Integrando las verdades Judeocristianas con los principios de la Economía de Mercado.

  1. Dignidad de la Persona.
  2. Naturaleza Social de la Persona
  3. Importancia de las Instituciones Sociales
  4. Acción Humana
  5. Pecado
  6. Estado de Derecho y Principio de Subsidiariedad Estatal
  7. Creación de Riqueza
  8. Libertad Económica
  9. Valor Económico
  10. Prioridad de la Cultura

Dignidad de la Persona – La persona humana, creada a imagen de Dios, es individualmente única, racional, sujeto de acción moral, y co-creadora con Dios. En consecuencia, la persona humana posee un valor y una dignidad intrínseca que implican ciertos derechos y deberes tanto para sí misma como para otras personas. Estas verdades sobre la dignidad de la persona humana son conocidas a través de la revelación, pero también son discernibles a través de la razón.

Naturaleza Social de la Persona– Si bien las personas encuentran la máxima realización en comunión con Dios,  un aspecto esencial del desarrollo de las personas es su naturaleza social y su capacidad de actuar desinteresadamente. La persona se realiza interactuando con otras personas y participando en bienes morales. Existen relaciones voluntarias de intercambio, como transacciones de mercado, que generan valor económico. Estas transacciones también pueden dar lugar a valores morales. También existen relaciones voluntarias de dependencia mutua, como promesas, amistades, matrimonios, y la familia, que son bienes morales. Éstos, además, pueden tener otro tipo de valores, como por ejemplo valores religiosos, económicos, estéticos y demás.

Importancia de las Instituciones Sociales – Considerando que las personas son sociales por naturaleza, varios seres humanos juntos desarrollan instituciones sociales. Las instituciones de la sociedad civil, especialmente la familia, son las fuentes primarias de la cultura moral de la sociedad. Estas instituciones sociales no son creadas por el estado ni derivan de aquél su legitimidad. El estado debe respetar su autonomía y proporcionar el apoyo necesario para garantizar el funcionamiento libre y ordenado de todas las instituciones sociales en sus respectivos ámbitos.

Acción Humana – La persona humana es por naturaleza  persona de acción. A través de la acción humana, la persona puede actualizar su potencialidad eligiendo libremente los bienes morales que realizan su naturaleza.

Pecado – Si bien los seres humanos son buenos por naturaleza,  en su estado actual están caídos y corrompidos por el pecado. La realidad del pecado hace que el estado sea necesario para restringir el mal. La ubicuidad del pecado, sin embargo, requiere que seamos escépticos de toda “solución” utópica a los males sociales como la pobreza y la injusticia.

Estado de Derecho y Principio de Subsidiariedad Estatal – La responsabilidad principal del estado es promover el bien común, es decir, mantener el estado de derecho, y preservar los derechos y obligaciones básicos. El rol del estado no es usurpar las acciones libres, sino minimizar los conflictos que puedan surgir cuando las acciones libres de las personas y de las instituciones sociales derivan en intereses contrapuestos. El estado debe ejercer esta responsabilidad de acuerdo con el principio de subsidiariedad. El principio tiene dos componentes. En primer lugar, las instituciones jurisdiccionalmente mayores  deben restringirse de usurpar las funciones que deban ser realizadas  por la persona y por instituciones más inmediatas a ella. En segundo lugar, las instituciones jurisdiccionalmente mayores deben asistir a las personas individuales e instituciones más inmediatas a ellas únicamente cuando las personas o las instituciones inmediatas no puedan cumplir  sus funciones.

Creación de Riqueza – El empobrecimiento material socava las condiciones que permite a los seres humanos florecer. Los mejores medios para reducir la pobreza es proteger los derechos de propiedad a través del estado de derecho. Esto permite a la gente involucrarse en círculos de intercambio voluntarios expresando su naturaleza creativa. La riqueza se crea cuando los seres humanos transforman creativamente la materia en recursos. Dado que los seres humanos pueden crear riqueza, el intercambio económico no necesita  ser un juego de suma cero.

