Por Luisa Zorraquín

Fuente: Communio Argentina, año 2011, n. 3, pp. 98-120

El 13 de Octubre el Papa Francisco canonizó a John Henry Newman.  La suya ha sido llamada una “santidad de la inteligencia”; por cierto su conversión es la de un intelectual, que buscando la verdad, no puede desoír el llamado de su conciencia. En la mitad de su vida, uniendo estudio, piedad y humildad deja honores y reconocimientos, su amado Oxford  y su promisoria carrera eclesiástica en la iglesia Anglicana y pide ser admitido en la Iglesia Católica.

En la homilía de la canonización, el Papa afirmó:  “Hoy agradecemos al Señor por los nuevos santos, que han caminado en la fe y a quienes ahora invocamos como intercesores”, y aludiendo a “santidad de la vida cotidiana, de la que habla el santo cardenal Newman”, citó sus palabras: “El cristiano tiene una paz profunda, silenciosa y escondida que el mundo no ve. […] El cristiano es alegre, sencillo, amable, dulce, cortés, sincero, sin pretensiones, […] con tan pocas cosas inusuales o llamativas en su porte que a primera vista fácilmente se diría que es un hombre corriente” (Parochial and Plain Sermons, V,5). Pidamos ser así, “luces amables” en medio de la oscuridad del mundo. Jesús, “quédate con nosotros y así comenzaremos a brillar como brillas Tú; a brillar para servir de luz a los demás” (Meditations on Christian Doctrine, VII,3)”.

Para conocer un poco más de la vida y la espiritualidad de Newman reproducimos un artículo  publicado previamente en la revista Communio de Argentina.

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