6 de agosto de 2020
Por: Cecilia G. de Vázquez Ger
Fuente: La Nación
Hay condiciones sociales indispensables para que las personas puedan crecer y desplegar una vocación acorde con su dignidad. Se trata de las condiciones del bien común, capaz de transformar realidades políticas, económicas, espirituales, éticas y culturales, y de insertar a las personas en un proceso creador de riqueza y de desarrollo humano integral.
Enfocando el tema de la pobreza con una mirada multidisciplinar, el Instituto Acton viene promoviendo una serie de videos titulada PovertyCure. El proyecto se inspira en una antropología cristiana que reconoce la dignidad natural de cada ser humano, de donde emanan derechos personales iguales para todos, a la vez que talentos múltiples en potencia para desarrollar. Dado que las buenas intenciones son indispensables pero no suficientes, la serie propone sumar «buenas ideas» que permitan salir del drama de la pobreza.
El primer video gira en torno de las ayudas que dañan, aquellas que generan consecuencias no intentadas negativas, contrarias a lo que se pretende cambiar, y que en lugar de dar una solución de corto plazo, se instalan como acciones permanentes, creando vínculos de dependencia que, lejos de alentar el florecimiento de la persona, la ubican en un lugar de mendicidad dentro de un modelo receptor/dador de gran indignidad. El desafío se apoya en la capacidad creativa y superadora del individuo.
Hay muchísimas personas comprometidas en proyectos que intentan aliviar el dolor que produce la pobreza, tanto en organismos privados o estatales, nacionales e internacionales. Después de décadas de este tipo de políticas, parte de los resultados han sido limitados, y hasta contraproducentes. En la mayoría de los casos, son proyectos producidos a miles de kilómetros de distancia, que suelen desconocer parte de las realidades locales potencialmente generadoras de sustentabilidad de largo plazo.
Las «soluciones empresariales» al drama de la pobreza y el reconocimiento de una capacidad empresarial también presente en las personas en situación de pobreza, constituyen el núcleo del segundo video. Esta mirada observa la riqueza viva en cada ser humano, y su capacidad para crear prosperidad para sus familias y comunidades. Todos estamos llamados a ser cocreadores de riqueza. Pero, ¿qué es lo que falta? Comprender qué son y cómo funcionan los marcos institucionales, jurídicos, económicos y culturales que acompañen estos procesos de crecimiento personal y desarrollo social. «Justicia para los pobres», el tercer video, propone el primero de ellos: el marco jurídico institucional que resguarde y habilite las acciones y proyectos por desarrollar. El rol del Estado de derecho y de la seguridad jurídica que implica, junto con los derechos de propiedad, son condiciones indispensables para pensar un escenario posible para nosotros y nuestros pobres. El asistencialismo sólo colaborará en el desarrollo de una mentalidad que anula la confianza en sí mismo para incorporarse a un círculo creador de valor.
Las instituciones económicas generadoras de los «círculos de intercambio» conforman la siguiente dimensión. El libre mercado, con una moneda sana, y las redes de intercambio global generadoras de mercados más amplios, con reglas claras, sencillas y estables, e instituciones globales libres que permitan intercambio humano y, por tanto, económico y cultural, donde las identidades locales, lejos de anularse, se ofrecen a un mundo mucho más vasto.
Finalmente, creemos que la serie destaca dos elementos fundamentales para superar la pobreza, que podríamos describir como marcos culturales. La paz social como condición indispensable para la cooperación social que genera el intercambio fructífero. Las personas quieren trabajar y progresar, pero necesitan de una sociedad que aliente la reconciliación sincera y el perdón para caminar y trabajar por el futuro. Las instituciones intermedias sólidas, generadoras verdad, belleza y bien con mayúscula.
Así es como buscamos abordar el drama de la pobreza. La subsidiariedad, el espíritu empresarial, los marcos jurídicos, económicos y culturales se presentan como luminarias indispensables si se busca el desarrollo humano integral, núcleo central de una sociedad libre y a la vez virtuosa.
La autora es Directora Ejecutiva del Instituto Acton (Argentina)
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