Por Kishore Jayabalan
Fuente: Acton.org
http://www.acton.org/pub/commentary/2015/05/06/letter-rome-what-liberal-morality
1 de junio de 2015
Tres eventos recientes me han hecho reflexionar sobre un cierto tema que debe ser de interés para los defensores, con mentalidad religiosa, de una sociedad libre. O al menos, debe ser de interés si deseamos vencer a las percepciones de los creyentes religiosos como fanáticos de mentes simplistas y de los liberales como libertinos amorales. Este tema puede ser expuesto como una pregunta: ¿qué es moralidad liberal?
Los tres eventos fueron: (1) una entrevista que di a una publicación italiana en línea respondiendo a un profesor francés que afirma que el capitalismo es la causa central de la teoría de género, y otras revoluciones culturales y sociales asociadas con el liberalismo; (2) un discurso dado por una profesora alemana sobre el “liberalismo como una actitud”, el mes pasado en Berlín, para los European Students for Liberty; y (3) la controversia causada por la próxima encíclica papal sobre la ecología humana.
Ahora, me doy cuenta que la palabra liberal puede significar muchas cosas, pero supongamos que describe a aquellos que, cuando consideran asuntos políticos, sociales y económicos, dan la mayor prioridad a la libertad individual por encima de otros bienes, como igualdad, tradición u orden. La libertad no necesita ser la única consideración, pero tiende a ser la dominante. Hay liberales de derecha, moderados y de izquierda que están en desacuerdo en diferentes asuntos y pueden preferir algún otro bien en alguna instancia en particular pero ninguno de ellos cuestiona la bondad de la libertad en sí misma.
A raíz de estos acontecimientos, me he enfrentado a afirmaciones de que ciertas prácticas o ideas liberales son ahora consideradas como inmorales, por gente que yo creo que se llamaría liberal ella misma. Alain de Benoist hace equivalentes a la libertad económica con la libertad sexual y de género, y explícitamente culpa al capitalismo por nuestra confusión en general acerca de la naturaleza humana: legitimando al egoísmo, el capitalismo promueve en nosotros el ir más allá de todo límite, incluyendo aquellos que son establecidos por nuestras naturalezas masculina y femenina, y oscurecer todos los fines y propósitos. El liberalismo significa “todo se vale» en todas las áreas de la vida y conduce al nihilismo. No siendo él un creyente, sin embargo, no tiene otra alternativa que la voluntad humana como base de la moralidad (quizá no es él un liberal, sino un nietzscheniano: el hombre tendría voluntad por la nada antes que no tener voluntad).
Karen Horn es profesora de historia del pensamiento económico en la Humboldt University de Berlín y ha dicho cosas razonables acerca de Adam Smith, de lo que fui testigo en una conferencia que dio hace algunos años en un seminario de Mercados, Cultura y Ética, en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Fue, por tanto, una sorpresa desagradable su presentación del liberalismo como una “actitud». Fue evidente la falta de razonamiento o cualquier cosa que pareciese un argumento, porque todo lo que hizo fue simplemente lamentarse. Sus enemigos incluyeron a los fundadores de los Estados Unidos al proclamar “verdades evidentes en sí mismas” (en oposición a “valores” como lo hace la constitución alemana); a los católicos que se oponen al «matrimonio» de personas del mismo sexo y quieren imitar a Al Qaeda, a la pena capital y la cadena perpetua, y a “hombres viejos» que le preguntan porqué no tiene hijos. Su evangelio de tolerancia dogmática, un perfecto ejemplo de la dictadura del relativismo, hizo que estudiantes asombrados preguntaran “¿quiénes son estos católicos que se parecen a Al Qaeda?” y también “¿qué haría usted para castigar a los pedófilos y ya los nazis?”. Ella no dio respuestas serias.
