Fuente: La Nación
4 de enero de 2023

En la actualidad se observa una extendida demanda de caminos para acceder a lo que podemos llamar, en sentido muy amplio, la “experiencia espiritual”. De este modo, se busca dar respuesta a ciertos anhelos profundos que no encuentran satisfacción en la sociedad moderna, entendida como sociedad de consumo.

Como observaba la teóloga protestante Helen Rhee sobre la situación en Latinoamérica, la Iglesia ha hecho la opción preferencial por los pobres, y estos han hecho la opción por el pentecostalismo, en razón de que estos últimos han sabido sintonizar con el ansia de progreso de los postergados a través del “evangelio de la prosperidad” y la invitación a la lucha contra el “demonio de la pobreza”.

Quizás llega el momento para una Iglesia más sobria en materia de diagnósticos sociales, modelos y políticas económicas, y más preocupada por recuperar vitalidad en su prédica específicamente religiosa, su liturgia, su catequesis, mostrando las riquezas poco conocidas por muchos de la fe cristiana. El éxito o fracaso de la Iglesia en su misión no se juega en los medios de comunicación, en el aplauso de los círculos influyentes de la política y de la academia, sino en su capacidad de ejercer la mediación salvífica, para que la Palabra del Evangelio toque la profundidad del corazón de los hombres.

FUENTE: REVISTA CRITERIO