Enero de 2016
Por Juan C. Sanahuja
Fuente: Infocatólica
Cientos de alumnos de la Pontificia Universidad Urbaniana, escucharon con atención el mensaje que el Sumo Pontífice Emérito, Benedicto XVI, ha enviado con ocasión de la inauguración de un aula magna que lleva su nombre. El papa emérito ha advertido que el diálogo no puede sustituir a la misión evangelizadora y ha advertido que «aunque la renuncia a la verdad parece real y útil para la paz entre las religiones del mundo. Y aún así, sigue siendo letal para la fe». Además, ha señalado que «el hombre se hace más pequeño, no más grande, cuando no hay espacio para la mirada dirigida a Dios».
El Arzobispo Prefecto de la Casa Pontificia y secretario personal del papa emérito, Mons. Georg Gänswein, fue el responsable de compartir el mensaje en la nueva Aula Magna Benedicto XVI de la universidad.
Renuncia a la verdad, letal para la fe
El papa emérito ha arremetido contra la idea de que todas las religiones son iguales y la teoría de que el diálogo puede sustituir la misión de predicar el evangelio:
¿Pero todavía sirve? Se preguntan muchos hoy dentro y fuera de la Iglesia ¿de verdad la misión sigue siendo algo de actualidad? ¿No sería más apropiado encontrarse en el diálogo entre las religiones y servir junto las causa de la paz en el mundo? La contra-pregunta es: ¿El diálogo puede sustituir a la misión? Hoy muchos, en efecto, son de la idea de que las religiones deberían respetarse y, en el diálogo entre ellos, hacerse una fuerza común de paz. En este modo de pensar, la mayoría de las veces se presupone que las distintas religiones sean una variante de una única y misma realidad, que ‘religión’ sea un género común que asume formas diferentes según las diferentes culturas, pero que expresa una misma realidad. La cuestión de la verdad, esa que en un principio movió a los cristianos más que a nadie, viene puesta entre paréntesis. Se presupone que la auténtica verdad sobre Dios, en último análisis, sea inalcanzable y que a lo sumo se puede hacer presente lo que es inefable sólo en una variedad de símbolos. Esta renuncia a la verdad parece real y útil para la paz entre las religiones del mundo.
Y aún así sigue siendo letal para la fe.
Crítico con Karl Barth y Dietrich Bonhoeffer
El papa emérito critica las tesis de los dos principales teólogos protestantes del siglo XX:
En sus inicios, la misión cristiana percibió de modo muy fuerte sobre todo los elementos negativos de las religiones paganas que encontró. Por esta razón, el anuncio cristiano fue en un primer momento estrechamente crítico con las religiones. Solo superando sus tradiciones que en parte consideraba también demoníacas, la fe pudo desarrollar su fuerza renovadora. En base a elementos de este tipo, el teólogo evangélico Karl Barth puso en contraposición religión y fe, juzgando la primera en modo absolutamente negativo como comportamiento arbitrario del hombre que trata, a partir de sí mismo, de apoderarse de Dios. Dietrich Bonhoeffer retomó esta impostación pronunciándose a favor de un cristianismo sin religión. Se trata sin duda de una visión unilateral que no puede aceptarse.
Buscamos transmitir la alegría
Por otra parte, Benedicto XVI ha recordado que «no anunciamos a Jesucristo para que nuestra comunidad tenga el máximo de miembros posibles, y ni mucho menos por el poder. Hablamos de Él porque sentimos el deber de transmitir la alegría que nos ha sido donada».
«Cuando Andrés encontró a Cristo, no pudo hacer otra cosa que decirle a su hermano: ‘Hemos encontrado al Mesías’. Y Felipe, al cual se le donó el mismo encuentro, no pudo hacer otra cosa que decir a Bartolomé que había encontrado a aquél sobre el cual habían escrito Moisés y los profetas», explicó.
Benedicto XVI recordó que «la alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada. Quien ha recibido una gran alegría, no puede guardársela solo para sí mismo, debe transmitirla. Lo mismo vale para el don del amor, para el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta».
Además indicó que «seremos anunciadores creíbles de Jesucristo cuando lo encontremos realmente en lo profundo de nuestra existencia, cuando, a través del encuentro con Él, nos sea donada la gran experiencia de la verdad, del amor y de la alegría».
«’Hemos conocido y creído el amor’: esta frase expresa la auténtica naturaleza del cristianismo. El amor, que se realiza y se refleja de muchas maneras en los santos de todos los tiempos, es la auténtica prueba de la verdad del cristianismo», concluyó.
Deja tu comentario