con él era como entrar a navegar en un mar de  ideas y sentimientos de un modo muy especial: no sabíamos a qué puerto llegaríamos, más allá que la reflexión entusiasta y sincera! Porque sabía de los sabores y de los matices del buen pensar y la importancia de la formación para ser responsables diariamente en donde nos toca vivir.
Intelectual de alma, mente brillante en la Iglesia Argentina, soñaba con una Argentina justa y trabajó toda su vida por ello. Su pluma era clara como su pensar. Fue un defensor de las instituciones de un modo profundo, porque comprendía bien que sin ellas la libertad en la que tanto creemos muchos de nosotros, no puede dar los frutos que está llamada a dar al orden social.

​¿Cómo despedirte Raffy? Recordando el legado de un hombre que como pocos supo leer los signos de los tiempos y anticipar las ideas correctas por donde debía leerse la realidad. He aquí uno que tu llamaste “Iglesia y Democracia” .https://institutoacton.org/ 2017/10/10/iglesia-y- democracia-padre-rafael-braun/ , artículo publicado en el año 1985 por tu querida Revista Criterio. El valor de un escrito como este es enorme pues guarda muchas respuestas a temas fundamentales de este gran tema.

Cuando me enteré de tu partida me preguntaba: ¿Cómo despedirte, Raffy? Hoy la pregunta es otra: ¿Cómo recordarte Raffy? Siguiendo tus pasos. ​​Pidiendo a Dios por tu alma y ​que ​derrame en quienes te conocimos ​el amor​ que tuviste por Jesús y Su​ Iglesia.