Libertad Económica – La libertad, en sentido positivo, se consigue mediante el cumplimiento de la propia naturaleza como persona eligiendo hacer lo que uno debe. La libertad económica es una especie de  libertad como fuera explicada. Como tal, el titular de la libertad económica, no sólo tiene ciertos derechos, pero también obligaciones. Una persona económicamente libre, por ejemplo, debe ser libre de entrar en el mercado según su voluntad. Por lo tanto, aquéllos que tengan el poder de interferir en el mercado tienen el deber de remover cualquier barrera de entrada al mercado, y también de proteger los derechos de propiedad, sean privados o compartidos. Pero la persona económicamente libre, deberá cumplir con el deber para que otros participen en el mercado como agentes morales y de acuerdo con bienes morales. Por lo tanto, la ley debe garantizar la propiedad privada y el intercambio voluntario.

Valor Económico – En la teoría económica, el valor económico es subjetivo porque su existencia depende de la apreciación subjetiva. El valor económico es la importancia que un sujeto le otorga a una cosa cuando percibe una conexión causal entre la cosa y la satisfacción de un deseo presente y urgente. El sujeto puede estar errado en su juicio de valor sobre una cosa que no atribuirá o no podrá satisfacer  su deseo presente y urgente. La verdad de  los juicios económicos sobre el valor se establece por si la cosa puede satisfacer  el deseo esperado. Si bien esto no implica la realización de cualquier otro tipo de valor, algo puede tener tanto valor económico subjetivo y valor moral objetivo.

Importancia de la cultura – La libertad florece  en una sociedad apoyada en una cultura de la persona humana. Esta cultura moral lleva a la armonía y al buen orden de una sociedad. Si bien son variadas las instituciones en las esferas  políticas y económicas entre otras, la familia es la principal interlocutora de la cultura moral  en una sociedad.

Desde mediados del siglo. XIX en adelante, la relación del magisterio pontificio con las ideas que promovían la libertad política, fue, para decir lo menos, tensa. Esa tensión se debía fundamentalmente a la confusión conceptual y práctica entre cierto racionalismo antirreligioso, presente en algunos ámbitos intelectuales de la Revolución Francesa, con las genuinas ideas de libertad política y económica, basadas en la noción de derechos inalienables de la persona humana. En ese momento, importantes pensadores, tales como Lacordaire, Rosmini, Ozanam, intentaron aclarar las cosas, pero sus esfuerzos fueron valorados sólo retrospectivamente.

Lord Acton advirtió la necesidad de mantener los avances de una sociedad libre, en el marco de una fuerte ética cristiana y orientó su trabajo en esta dirección. En el siglo XX, pensadores como L. Sturzo y J. Maritain dedicaron todos sus esfuerzos a la misma clarificación conceptual. Afortunadamente, el Concilio Vaticano II, en declaraciones tales como Gaudium et spes y Dignitatis humanae puso en claro que una sociedad libre y virtuosa nada tiene de contradictorio con el Catolicismo, pero aún queda mucho por hacer en otros ámbitos, como el tan delicado tema de la economía de mercado que ha tomado un especial giro con el magisterio social de Juan Pablo II y en particular con la encíclica Centesimus annus.

Instituto Acton pretende ser una humilde colaboración para la causa de esa clarificación conceptual. Lejos está de nuestra misión el pretender deducir un sistema político y económico específico de las pautas generales de la ética social católica y de la Doctrina Social de la Iglesia, pero sí aclarar, permanentemente, que una sociedad libre y una economía libre, inserta en un marco cultural de virtudes morales, no se contradice de ningún modo con el Catolicismo Romano y tampoco con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

Para cumplir con esta misión, es que publicaremos artículos sobre estos temas, tanto de autores clásicos como contemporáneos que se dedican a esta cuestión. Somos una institución independiente aunque en interacción permanente con el Acton Institute de Estados Unidos y en particular con el Center of Economic Personalism que edita el Journal of Markets & Morality.

Otra de las actividades a la que nos dedicaremos con especial énfasis, será la difusión de seminarios, conferencias y encuentros, que permitan la formación y el debate sobre estos temas, orientados a un público interesado en cuestiones religiosas, abiertos a todas las religiones que compartan la misma inquietud.

Esperamos, con la ayuda de Dios, poder colaborar en la formación de un mundo mejor, concientes de la herida permanente del pecado original por un lado y, con la certeza sobrenatural de que la Gracia de Cristo está detrás de todos los auténticos deseos de justicia.