Y, finalmente, está la gente del “desarrollo sustentable” que se encuentra actualmente en Roma para discutir el cambio climático y la dignidad humana en el Vaticano. El concepto de desarrollo sustentable hay estado en la agenda de las Naciones Unidas desde el final de la Guerra Fría. Las naciones comunistas y del tercer mundo lo usaron para golpear al capitalismo (mientras vivían y trabajaban, de todos los lugares posibles, en Manhattan) con llamados a un nuevo orden económico internacional para, en esencia, redistribuir dinero y tecnología de las ricas naciones occidentales al resto del mundo. Lo mismo es ahora aplicable al desarrollo sostenible, pero con muchas naciones occidentales ahora alegando que el capitalismo es económica, social y, sobretodo, ambientalmente dañino. Deténgannos antes de que hagamos a todos más ricos, más sanos y más seguros, es lo que parecen estar pidiendo. El Secretario General de las Naciones Unidas llamó al cambio climático “el tema definitorio de nuestros tiempos”, urgiendo a la transformación de «nuestro pensamiento y nuestros valores». Transformarlos a qué no lo dijo pero es claro que quiere decir alejarse del capitalismo y ver al papa Francisco como el gran aliado de la causa.
No hay nadie en el movimiento el desarrollo sustentable que parezca reconocer que las ONU está formada por estados miembros, es decir, gobiernos que son la principal razón por la que aún hoy existe mucha gente pobre en el mundo. Los gobiernos que niegan derechos básicos de propiedad, el estado de derecho y la libertad para comerciar a sus pueblos, para así mantener el poder y control. Entonces, ¿cómo es que alguien puede pensar que estos mismos gobiernos han pasado por algún tipo de conversión moral para ayudar a los pobres, cuando ellos con la mayor facilidad pueden sacar dinero a otros, todo en el nombre de una aparente buena causa?
Con “amigos” como estos, usted puede entender porqué me siento pesimista acerca del futuro del liberalismo. Si nuestras alternativas son el nihilismo, la corrección política y el desarrollo sustentable manejado por la ONU, puede ser el momento para empezar a buscar nuevas islas o planetas para colonizar. Si Dios mismo estaba tan disgustado con la humanidad que inundó el planeta entero (cuando no había aún protocolos de las Naciones Unidas para detenerlo), los liberales pueden permitirse el estar también desesperados. Pero una vez que se levante la neblina del desencanto, ¿qué tendrán ellos que hacer para recuperar su confianza?
Por supuesto, no hay respuestas fáciles, pero quizá podemos empezar identificando lo que hay que evitar: los extremos de moralismo y cinismo. Por moralismo quiero decir la tendencia a convertir a todo problema en una crisis de proporciones globales y a aquellos que están en desacuerdo con las políticas de uno, en el mal encarnado; por cinismo, a la tentación de pensar que las únicas formas de tener éxito es por las buenas o por las malas, donde esperamos que nuestros gobernantes mientan, hagan trampas y roben con tal de ganar elecciones. Sólo una sociedad corrupta puede producir un programa como House of Cards sobre su propio gobierno —incluso tratándose de televisión convincente. Necesitaremos tomar más seriamente a la realidad pero también con más confianza; en las palabras de Josef Pieper, citando a Santo Tomás de Aquino, necesitamos empezar a reconocer la “verdad de todas las cosas”, realidad porque ellas son verdaderamente conocidas por el Creador y potencialmente también por nosotros.
Algunos liberales puede haber pensado que estaban quitándose las cadenas de la vieja religión en el nombre de la razón y con propósitos morales. Está bien. Pero también deben darse cuenta que los seres humanos son seres religiosos y morales por naturaleza, y que si estos aspectos de la naturaleza humana son suprimidos en el nombre de la libertad, ellos van a aparecer de nuevo en algún lugar con una apariencia diferente.
Como un converso al Catolicismo, me gusta mi religión y moralidad claras. Ya tengo un Papa y un catecismo que las respaldan, así que no necesito mirar a las Naciones Unidas, o a algún manifiesto de moda, para darle significado y propósito a mi vida. La riqueza teológica y filosófica de la Iglesia Católica es evidente aunque no aceptable para todos. Con razones legítimas, algunos liberales quieren disminuir la importancia de la religión y la política pero hacerlas de lado del todo es querer tener nuevos dioses y nuevos césares para que las suplanten. Así que ¿quién será Moisés y dónde estará su Tierra Prometida?
Nota
La traducción del articulo Letter from Rome: What is Liberal Morality? publicado por el Acton Institute el 6 de mayo de 2015, es de ContraPeso.info: un proveedor de ideas que sostienen el valor de la libertad responsable y sus consecuencias lógicas.
Deja tu comentario