Por Carroll Ríos de Rodríguez
Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día miércoles 13 de febrero 2013.
El Papa Benedicto XVI sorprendió incluso a sus allegados en Roma, cuando anunció su renuncia efectiva el 28 de febrero. “¡Amo a este Papa!” exclamó el arzobispo de Nueva York, Cardenal Timothy Dolan, visiblemente impactado por la noticia. Los católicos sentimos por este Papa un cariño profundo, pero también admiración y gratitud. Agradecemos los casi ocho años que sirvió como pontífice y también su dimisión, la cual demuestra su humildad, su prudencia y su sabiduría. Supimos inmediatamente que no se trataba de una decisión frívola o precipitada. Por ello, la mayoría de fieles vimos con tristeza cómo las principales agencias noticiosas prefirieron especular sobre potenciales problemas.
Por ejemplo, un reportero con acento inglés, de la cadena CNN, opinó que este había sido un pontificado deslucido, pues solamente recordaremos el hecho que renunció. ¿En dónde ha vivido este reportero en los últimos años? ¡Será lo contrario! Es más cierta una frase que enunció un amigo hace unos años: “Los fieles venían a Roma a ver al Papa Juan Pablo II, pero ahora vienen a escuchar al Papa Benedicto XVI”.
“Debemos recordar que Benedicto XVI es probablemente el papa más intelectual que ha ocupado la silla de Pedro en siglos,” afirma el escritor Samuel Gregg, “incluso más que su santo predecesor, quien no era ningún holgazán en el mundo de las ideas”. Siendo aún Cardenal, Joseph Ratzinger presidió la comisión que elaboró el Compendio del Catecismo de la Iglesia; concluida la obra, la recibió en calidad de Papa. Este compendio es un regalo a los laicos, un instrumento valioso para profundizar en nuestra vida de fe. Desde su elección el 19 de abril del 2005, Su Santidad ha escrito tres encíclicas y cuatro exhortaciones apostólicas. Deus Caritas Est (2005), Spes Salvi (2007) y Caritas in Veritate (2009) se centran en dos virtudes teologales, caridad y fe. Está elaborando una encíclica sobre la tercera virtud, la fe, coincidente con el Año de la Fe que estamos viviendo.
Su santidad ha meditado y escrito sobre la verdad y la razón. Detectó así la principal enfermedad de la era moderna. La religión debe ser persuasiva y razonable, y es que la fe no contradice la razón. Imponer un credo por medios violentos es contrario a la naturaleza de Dios. El Papa considera que la verdad y la razón están bajo amenaza del relativismo. En un discurso que dictó antes de ser nombrado pontífice, afirmó: “Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, es etiquetado con frecuencia como fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, el dejarse llevar zarandeado por cualquier viento de doctrina, parece ser la única actitud que está de moda. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que sólo deja como última medida el propio yo y sus ganas”.
En suma, el papa Benedicto XVI ha librado valientes y elevadas batallas en el plano intelectual que sientan las bases para una práctica religiosa auténtica, un ecumenismo sano y una mejor convivencia pacífica entre las personas. ¡Gracias, Benedicto XVI!
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